La tonina overa, también conocida como delfín de Commerson es, posiblemente uno de los delfines más vistosos y bonitos que pueblan el mar. Su cuerpo es pequeño (1,35 mts) llegando a alcanzar los cincuenta kilogramos de peso. Las crías, al nacer pesan sólo 6 kilogramos y poseen manchas grisadas que se van poniendo más blancas a medida que el animal llega a adulto. Se las suele encontrar cerca de la costa en grupos de tres ejemplares, pero en mar abierto se han avistado agrupaciones de hasta cien individuos.
Posee una distribución mundial muy pobre ya que sólo se conocen dos poblaciones. La de Sudamérica al sur de Argentina y Chile y la de la Isla de Kerguelen en el Océano Indico. Hoy es muy escasa al sur de Chile ya que en la década del 70 se la mataba para usar su carne como carnada en la pesca de la centolla.
Es relativamente fácil identificar a los machos de las hembras por la mancha negra de la zona inferior ya que en los machos tiene forma de gota de agua y en las hembras tiene forma de herradura. Los científicos de la Fundación Cethus (www.cethus.org) han logrado desarrollar un sistema de fotoidentificación que permite identificar a un animal de otro por la distribución de sus manchas. De esa forma se pueden individualizar a las toninas overas y hacer un seguimiento más práctico que nos permita conocer su conducta individual. De esa forma se estableció que hay toninas residentes en una determinada zona y otras que se encuentran “en tránsito”. Por ejemplo se ha establecido que una hembra llamada Cande tuvo cuatro crías desde 1996. El ejemplar de la fotografía fue bautizado por los científicos con el nombre de “Ali”.
Estos estudios han llevado a tomar plena conciencia de los problemas de estos vistosos delfines y es a partir de ellos que el 24 de julio de este año están protegidas por una ley, además fueron nombradas Patrimonio Natural de la Provincia de Santa Cruz, en Argentina. El mayor problema al que se enfrentan hoy en día son las redes de pesca. Al no poder detectarlas quedan atrapadas y se ahogan. Para evitar este problema se está probando, con la colaboración de pescadores locales, de colocar discos de metal en las redes para que las toninas puedan detectarlas y evitarlas. Un ejemplo que demuestra que los seres humanos podemos compartir el mar con otros animales sin exterminarlos.
“No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce”