Página 1 de 2 Llega
la Navidad, la alegría desborda las calles. Para unos, nace el
Salvador, el Hijo de Dios, para otros, sólo será un motivo de encuentro
familiar que nos haga olvidar los sinsabores del año que pasa, pero en
todos los casos se despierta la necesidad de ofrecer un pequeño detalle
que, a modo de recuerdo, sirva para testimoniar el afecto, y así
iniciamos las ofrendas con algo más que oro, incienso y mirra. Comienza
la mayor escalada del consumismo que el capital ha podido inventar para
el mundo desarrollado, y en el que son cómplices indirectos el insigne
Papá Noel, y nuestros queridos Reyes Magos.
Las multinacionales, ese ente mercantil creado para generar dinero,
promueven miles de puestos de trabajo, en todas las partes del mundo
que ofrezcan mano de obra barata, para fabricar los millones de regalos
que se intercambian los ciudadanos del planeta, en tan sólo quince días.
Miles de millones de euros se mueven con frenesí en un mercado al que
las comunicaciones y transportes facilitan su expansión; un mercado
poderoso que usa de las nuevas tecnologías para ofrecer al cliente
caprichoso y consumista, un objeto inútil que, al ser pomposo y
llamativo, cubrirá el principal motivo de su adquisición, cumplir con
el mensaje subliminal que se nos ha ido inculcando desde niños, "la
obligación del regalo en fechas concretas", para así tranquilizar la
conciencia por no haberte demostrado el resto del año la solidaridad y
el aprecio debido, por no entregarte mi mano cuando la necesitabas, por
olvidarme de corresponder a tu ayuda, por no haber sido más humano y
haber pretendido abusar de tu confianza, y para paliar esos olvidos y
otros muchos más, hemos aprendido a decir "te quiero" en unas fechas
especiales, y a entregarnos un "regalo".
Un análisis superficial de las causas y consecuencias de ésta última
actuación, nos transporta al submundo de los "niños esclavos" que, con
sus manos dúctiles y sensibles, inducidas por la necesidad que da el
hambre, ejercen desde los diez años una intensa actividad laboral para
fabricar los juguetes y otros artículos de consumo que, otros niños
privilegiados del primer mundo disfrutarán, ¡así es la vida!.
Pero detrás subyace la sombra de las grandes empresas del mundo
"civilizado", que hacen riqueza con la explotación de más de
cuatrocientos millones de niños del tercer mundo, según datos de la
UNICEF. Emporios gigantescos de poder y de ambición que algún día
sucumbirán ante el levantamiento de las masas que, azuzadas por la
miseria y el odio al opresor, destruirán el mundo que los sostiene.
Será una revolución más en la reciente historia de la humanidad.
Y como consecuencia directa e inmediata del día a día, descubrimos que
estamos esquilmando los recursos naturales, disminuyendo de forma
acelerada las materias primas con las que fabricamos los preciados
"regalos"; que el despilfarro con que se usan ciertos materiales, como
es el caso de los plásticos, plomo, estaño, aluminio, etc., así como la
falta de rigor en el control y tratamiento de los residuos peligrosos
que su manipulación genera, está produciendo nocivos subproductos
contaminantes que afectan a la salud de operarios y usuarios, y
generando daños irreversibles a la calidad ambiental de las aguas, de
la atmósfera y del subsuelo que cobija al ser humano, y que a modo de
ejemplo, se está reflejando en el incipiente cambio climático actual.
Por Navidad, la basura doméstica se elevará un 30 % más sobre ese
kilogramo habitual que, por persona y día, se genera en las grandes y
medianas ciudades. Los desechos principales seguirán siendo el papel,
cartón, vidrios y envases, pero después de Reyes, también aumentarán
muy notablemente los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos
procedentes de juguetes infantiles que contienen cromo, plomo, estaño,
mercurio y cadmio y otros componentes peligrosos de las tarjetas
electrónicas, pilas y acumuladores que generan el gracioso movimiento
articulado de los robots que hacen las delicias de nuestros hijos, y
que proceden del tercer mundo fabricados por niños esclavos.
Un disfrute consentido por los mayores para lograr la felicidad de
"sus" pequeños, quienes podrían no llegar a conocer la calidad
ambiental en "su" futuro, cuando crezcan, porque sus
predecesores, esos que tanto cariño les tenemos, no hemos sido capaces
de controlar los problemas del presente.
especial para barrameda.com.ar
Benito A. de la Morena
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Es demasiado Escrito por Slendy el 2006-08-09 23:52:54 No sé que tan real sea el hecho de que grandes empresas utilicen menores de edad para fabricar juguetes y en efecto la basura aumenta en esta época del año, ya que hasta yo hago limpieza en casa y desecho lo que no me sirve, pero diste a conocer un problema, ¿dónde esta la solución? o ¿dónde está el comentario sobre qué se podría hacer para apaciguar un poco este inconveniente?. Hay que aportar ideas y generar soluciones no sólo reportar problemas y malas noticias. Piensa en estrategias de reciclaje o cómo debemos desechar lo que no nos sirve, por que hasta tú desechas basura. No lo olvides. | |