El derecho al territorio de los indígenas de la región, en base a sus
necesidades espaciales, ha sido atendido y -aunque quedan conflictos,
impugnaciones y pericias de campo pendientes- se puede afirmar que la
dotación de tierras esta concluyendo exitosamente, con las tierras
comunitarias de origen (TCO)
1. Multiétnico II(Ese Ejja, Cavineño y Tacana)
2. Chacobo - Pacahuara,
3. Cavineño,
4. Araona,
5. Yaminahua - Machinery,
6. Tacana - Cavineño (Rocha/Franco)
Estos territorios son la garantía de la reproducción autónoma de su
cultura material y espiritual en un horizonte de largo plazo.
Las culturas de estas etnias están heridas; las huellas del etnocidio
perviven hasta hoy; la lucha por el territorio detuvo el implacable
proceso de campesinización de estos pueblos, que en nombre de la
civilización sufrieron aculturación; sus sociedades desarticuladas y
sus lenguas prohibidas y reprimidas en la época del caucho, algunas
quedaron al borde de la extinción. El territorio ayudó a resignificar y
rescatar valores indígenas, a reescribir la historia, rivalizando con
la historia oficial, para visibilizar el lado oscuro y oculto del
genocidio y prácticas de esclavitud, de los colonos caucheros.
Los modelos de desarrollo rural, en la región, se los percibe como
apropiados para la economía campesina, cuyo enfoque tiene en cuenta el
mercado, las particularidades del medio físico-geográfico y el uso del
suelo atiende la vocación de la tierra; los modelos agroforestales
tienden a ampliar y diversificar la plataforma productiva, combinando
cultivos anuales, de corto plazo(arroz, plátano, yuca), con los de
mediano plazo (cacao, copoazu) y los de largo plazo (maderables); los
esfuerzos están encaminados a la utilización de especies de la región,
adaptadas al clima, al agua y las plagas; los sembradíos en la parcela,
imitan al bosque natural.
Sin embargo preocupa, que el actual modelo impulsando desde algunas
instituciones, no incorpore las particularidades de lo indígena, y
aplique tal cual, en las tierras comunitarias de origen indígenas, ello
puede fracturar, el reciente proceso de transición y recuperación de
estas sociedades. No se puede obviar que son culturas en riesgo, por
ello cualquier modelo de desarrollo, requiere un debate programático y
metodológico, sin aprensión a sus complejidades; hay que hacerlo ahora,
antes que los planes, programas y proyectos se implementen.
Se trata del futuro material y espiritual de esas etnias, urge
sistematizar las lecciones aprendidas, las de signo positivo y también
las negativas que aportan aquello que no se debe repetir, hay que mirar
desde los grandes ciclos productivos de la floresta amazónica, hasta
los pequeños proyectos de efímera duración, condenados mayoritariamente
al fracaso, por la imposición de lógicas productivas y organizativas
que no tienen en cuenta los saberes productivos de estas culturas.
Es central, encontrar las determinantes del éxito, sin idealizar lo
indígena y sin complejos de culpa histórica, que induzcan paternalismos
y atropellen procesos; apoyarse en estudios y facilitar la construcción
colectiva de una estrategia de desarrollo para cada tierra comunitaria
de origen, con humildad intelectual, que implica la disposición de
aprender y no enclaustrarse en los saberes institucionales y los
condicionamientos financieros, son claves virtuosas que junto a la
construcción de una política pública que integre visiones: de las
etnias y sus organizaciones, del estado y las instituciones que los
apoyan para la eliminación de la pobreza en un camino de bienestar y
reproductor de su cultura, es un desafío que no puede divagar con
modelos cosificados o con la retórica desarrollista.
Los pueblos originarios del norte amazónico, marcharon junto a sus
pares de otras etnias de tierras bajas y el movimiento campesino de la
región, por la constituyente, el territorio, la dignidad y la
soberanía; ese mandato de lucha, concentra sus sueños, sus aspiraciones
de vida; esperan de la constituyente un nuevo estado con una
institucionalidad que los incluya y promueva su cultura con bienestar,
proceso que está en marcha, muy a pesar de las fuerzas conservadoras
que se oponen al cambio, y las torsiones innecesarias provocadas por la
incomprensión del ritmo de los procesos; el territorio como espacio
vital de realización de su vida ya está garantizado. La dignidad y la
soberanía, son nociones que tienen que ver con altos valores del ser
humano, que estos compatriotas aspiran para sí; significa que quieren
tratar y ser tratados de esa manera.
¿Cómo será esa autonomía territorial? ¿Cómo encontrar equidad en un
escenario propicio pero competido por otras culturas hegemónicas?. Los
actores indígenas, los del estado y la sociedad civil, ¿serán capaces
de encontrar el camino que atienda sus particularidades con realismo y
creatividad?, Son algunas preguntas de fondo cuyas respuestas deberá
revelarse ante la nueva historia, que empieza a construirse incluyendo
lo indígena. Es útil recordar que es un mundo de alta diversidad que no
tiene una sola respuesta. No hay manuales, no hay recetas de cocina,
solo corazón, compromiso y talento. Las causas más nobles y complejas
del mundo fueron ganadas con esos ingredientes y esta no tiene por que
ser diferente.
Palmiro Soria
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