
Hay
una destrucción irreversible de la biodiversidad mundial como resultado
de las actividades humanas, por lo que más de 700 científicos de todo
el mundo realizan la llamada “Declaración de Oaxaca”, en la urgen a los
gobiernos del planeta a tomar acciones, desde construir un panel global
que estudie y proponga soluciones, hasta enfrentar este problema como
un asunto mundial, de primer orden.
La destrucción es tan profunda que 90 por ciento de las especies de los
océanos ha desaparecido, y en tierra, enfrentamos la tasa de extinción
de especies más acelerada en toda la historia del planeta, aseguró Jane
Lubchenco, la más influyente ecóloga marina del mundo.
Peter Raven, director del Jardín Botánico de Missouri y uno de los más
prestigiados ambientalistas científicos del mundo, señaló que la
estabilidad de México depende de cómo se maneje la biodiversidad, y
explicó que los problemas sociales son sólo cuestión de tiempo cuando
se deterioran los ecosistemas, como ya se puede ver en Brasil, Asia y
África, donde se enfrentan ya hambrunas y la reaparición de
enfermedades que se creían ya controladas, como la malaria.
“Estamos a un paso de que toda la destrucción de la biodiversidad se
convierta en un asunto sin retorno. Si no hacemos algo categórico
ahora, será demasiado tarde, si no es que ya lo es”, afirmó Anne
Larigaudiere, directora ejecutiva de Diversitas, la organización
promotora de esta Primera Conferencia Científica sobre Biodiversidad.
En la conferencia inaugural, el director científico de Diversitas,
Michel Loreau, aseguró que entre los principales retos de la comunidad
científica internacional es enfrentar a la ya conocida como Sexta
Extinción, mil veces mayor que todo el registro fósil.
“Las poblaciones de vertebrados declinan como nunca antes, y la
domesticación de especies de plantas y animales ha reducido la riqueza
genética, e incrementado la tasa de reducción de biodiversidad” explicó
Loreau, que hace su investigación en la Universidad de McGill, en
Canadá.
Para Loreau, es importante saber cuánta diversidad hay en el planeta, cómo está cambiando y sobre todo, por qué está cambiando.
“Solo así podremos saber cuáles son las consecuencias sociales y cómo
aprender a manejar la biodiversidad sin destruirla”, explicó.
Señaló también que existe una gran fragmentación de la información disponible, que impide un uso adecuado de la misma.
“Hay duplicaciones y omisiones entre las mismas disciplinas
científicas, los tipos de ecosistemas y los organismos. No se ha
estudiado como un todo, y eso es básico para saber a qué nos
enfrentamos realmente”.
Humanos en extinción
Peter Raven aseguró que la tasa de desaparición de especies es la mayor
en los últimos 650 millones de años, pero que nunca se habían
enfrentado a destrucción de habitat y caza o pesca selectiva de las
mismas, que tiene efectos catastróficos en la cadena alimenticia del
propio planeta.
“No sólo es grave la desaparición de especies carismáticas como el
tiburón, sino que al eliminar el predador principal de una cadena, las
especies en el escalón de arriba toman su lugar, devastando las de
abajo, y así sucesivamente, hasta impactar severamente en las
poblaciones de base, generalmente plantas, que pueden llegar a
desaparecer, como ya se ha registrado”, explicó Raven.
Peor los humanos viven también en esa cadena, añadió.
México es un ejemplo de cambio de habitats y presión ecológica. Ha
crecido 10 veces su población en los últimos 50 años, pero al mismo
tiempo, hoy esa cantidad mayor de personas viven en un ambiente
modificado.
“Sólo en cuestión de bosques, se pierden en este país 700 mil hectáreas
anuales de bosques, al tiempo que aumentan los requerimientos de los
servicios que prestan los bosques. Aumenta el consumo y la tecnología,
mientras se destrozan los recursos”, añadió.
Además, dijo, es profundamente inequitativo. “Los menos favorecidos
pierden más siempre, ya que no sólo se quedan sin recursos primarias,
sino que esta pérdida es irreversible”, aseguró.
Recuperación oceánica en México, un ejemplo mundial
Jane Lubchenco, especialista de la universidad de Oregon, explicó que
en México existen áreas de recuperación de sistemas oceánicos que son
ejemplo mundial.
En Baja California hay regiones de recuperación de especies que han
mostrado gran éxito, señaló la ecóloga marina de la Universidad Estatal
de Oregon.
La pesca de tiburón, atún, marlín, pez espada, en tres décadas, ha
provocado cambios profundos en las poblaciones de especies marinas. El
suelo marino actual es el océano del futuro, y debemos detener la
sobrepesca o no podrán recuperarse, explicó.
Pero el esfuerzo es “por mucho, insuficiente. Si reunimos todas las
zonas de protección oceánica del mundo no alcanzamos ni el 1 por ciento
del total del planeta. Y es un procedimiento muy prometedor”, señaló la
reconocida ecóloga marina.
Estudios realizados en México y otras partes del mundo señalan que en
esas zonas hay crecimiento de la masa de 400 por ciento en relación con
las zonas sin protección.
El tamaño importa
Si los peces crecen como en las zonas de reserva, que alcanzan hasta
200 por ciento de aumento de talla, crece también la diversidad
genética y el número de individuos que reproducen.
“Los peces roca, por ejemplo, crecen en mar abierto hasta 35
centímetros, y al desovar, ponen alrededor de 150 mil pececillos. En
zonas protegidas, alcanzan una talla de 70 centímetros, y ponen sus
hembras hasta 1.7 millones de formas juveniles. La diferencia en
enriquecimiento biológico es enorme”, aseguró la ecóloga estadunidense.
(R. Aranda en Oaxaca)
“Es muy poco lo que hemos hecho en el país”:
El problema de la biodiversidad es tan grave que las decisiones son
demasiado importantes para dejárselas a los políticos, aseguró Adrián
Fernández, director del Instituto Nacional de Ecología, al participar
en la Conferencia Diversitas en esta ciudad.
“Los científicos deben levantar la voz, no basta tener el conocimiento,
hay que impulsarlo hasta que forme parte de la toma de decisiones”,
aseguró Fernández, al dar la bienvenida a los más de 700 especialistas
de 60 países reunidos para discutir los retos de la biodiversidad.
“Es muy poco lo hemos hecho en México a pesar de tener información
respecto de las afectaciones a la biodiversidad, quizá de las más
avanzadas del mundo, gracias a la Conabio”, aseguró.
El cambio climático ya está afectando de manera dramática, igual a países desarrollados que a naciones pobres, añadió.
“En Europa, la ola de calor de hace tres años provocó 20 mil muertes
adicionales, y se está documentando que se debió a la contaminación del
aire. La marea roja cada vez es más grave, y el paludismo, que se creía
ya controlado, regresa con fuerza en regiones endémicas, pero también a
zonas nuevas, lo que hará más difícil su abordaje”.
Fernández aseguró que uno de los grandes avances en materia de
biodiversidad y ecología fue aprender que las acciones locales tienen
impacto global.
“El éxito del Protocolo de Montreal sobre las emisiones de gases que
afectan la capa de ozono es un caso de éxito global importante. En
algunas ciudades, la calidad del aire mejora, pero nada de ello es
suficiente. Simplemente nos dice que las acciones tendientes a mejorar
las cosas en esta materia funcionan si son bien hechas.
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