La "estructura de Kyoto"', un grupo de trabajo encargado de elaborar el programa de acción en el marco del sistema de emisión y absorción de gases de efecto invernadero en los bosques, acaba de ser creada como un emprendimiento de la Agencia Forestal en el Ministerio de Recursos Naturales de la Federación Rusa. Dicho organismo tendrá que formular las propuestas para crear un sistema de cuantificación de gases de efecto invernadero que se emiten en los sistemas ecológicos forestales, así como asegurar la base legal relacionada con esta actividad.

El grupo de trabajo está integrado, aparte del personal de la Agencia y de sus dependencias territoriales, por representantes de la ciencia básica y sectorial y miembros de organizaciones no gubernamentales.

Se puede afirmar que la mayor parte de la labor relacionada con la materialización del Protocolo de Kyoto recaerá sobre quienes trabajan en el sector forestal: desde científicos hasta guardabosques sencillos. Los macizos forestales en Rusia ocupan un 70% de su territorio y tienen una extensión de 882 millones de hectáreas (una cuarta parte de los bosques del mundo). 'El sector forestal puede y debe hacer un sustancial aporte a la suavización de los cambios climáticos y al cumplimiento de los compromisos que la Federación Rusa tiene asumida de conformidad con el Protocolo de Kioto -, manifiesta convencido Gueorgui Korovin, director del Centro de los Problemas de la Ecología y Productividad de los Bosques -. Los bosques son de hecho el único componente de la biosfera que es capaz de disminuir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera mediante la absorción de carbono y su almacenamiento duradero en la vegetación arbórea y en la sustancia orgánica muerta'.

Pero la realización práctica del potencial carbónico de los sistemas ecológicos de Rusia está vinculada con una labor ingente a ejecutar para realizar la repoblación forestal, mejorar la protección de los bosques contra incendios, plagas y enfermedades, así como para crear un eficaz sistema nacional de detección de fuentes y emisión de carbono en los bosques. Por ejemplo, se tendrá que contar las raíces de todos los bosques del país. 'Las raíces constituyen aproximadamente el 20-25% de la masa del árbol y participan en el proceso de fotosíntesis, y cuando mueren, desprenden una parte de carbono a la atmósfera -explica Korovin-. El problema radica en que en Rusia siempre importaba sólo la masa biológica que está sobre la superficie de la tierra, pero su parte subterránea también entra en el fondo general de carbono.

Desde luego que no se ha de entender literalmente la palabra "contar". Son únicamente idealistas quienes decidirán contar todas las raíces del bosque o todas las piedras en la orilla del mar. Se obrará según métodos especiales de que científicos disponen. ¿Sería dable hacer este inventario? Es que una vez en 5 años en Rusia tradicionalmente se realiza un inventario de bosques, pero siempre esta labor tenía por objeto determinar los bosques desde el punto de vista de su utilización industrial y las variedades de árboles.

Nadie ha pensado en, por ejemplo, saber cuántos árboles muertos tienen los bosques. Es que sobre el balance carbónico influye también la madera muerta: los árboles muertos aún en pie y los que han caído y se descomponen. Mientras que, por ejemplo, en los trópicos no hay madera muerta porque se pudre rápidamente, en Rusia, que es un país de altas latitudes, esta madera se tiene en grandes cantidades: hasta el 20% de las del mundo. Las raíces de los árboles muertos, árboles secos y caídos, así como hojas y agujas, todo son reservas de sustancias orgánicas de carbono y todo cuenta. Tampoco debe pasarse por alto el carbono del suelo, incluido el que contienen turberas y pantanos. Estos últimos ocupan en Rusia enormes extensiones y tienen una profundidad de varios metros.

Fuente: Argenpress.info