Imagínense una lluvia copiosa que durase muchos días con su noches. Infinitas y perfectas gotas que se derramasen sobre la fertilidad de un suelo virgen y que cada una pariese de su vientre, según un antojo inexplicable, una vida. Una vida nueva y distinta del resto, creada con las más diversas formas y colores, con diferentes complejidades y funciones…
Cada gota inventando un universo vivo, con capacidad de desarrollarse y transformase en muchos miles, con aptitudes para habitar lugares específicos, aunque compartidos.
Cada gota dando vida a una especie irrepetible, gota sin memoria, gota del olvido, que cayera imaginando una forma que, como los sueños, se vuelven nada cuando acaban de soñarse. Sueños que se escaparan del durmiente y adquirieran vida propia y se expresaran con la sola voluntad del propio orden y del Orden Supremo que ordenase al Todo.
Fuera de la ciencia y de los credos que le pusieron nombre al principio de las cosas, un sueño mío se escapa de mis sueños e inventa una creación de lluvia… hijos del agua todos seríamos, de gotas semejantes más no iguales, pues con sólo imaginar, irrepetible libertad, crease VIDAS.
Vidas que nacieran libres para hacer las vidas, los tiempos, los espacios, las historias. Triste palabreja humana, que por tener conciencia y pretender contarla, se hizo con las vidas de otras gotas, que aún sin memoria se volvieron llanto.
Muchos ya no son… se acabaron sus formas, sus colores, su maravilla única, se callaron sus voces para siempre.
Los que estamos por no ser hablamos un lenguaje ineditable. Algunos hombres, pretendiendo hacer historia, han diezmado nuestras naturales sociedades, llenaron de lápidas sin nombre nuestros lugares y nos dejaron solos a unos pocos, que no entendemos la crueldad por ella misma, que nos dejó sin útero, sin huevos y sin flores.
Otros hombres, que pretenden ser parte de la historia, de una más abarcativa y que lo cuente todo, han tomado nuestras voces y gritan en nuestro nombre hacer un ALTO.
ALTO al fuego que arrasa y quema todo, lo que no volverá a nacer, lo que estará perdido para siempre, lo que nadie, nunca más, volverá a ver.
cala
Hombres que quieran una eterna historia, donde sea posible creer en lo que ven, presten oídos a esas voces que son ecos de las nuestras, háganse flora, háganse fauna, naturalícense y vean, que allí está el mundo que nos pertenece, para crear lo nuevo cada día y no se pierdan las formas y colores que ya existen, imaginen novedades con ellos.
Atrévanse a la libertad del para siempre, porque el nunca más es una escalera que corre peligro de ser recorrida en todos sus peldaños.
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