Las palabras de Illarionov son un ejemplo no aislado de lo que Bob May,
presidente de la Royal Society británica, ha denominado "lobby de escépticos
profesionales" y que financiados por las compañías petroleras de Estados Unidos,
sobre todo en los años 90, sigue hoy aún "activo".
Entre las petroleras
que señala May está Exxon Mobil, valuarte financiero del Instituto George C.
Marshall (al que aportó 90.000 dólares en 2003) y que en su último trabajo
minimiza los efectos del calentamiento global. Su colaborador en ese estudio: la
Scientific Alliance de Andrei Illarionov.
¿Por qué los
lobbistas
estadounidenses miran ahora hacia Londres? Porque el primer ministro británico,
Tony Blair, lidera el G8 (las siete mayores potencias más Rusia) justo en el
momento en el que el protocolo de Kyoto ha entrado en vigor para que 30 países
empiecen ya a reducir el efecto invernadero de la Tierra. Estados Unidos no está
entre ellos. Y esto a pesar de que su anterior presidente, el demócrata Bill
Clinton dejó una patata caliente a George W. Bush con la firma de Kyoto. Bush se
limitó a retirar la firma a principios de 2001. Kyoto, ha defendido el actual
inquilino de la Casa Blanca, es un protocolo injusto si sólo mira a los países
industriales (no exige nada a China), además de que puede causar la pérdida de
millones de puestos de trabajo. Y aunque hoy la tasa de desempleo en Estado
Unidos se sitúa ligeramente por encima del 5%, en los dos primeros años de su
mandato, sin que Kyoto tuviera nada que ver, más de tres millones de
estadounidenses se quedaron sin trabajo.
Dudas sobre el calentamiento
global
Kyoto establece que los países firmantes reduzcan sus
emisiones contaminantes para el periodo 2008-2012 en una media del 5,2% con
respecto a 1990. Estados Unidos, si no se hubiera desvinculado, tendría que
reducirlas un 6%. Pero Washington ha elaborado un plan alternativo en el que se
ha comprometido a reducir hasta un 12% la ‘intensidad’ de sus emisiones.
Intensidad medida en relación al PIB, en relación a la marcha de su economía y,
por tanto, en relación a algo que poco tiene que ver con el medioambiente.
La actual Administración republicana se ha atrevido incluso a poner en
entredicho la gravedad del calentamiento de la tierra. Hoy ya pocos lo hacen.
"No hay duda de que el clima del planeta está cambiando". Dennis Tispak
ha sido el presidente de la cita ‘Evitar el peligroso cambio climático’
celebrada los primeros días de febrero en Exeter (Reino Unido). Entre las
conclusiones más alarmantes: nueve de los últimos 12 años han sido los más
cálidos desde que hay mediciones de temperatura; se prevé un aumento de la
temperatura de entre 1,4 y 5,8 grados centígrados hasta 2100; el 75 % de los
glaciares de la península antártica están en regresión; el nivel del mar ha
subido entre 1 y 2 milímetros al año el último siglo; la acidez del CO2 en el
mar, a unos niveles que no se conocían en 20 millones de años, está acabando con
los corales; y plantas y animales aceleran su reproducción.
Pruebas del
cambio climático hay muchas, como también hay consecuencias: deshielo, subida
del nivel del mar, riadas, sequías, especies en extinción, nomadismo, inundación
de poblaciones de bajo litoral, desaparición de cultivos básicos.
El
estadounidense, el que más contamina
Incluso la Agencia de
Protección del Medioambiente de Estados Unidos (EPA) reconoce (ya lo hizo en
2002) que existe calentamiento global y que es gracias a los abusos del hombre
en el refino del petróleo, la generación de electricidad y la combustión de los
vehículos. Según sus datos, el estadounidense medio emite cada año 6.6 toneladas
de gases de efecto invernadero, una cantidad que no supera el ciudadano de
ninguna otra nacionalidad. Como tampoco es superable Estados Unidos como el
mayor contaminante mundial con un cuarta parte de las emisiones totales de CO2.
La EPA es la misma agencia a la que los presupuestos que Bush acaba de
llevar al Congreso recortan un 6% en detrimento del gasto general en defensa más
el extra de la campaña Irak-Afganistán.
Otros indicadores sobre
contaminación medioambiental no dejan en tan mal lugar a Estados Unidos.
Expertos de las Universidades de Yale y Columbia (EEUU) han presentado el
‘Índice de Sostenibilidad Ambiental 2005’, un ranking de 146 países en el que se
mide, entre otras cosas, la emisión de gases de efecto invernadero o la calidad
del agua. Estados Unidos se encuentra en el puesto 45, no muy mal situado (Reino
Unido está en el 66), pero muy lejos de su octavo lugar entre los países más
desarrollados según los criterios de Naciones Unidas.
La negativa de
Estados Unidos a Kyoto, sin embargo, no es unánime. Han sido ya muchas las
transnacionales estadounidenses que han guiñado un ojo a la compra-venta de
emisiones de efecto invernadero que prevé Kyoto para facilitar su cumplimiento
(los países que superen su nivel de emisiones tienen la ‘oportunidad’ de comprar
derechos de emisión a otros países menos contaminantes). Y lo han hecho reunidas
en torno al programa ‘Intercambio Climático de Chicago’ en el que participan
firmas como Ford, Baxter, Dupont, Motorola o IBM.
El motivo de este
guiño interesado al medioambiente es que estas empresas nacen en Estados Unidos,
pero negocian con países donde Kyoto entra en vigor. Empresas que, al menos, dan
un empujón más al país que más contribuye al efecto invernadero para que el
vigor de Kyoto, con Estados Unidos de su lado, frene de verdad el calentamiento
de la Tierra.
Fuente: Agencia de Informaciones Solidarias
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Escrito por Invitado el 2005-06-03 18:51:07 OK, buenísimo. |