Según Erico Spinadel, Presidente de la Asociación Argentina de Energía
Eólica y Vice presidente de la World Wind Energy Association, está
demostrado que instalados unos 6000 molinos, totalizando unos 10 GW de
potencia nominal, en tan solo 1000 kilómetros cuadrados en la provincia
de Santa Cruz, se podría producir por día y exportar al Japón, por
ejemplo, hidrógeno líquido con un equivalente energético a 48.000
barriles de petróleo. Es decir, se podría exportar el 3% de la demanda
diaria de energía de Japón, lo que será rentable una vez que el barril
de petróleo supere el costo de los 40 dólares.
Como ejemplo de que el uso del hidrógeno será cada vez más frecuente,
la General Motors aumentó su presupuesto de investigación de celdas de
combustible de hidrógeno para los autos de 1 millón de dólares anuales
en 1990 a 100 millones este año.
Además, casi todos los principales fabricantes de automóviles ya
disponen de un proptotipo alimentado con este tipo de combustible, que
deja como residuo vapor de agua y cuyo aspecto externo es el de un
vehículo convencional.
La energía primaria para la producción de hidrógeno por electrólisis,
el viento, es gratuita, limpia y renovable, pero para aprovecharla, se
necesita inversión. "Si el país tuviera un rumbo claro (afirma
Spinadel) ya se estaría instalando en Santa Cruz la primera fábrica con
tecnología eólica alemana, un proyecto que estuvo a punto de
concretarse en octubre de 2001. Esa planta, que demandaría una
inversión de 600 millones de dólares, habría empleado a unas 600
personas". La energía eólica ya ha creado 30.000 puestos de trabajo en
Europa.
Quienes trabajan por una energía limpia y renovable son, extrañamente,
considerados idealistas. No por mucho tiempo, porque las energías
alternativas comienzan a cobrar relevancia por motivos muy concretos:
el peligro del calentamiento global; la pronta falta de petróleo; la
ventaja de proveer energía eléctrica a las áreas rurales; el
aprovechamiento de fuentes de energía gratuitas, como el sol y el
viento, que además no contaminan.
Día a día avanza la tecnología (y también las leyes) que harán, que en
un futuro, los molinos de viento, y también los paneles solares, además
de otros recursos no contaminantes, sean cada vez más usados por el
consumidor común, y por ello, cada vez más accesibles.
Para entender de qué se trata, es necesario saber que el mundo de la
energía se divide en dos: aquella renovable, que proviene del viento,
el agua, el sol en última instancia. Y aquella que no lo es, que se
obtiene del petróleo, gas, carbón (que representan más del 80% de
consumo energético mundial) y todos aquellos recursos que se extinguen,
cuya combustión emite dióxido de carbono, la principal causa del
calentamiento global. La energía renovable es naturalmente inagotable y
limpia.
Un buen negocio
Convencer a las grandes empresas de que la tecnología verde es un buen
negocio empieza a ser primordial. Según estudios recientes publicados
por la revista Nature, el peligro del calentamiento global ya no está
tan lejos como para darse el lujo de no pensar en él. Para el año 2020,
la temperatura de la tierra podría ascender unos 2 grados centígrados,
y hacia fines de este siglo, la cifra podría llegar a los 7 grados.
Algunos grados más de temperatura podrían no preocupar a una persona
desprevenida, pero los científicos no se cansan de explicar que este
fenómeno trae aparejado mayores eventos meteorológicos extremos, como
huracanes, inundaciones y sequías, y expansión de enfermedades como la
malaria y el dengue.
El fin del petróleo
Hace décadas que científicos, investigadores y empresarios se preguntan
hasta cuándo el mundo contará con el petróleo como principal fuente de
energía.
Según un informe de la revista Newsweek, en 1970 se pronosticaba el fin
del petróleo para el año 2003. Este año, las mismas proyecciones
extienden el plazo hasta el año 2046, aunque el polémico Kenneth
Deffeyes, profesor de la Universidad de Princeton, vaticine que en dos
años, o tal vez seis el declive de la producción de petróleo se hará
notar en todo el mundo. Lo cierto es que los expertos coinciden en que
definitivamente para el año 2100 la utilización del petróleo y de otros
combustibles fósiles podrían ser abandonados completamente. Y esto
produce un gran alivio entre aquellos que quieren –especialmente
después del 11 de septiembre– independizarse de Oriente Medio (que
tiene dos tercios de las reservas de petróleo en el mundo).
Soplo argentino
En nuestro país, a pesar de tener buena materia prima para aprovechar
otro tipo de energías como la eólica y la solar, actualmente más del
90% de nuestro consumo energético proviene de fósiles. Pero sus
posibilidades de crecimiento comienzan a verse.
