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Hallaron un eslabón perdido en la evolución de los lagartos

Es un reptil que habitó en la Patagonia hace 90 millones de años. Se creía que la familia de los esfenodontes se había extinguido hace 120 millones de años. Sin embargo, uno de sus sucesores vive en la actualidad. La nueva especie llena ese vacío evolutivo.

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Reconstrucción en tamaño real del animal, junto a su cráneo.

Paleontólogos argentinos han encontrado un eslabón perdido en la evolución de un grupo de lagartos, los esfenodontes, que se creía mayormente extinto 120 millones de años atrás, aun cuando uno de sus sucesores, el tuatara, vive actualmente en Nueva Zelanda.

Desenterrado 80 kilómetros al sur de Cipolletti, provincia de Río Negro, el Priosphenodon avelasi, de tan sólo un metro de alto por algo más treinta centímetros de alto, permite comprender qué fue de esta estirpe de lagartos que convivieron con los dinosaurios, durante los 120 millones de años que transcurrieron tras el momento de su supuesta desaparición.

"Este es un hallazgo muy importante, no sólo porque es un animal desconocido hasta ahora, sino porque nos permite reconstruir ese período durante el cual la ausencia de los esfenodontes en el registro fósil hizo pensar que se habían extinguido", dijo el doctor Fernando Novas, coautor de la descripción del Priosphenodon que publica hoy la prestigiosa revista Nature.

Como explica este paleontólogo, jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, "este tipo de lagartos fue muy abundante durante el Triásico y el Jurásico, pero los investigadores postularon que su presencia comenzó a decaer durante el Cretácico debido al avance de nuevas oleadas de reptiles".

Pero lo que las teorías sobre la evolución de los esfenodontes no podían explicar era cómo uno de sus sucesores vive aún hoy, a 120 millones de años de su supuesta extinción. La respuesta propuesta por Novas y su colega Sebastián Apesteguía es que los esfenodontes sobrevivieron varios millones de años más en el hemisferio sur. ¿Cómo siguió esta historia?

En América del Sur habrían desaparecido 65 millones de años atrás al ver ocupado su nicho ecológico por los modernos lagartos; en la Antártida (donde se supone que habrían morado, aun cuando no hay evidencias fósiles de ello) habrían perecido 40 millones de años atrás cuando el clima se tornó excesivamente frío, mientras que en Oceanía está el tuatara neozelandés, epílogo viviente de la novela de los esfenodontes.

Sorpresas de la paleontología

Otro dato relevante aportado por los estudios de Apesteguía y Novas, que permite refutar la propuesta desaparición de los esfenodontes 120 millones de años atrás, es que los lagartos de esta familia que habitaban lo que hoy es la Patagonia eran terriblemente numerosos.

"En nuestros trabajos de campo en las inmediaciones de Cerro Policía, a 80 kilómetros al sur de Cipolletti, hemos podido rescatar 20 ejemplares completos de Priosphenodon avelasi, y más de 200 incompletos", comentó Sebastián Apesteguía, coautor del estudio que se publica hoy en Nature.

Si fueron tan numerosos, ¿cómo se explica que no se haya sabido nada de su presencia en la Patagonia hasta ahora? "Bueno -responde Novas-, así es la paleontología, que muchas veces te da sorpresas de este tipo."

Tras las pistas

Las pistas que condujeron al hallazgo del Priosphenodon avelasi datan de 1922, cuando el geólogo Walter Schiller y el paleontólogo Santiago Roth realizaron numerosos hallazgos de fósiles en las cercanías de Cerro Policía, en la provincia de Río Negro. El conocimiento de esos descubrimientos llevó a Sebastián Apesteguía, paleontólogo del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, a proponer una visita a la zona.

La primera campaña de exploración se realizó en 1999. "No encontramos prácticamente nada hasta que, en la última semana, varias familias de la zona nos indicaron un lugar donde habían encontrado restos de dinosaurios", cuenta Apesteguía.

Guiado por los lugareños, este paleontólogo dio con un yacimiento fósil de una riqueza abrumadora, apodado "la buitrera". "Durante sucesivas campañas pudimos desenterrar restos de serpientes, mamíferos, peces, tortugas y dinosaurios que convivieron con el Priosphenodon", enumera Apesteguía.

"En la última campaña encontramos, por ejemplo, dientes de más de 15 centímetros de largo, pertenecientes a un Giganotosaurus carolinii, el dinosaurio carnívoro más grande del mundo", agrega.

Para Fernando Novas, jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, "la riqueza de este yacimiento es comparable por su buena preservación y su abundancia a los famosos yacimientos del desierto del Gobi, en Mongolia".

Los trabajos de campo y el posterior estudio de los fósiles realizados por Apesteguía y Novas fueron posibles gracias al apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, National Geographic Society, The Jurassic Foundation, Renault Argentina y Akapol.

9 de octubre de 2003

Fuente:Diario  La Nación

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