Justo en los días en que en Nairobi, Kenia, miles de delegados de
cientos de países acuerdan sobre las catastróficas consecuencias de la
acción del hombre sobre el clima, un equipo internacional de
científicos que ha analizado más de 80 mil fósiles procedentes de tres
regiones de España, cree haber encontrado por fin una explicación
diferente a las masivas extinciones de especies en el planeta, Esta
teoría ha sido publicada en la última edición de la revista científica
“Nature”.
Según los expertos, los períodos de grandes extinciones y aparición de
nuevas especies coinciden de manera precisa con las oscilaciones de la
órbita de la Tierra alrededor del Sol.
“La órbita de la Tierra no es perfectamente regular”, explicó Jan van
Dam, paleontólogo de la Universidad de Utrecht (Holanda) y primer autor
de la investigación.
Igual que una peonza, la Tierra oscila a medida que gira, de modo que
su inclinación cambia siguiendo un ciclo de 41 mil años y los polos se
acercan más al Sol en unas épocas que en otras.
Al mismo tiempo, la forma de la órbita varía siguiendo un ciclo de 100
mil años: en unas épocas es casi circular -como en la actualidad-
mientras que en otras describe una elipse más alargada y se aleja más
del Sol durante algunos meses del año.
“La combinación de estos dos ciclos crea un patrón de ciclos más largos”, explicó Van Dam.
Es una simple cuestión matemática: piensen en el ciclo de los Juegos
Olímpicos -cada cuatro años- y en el ciclo de las décadas -cada diez
años- y ahora piensen cada cuánto se celebran los juegos en años
acabados en cero -cada veinte años: un ciclo más largo que cualquiera
de los dos anteriores-.
En el caso de la Tierra, este patrón de ciclos más largos crea
condiciones climáticas extremas cada millón de años para la inclinación
de la órbita y cada dos millones y medio de años para la excentricidad.
Si la órbita es muy elíptica, y el verano en el hemisferio norte
coincide con la época del año en que la Tierra se aleja más del Sol,
“entonces el norte del planeta tendrá veranos poco calurosos”, señaló
Van Dam.
Si esto coincide además con un período de mínima inclinación de la
Tierra, y por lo tanto el polo recibe menos radiación solar en verano,
se darán las condiciones para que se funda poca nieve polar en los
meses cálidos y para que se extienda un gran casquete de hielo
alrededor del polo norte.
Efecto en cadena
Las condiciones glaciares llevarán a “un mayor enfriamiento y una mayor
aridez en los continentes”, escriben los investigadores en “Nature”. Lo
cual a su vez limitará el crecimiento de las especies vegetales,
reducirá los alimentos disponibles para los animales, alterará los
ecosistemas y causará extinciones en cadena.
Por el contrario, en las épocas en que la órbita de la Tierra es casi
circular, los investigadores calculan que debe producirse un cambio
climático en sentido contrario, con humedad en lugar de aridez y
proliferación de especies adaptadas a estas condiciones húmedas.
El gran mérito de la nueva investigación, en la que han participado
científicos de la Universidad Complutense y del Museo Nacional de
Ciencias Naturales de Madrid, es que analiza más de 80 mil fósiles que
abarcan un periodo de 22 millones de años para comprobar si estas
predicciones teóricas son correctas.
Los fósiles proceden de yacimientos de Teruel, de Calatayud y del este
de Madrid y tienen una antigüedad de 2,5 a 24,5 millones de años.
Los análisis se han centrado en muelas de roedores porque son fósiles
que permiten identificar de manera fiable los animales analizados y
determinar el momento de aparición y de extinción de cada especie.
Los resultados muestran una sincronización precisa entre las épocas de
máxima extinción y aparición de nuevas especies y el ciclo astronómico
de dos millones y medio de años relacionado con la excentricidad de la
órbita terrestre.
En menor medida, se observa también una relación entre algunas
extinciones y el ciclo de un millón de años relacionado con la
inclinación de la Tierra.
“Nos hemos centrado en los roedores, pero las conclusiones se pueden extrapolar a otras especies”, declaró Van Dam.
Las oscilaciones de la órbita de la Tierra provocan “cambios climáticos
que afectan a todo el ecosistema y me sorprendería si otros animales no
sufrieran también sus efectos”.
A lo que no se pueden extrapolar las conclusiones, advierte Van Dam, es
a las extinciones futuras porque el sistema climático en estos momentos
es radicalmente distinto a cómo era en la época que ha investigado y
porque ha entrado en el juego un factor de extinción probablemente más
potente y más mortífero que los cambios de la órbita de la Tierra: el
ser humano.
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Sumamente interesante Escrito por Rodrigo Mora Goyenaga el 2006-11-21 13:57:37 Sin embargo, obvía el efecto antrópico en el cambio climático. Efecto que está acelerando las consecuencias de una posible nueva era glaciar. Debería de hacer un llamado a la conciencia colectiva hacia el respeto por la naturaleza y no dejar en el aire la sensación de que si algo pasa, es simplemente por causas naturales y así el ser humano se lava las manos. |