Según una investigación, en el mundo, más de 150 millones de hogares
reciben la energía que se genera gracias al viento. Esta es una
industria que tiene un crecimiento sostenido que supera el 25% anual.
Actualmente, la Argentina cuenta con nueve parques eólicos, y uno que
se inaugurará próximamente en La Pampa, que tendrá los molinos más
potentes de América del Sur, gracias al esfuerzo de la Cooperativa de
Servicios Públicos de General Acha (Cosega). Esta instalación
abastecerá un tercio del consumo de los 11.800 habitantes de la
población.
Según explica el ingeniero Spinadel, la energía eólica puede utilizarse en la Argentina a tres niveles de potencia:
• kW: para puntos aislados, por ejemplo, una chacra rural. Puede cargar
baterías o complementar un grupo diesel existente. La Asociación
Argentina de Energía Eólica, junto con varias Universidades de nuestro
país y con la Universidad de Ciencias Aplicadas de Stralsund, Alemania,
ha desarrollado el denominado Proyecto Hacienda con esta finalidad.
• MW: para granjas eólicas. El excedente se puede volcar a la red pública.
• GW: megaproyectos. En este nivel se puede exportar el viento, después de haberlo transformado en hidrógeno.
Instalar un molino tiene un costo aproximado de 2500 dólares por kW.
Para entender a cuánto asciende esta cifra, conviene saber que una
escuela en Castelli tiene un molino de 2 kW que abastece perfectamente
sus necesidades.
En Argentina, entre 1994 y 2001 se pasó de 10 a 21 megavatios de
potencia instalada. Sí, el mercado ha crecido, pero todavía se
encuentra muy por debajo de los valores que se manejan en otros países:
Alemania (produce 9.500 MW); España (3.500 MW); USA (3.200 MW) o
Dinamarca (2.600 MW). A nivel mundial hay hoy en día instalados
aproximadamente 24.000 MW.
Las cifras son contundentes, teniendo en cuenta que la Patagonia, por
sí sola, estaría en condiciones de generar suficiente energía como para
abastecer todo el Mercosur y exportar un importante excedente al mundo
entero.
En Comodoro Rivadavia, el 10% de la energía es de origen eólico. Tierra
del Fuego, Santa Cruz y Chubut tienen un potencial eólico
extraordinario, como Río Negro, Neuquén y la costa marítima de la
provincia de Buenos Aires.
No sólo el sur de nuestro país tiene esta virtud. La provincia de
Buenos Aires tiene una capacidad eólica similar a la de Alemania, el
país con mayor potencia eólica instalada.
Pero, políticas gubernamentales hicieron que esta sea una industria con viento en contra.
A pesar de todo, algunas cooperativas privilegiadas, no obstante las
limitaciones originadas por la privatización del mercado eléctrico,
fueron las encargadas de estos emprendimientos.
Una decisión política
Según Thomas Johansson, del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) "El cambio hacia formas renovables de obtención de
energía no contaminante, como la solar, y la eólica es posible, pero
demandará un largo plazo, posiblemente un siglo".
"Toda la energía disponible de un país, en el futuro, podría provenir
de fuentes renovables, pero para esto hace falta crear conciencia en
las autoridades, marcos legales e incentivos para el sector privado.
También hay que tratar de que se bajen los costos de producción y de
adquisición".
¿Por qué este sistema no ha adquirido mayores dimensiones? Según el
funcionario de las Naciones Unidas, el dilema básico que la
comercialización de la tecnología fotovoltaica ha enfrentado durante
casi 20 años es que los mercados explotarán cuando el precio de los
módulos baje.
"Uno de los temas más politizados a nivel mundial es el de la energía", concluye Spinadel.
Premisa que parece agudizarse en la Argentina, donde se emprenden
ambiciosos planes para obtener réditos electorales a corto plazo, pero
que se desintegran en el mediano y largo plazo.
Héctor von Rave, Director Ejecutivo de la Asociación Argentina para el
Uso Racional de la Energía (A.A.P.U.R.E) brinda un dato alarmante. En
este caso, se refiere a la provincia de Buenos Aires. “Existen 376
escuelas rurales energizadas. Sería una buena noticia si no fuera
porque están abandonadas. Unas cuentan con energía eólica, otras con
energía solar y otras tienen ambas, combinadas. Pero como no se les
realiza ningún tipo de inspección o mantenimiento, se trata de una
inversión completamente venida a menos”.
Es decir, el mundo avanza en el sentido de la energía renovable. La
Argentina da sus primeros pasos y tiene espléndidas ventajas
potenciales. Pero para seguir adelante, el impulso político debe soplar
a favor.
Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios.
Por favor valídate o regístrate.