El documento, presentado el 15 de noviembre en México, titulado "Cambio
Climático en América Latina y el Caribe 2006", indica que falta
información "sobre la manera de considerar la adaptación" al fenómeno,
hay incertidumbre respecto de la interacción entre cambio climático y
otras presiones, un horizonte de planificación a corto plazo y
carencias de mecanismos para la participación pública.
"La región avanzó mucho en medidas de defensa civil para enfrentar los
desastres derivados del cambio climático, pero no lo hizo de manera
similar en el tema de la adaptación, un asunto que va mucho más allá",
dijo a IPS Ricardo Sánchez, director regional del Pnuma (Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) para América Latina y el
Caribe.
El recalentamiento global, que altera la temperatura y los patrones de
clima del planeta, es producido por los gases de efecto invernadero
derivados principalmente del uso de combustibles fósiles como carbón,
petróleo y gas.
En la zona se expresa en el incremento en la intensidad y frecuencia de
huracanes en el Caribe, cambios en los patrones de precipitaciones,
aumento de los niveles de ríos en particular en Argentina y Brasil, y
reducción de los glaciares en la Patagonia y en la cordillera de los
Andes.
El informe, elaborado entre el Pnuma y la secretaría (ministerio) de
Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, advierte que en los
países latinoamericanos y caribeños hay pocos conocimientos económicos,
jurídicos e institucionales para adaptarse a los cambios de clima, así
como faltan herramientas y procedimientos para evaluar un proceso de
ese tipo.
En el futuro, "el cambio climático será, cada vez más, un problema de
desarrollo" para la región, que ya sufre ingentes pérdidas económicas y
humanas por su causa, añade el documento.
"Es que el cambio climático ya no es ciencia ficción, es algo que nos
está golpeando y que por ahora es inevitable", declaró Sánchez.
El huracán Stan azotó en octubre de 2005 a varios países
centroamericanos, en particular a Guatemala y El Salvador y causando al
menos 1.620 muertes, mientras que el Katrina había hecho estragos
cuantiosos en el sur y el centro de Estados Unidos dos meses antes,
constituyéndose en uno de los más devastadores registrados en la
historia reciente en ese país.
Los países de América Central y el Caribe han sido especialmente golpeados por los huracanes.
En 1998, Mitch afectó a cerca de 1,2 millones de personas entre muertos
y desaparecidos y dejó pérdidas cercanas a los 8.500 millones de
dólares, cifra que supera el producto bruto doméstico anual combinado
entre Honduras y Nicaragua, los dos países más golpeados.
Otros desastres fueron el huracán George, que golpeó a República
Dominicana también en 1998, dejando 235 personas muertas, y el huracán
Iván de 2004, que a su paso golpeó a Barbados, Trinidad y Tobago, San
Vicente y las Granadinas, Granada, Jamaica, Cuba y Estados Unidos,
causando más de 100 muertes e ingentes pérdidas económicas.
Cierto que los huracanes son ahora mejor enfrentados con medidas de
emergencia, pero se requiere también una adaptación global que implica
planes a largo plazo, recursos, desarrollo de fuentes alternativas de
energía y combate a la pobreza y a la deforestación, señaló el director
del Pnuma.
El documento "Cambio Climático en América Latina y el Caribe 2006"
precisa que la responsabilidad de la región en el recalentamiento
global es baja frente a los países desarrollados, pero advierte que va
en aumento.
Aporta un siete por ciento a las emisiones globales y se calcula, de
seguir a este ritmo, que en 2050 crezca a nueve por ciento.
No obstante ese escaso aumento previsto, hay "datos preocupantes" que
indican que las emisiones de dióxido de carbono de la zona (derivados
de procesos industriales) se dispararon 75 por ciento de 1980 a 2004 y
que seguirían subiendo, indica el informe.
Poco más de 70 por ciento de las emisiones de los llamados gases de
efecto invernadero provienen de Brasil, México, Venezuela y Argentina.
Al Pnuma le preocupan esas emisiones, que hasta ahora están escasamente
compensadas con inversiones y proyectos en energías renovables, pero
también la pobreza y la deforestación que afectan a la región, dos
fenómenos que elevan el impacto del cambio climático.
Las más altas tasas de deforestación de la región corresponden a
pequeños países como Santa Lucía y Haití. En América Central, la tala
va desde tasas de 4,6 por ciento en El Salvador hasta 0,8 en Costa
Rica. En América del Sur, los más altos índices de deforestación
corresponden a Ecuador, que enfrenta una fuerte presión poblacional, y
Argentina, que las pierde debido al incremento en el uso de las tierras
agrícolas, mientras que en el resto de los países son moderados.
Aunque Brasil, donde se concentra 56 por ciento de los bosques de la
región, ya no es el principal lugar de deforestación, el documento
recuerda que la tala de árboles en la Amazonía de ese país se disparó
32 por ciento en la última década, pasando de 14.000 a más de 18.000
kilómetros cuadrados por año.
En cuando a los problemas sociales, el documento señala que la
desigualdad y la pobreza imperantes dificultan mantener pautas de
desarrollo que conduzcan "a una sustentabilidad capaz de responder a
los retos ambientales del presente y para las generaciones futuras".
En la región, 10 por ciento de la población rica recibe 35 por ciento
del ingreso total, mientras que el 40 por ciento más pobre recibe tan
sólo 10 por ciento del ingreso.
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Sobre esta nota Escrito por Benito A. de la Morena el 2006-11-26 11:22:49 No soy experto en temática latinoamericana, pero recuerdo que en España vivimos una época de penuria económica a causa de una cruel guerra, con su posterior dictadura, que obligó a ser un país de "servicios" para subsistir, aprovechando de que podíamos ofrecer sol, playas, montañas y comida mediterránea a bajo precio para los acaudalados turistas. Esa circunstancia provocó el incremento de profesiones poco cualificadas para lo que un país precisa si quiere "ascender" en el ranking del subdesarrollo, y España se convirtió en un país que no avanzaba, pero donde su gente podía subsistir. Con el tiempo, fuimos creando Universidades, formando profesionales e intentando ocupar un lugar de privilegio entre los piases desarrollados, y aunque aún no lo hemos conseguido del todo, parece que vamos por buen camino. ¿Creen ustedes que eso podría estar pasando en nuestras naciones hermanas? B. A. de la M. (Huelva-España)
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