El
ingeniero forestal James K. Gasana, ex ministro de Defensa y de
Agricultura y Medio Ambiente de Ruanda, aseguró hoy que en Africa se
talan anualmente unos cuatro millones de hectáreas de arbolado y
subrayó que, si se mantiene ese ritmo de deforestación, "dentro de
pocos años, no habrá bosques en Africa".
Gasana, quien participa hoy en las jornadas "Africa imprescindible"
organizadas por diferentes colectivos sociales y ONG de Navarra,
declaró en conferencia de prensa que la deforestación es una cuestión
"de gran importancia mundial", ya que está vinculada al calentamiento
global del planeta.
Entre los años 2000 a 2005, resaltó, la deforestación mundial fue de
unos 13 millones de hectáreas al año, una cifra algo inferior a los 15
millones de hectáreas anuales del quinquenio 1995-2000.
El ex ministro ruandés, quien ha sido contratado por el Gobierno de
Indonesia para planificar la reforestación de las zonas asoladas por el
tsunami de 2004, señaló que la deforestación, además de contribuir a su
vez al calentamiento global, provoca el continuo desplazamiento de
miles de personas que residen en las áreas boscosas, lo que dificulta
la efectividad de las inversiones para mejorar su nivel de vida.
Gasana comentó que hay organizaciones que con "muy buenas intenciones"
plantean un boicot a los artículos elaborados con madera de estas zonas
que sufren una deforestación, sobre todo de Africa y el sureste
asiático, pero aseveró que esa medida es contraproducente porque,
cuando la venta de madera deja de ser rentable, se talan todavía más
hectáreas para producir otros cultivos agrícolas.
Sin embargo, Gasana reconoció que es difícil invertir esta tendencia y
conseguir un aprovechamiento sostenible de los bosques tropicales que
revierta en beneficio de la población local, ya que, en primer lugar,
los países afectados no disponen de recursos para invertir en una
explotación racional de las áreas boscosas y en investigación
científica.
Además, agregó, los países africanos, sobre todo aquellos que no
cuentan con recursos petrolíferos, se ven obligados a vender la madera
de sus bosques para pagar su "inmensa" deuda externa, generalmente
contraída por regímenes anteriores que utilizaron esos préstamos "más
para intereses personales o de grupo que para el interés general".
Gasana indicó que, además, a esta situación se suma el problema de los
numerosos conflictos armados existentes en Africa, que contribuyen a
una explotación acelerada de los recursos naturales para la
financiación de los mismos y a la existencia de la llamada "madera de
sangre", con lo que aumenta la degradación del medio ambiente en el
continente.
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