La legislación ambiental prevé sanciones de seis a 18 meses de prisión, casi
siempre el condenado tiene la posibilidad de cumplirlas en libertad y muchas
veces a los extranjeros se les permite irse tras firmar un documento de
compromiso.
Un proyecto preparado a fines del 2003 por el Ministerio del
Medio Ambiente tipifica el delito de biopiratería y prevé elevadas multas y
hasta 12 años de prisión para los culpables.
El texto está hace más de un
año bajo evaluación de la Casa Civil de la Presidencia y el lento avance se
atribuye a la multitud de intereses que involucra, al lobby de laboratorios
privados por penas más bajas y hasta discrepancias en el gobierno.
El
Ministerio de Justicia, según el diario O Globo, considera las penas previstas
demasiado rigurosas, pues son mayores que las establecidas para otros delitos de
mayor potencial ofensivo.
El combate a la biopiratería, además del vacío
legal existente y de los medios cada vez más modernos que usan quienes la
practican, se dificulta por la falta de recursos para combatirla.
La
Amazonia, responsable por el 73 por ciento de la biodiversidad del planeta,
alcanza en territorio brasileño una extensión de cinco millones 109 mil 812
kilómetros cuadrados, equivalentes a casi 70 por ciento del área total de ésta y
60 por ciento de la de Brasil.
Sin embargo, para vigilar tan extensa región,
el Institututo del Medio Ambiente sólo dispone de 360 fiscales y la Policía
Federal de apenas 20 agentes.
Brasil origina un 10 por ciento del tráfico
mundial de animales, en lo cual actúan de 450 a 500 bandas que retiran de la
naturaleza unos 38 millones de ejemplares por año, según el ambientalista Dener
Giovanini, segundo brasileño que recibe el Premio Sasakawa del Programa de Medio
Ambiente de la ONU.
Giovanini declaró al diario Jornal do Brasil que de cada
10 animales capturados, sólo uno sobrevive.
Aseguró que el tráfico de
especies protegidas, muchas veces vinculado al de piedras preciosas y de drogas,
sólo es superado en lucro obtenido por este último y por el de armas, y agregó
que la escasa repercusión que tuvo aquí su premio es indicativa de que apenas se
está comenzando en la lucha contra ese fenómeno.
Asimismo estimó que, para
combatir esta práctica ilícita, la legislación ambiental brasileña no es buena,
pues "es bonita por fuera, pero prácticamente no se aplica", además de que las
penas alternativas que prevé "no asustan a personas involucradas en la tercera
actividad más lucrativa del mundo".
Según Giovanini, el 60 por ciento de los
animales capturados en Brasil abastecen el mercado interno y el resto se destina
principalmente a Estados Unidos, Europa y algunos países de Africa.
Existen
muchos ejemplos de los problemas que enfrenta el combate a la biopiratería, como
el del alemán Marc Baumgarten, detenido en febrero del 2001 con un cargamento de
arañas cangrejeras y liberado porque el Ministerio Público consideró que esos
insectos no entran en la definición de animales silvestres.
En el 2003 se
descubrió que Baumgarten contrataba niños para capturar arañas, a quienes pagaba
poco más de un dólar por ejemplar, con el resultado de que varios de ellos
fueron picados por los insectos.
Una investigación más detallada detectó que
él había entrado en Brasil 10 veces desde 1994 y que vendía las especies
capturadas por valores que llegaban hasta más de tres mil euros el ejemplar.
Los modernos recursos tecnológicos usados por los traficantes son otro
problema. En febrero pasado, los alemanes Dirk Helmut Reinecke y Tino Hummel
fueron detenidos en Manaus con un cargamento de peces amazónicos de venta
prohibida.
El descubrimiento fue casual, debido a que la Policía Federal
sospechó de la cantidad de piezas de equipaje que cargaban y decidió abrir las
cajas, en las cuales se hallaron 280 peces de 18 especies, algunas aún no
catalogadas.
El contrabando no se detectó por los procedimientos habituales
porque revistieron las cajas de poliespuma de un tipo de aluminio inexistente en
Brasil que impedía detectar su contenido por la máquina de rayos X.
A esto
se suma que, de acuerdo con la estimación oficial en Brasil, la Amazonia ya
perdió 16,3 por ciento de cobertura forestal debido a la indiscriminada y muchas
veces ilegal explotación maderera, mineral, ganadera y agrícola.
Carlos
Nobre, del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales, admite que Brasil tiene
la mayor área deforestada del mundo en función de su tamaño.
Fuente: Madrid.digital
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Escrito por Invitado el 2006-11-12 16:54:13 Cuidar en medio ambiente es responsabilidad de todos, simplemente obserbar y querjase no ayudará en nada. Pongamos algo de nuestra parte y cuidemos de nuestro planeta, aunque sólamente sea en nuestro hogar. Si todos fuéramos conscientes de lo que hacemos será mejor... |