 Las
dos próximas décadas habrá en la cuenca del Mediterráneo un incremento
de la fractura social y económica entre los países de las dos riberas y
una mayor degradación del entorno, según un informe del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Se trata del llamado "Plan Azul", un observatorio del medio ambiente y
del desarrollo sostenible de la cuenca mediterránea impulsado por la
ONU en los años 70 y financiado por una veintena de países ribereños.
Presentado hoy en París, el estudio ofrece un panorama a veces sombrío
de la evolución de diversos aspectos demográficos, turísticos,
económicos y energéticos, ya que se trata de un texto que plantea
hipótesis y escenarios hasta 2025.
El documento, elaborado con aportaciones de unos trescientos expertos
en diversos ámbitos, parte del hecho de que en la cuenca del "mare
nostrum" viven en la actualidad cerca de 430 millones de personas, pero
en las próximas dos décadas esa cifra se incrementará en unos cien
millones.
El cambio climático provocará un incremento medio de la temperatura de
un grado centígrado, mientras que en el ámbito económico el crecimiento
medio anual del PIB del conjunto de los países de la cuenca será del
2,7 por ciento hasta 2025.
Mientras avanza el fenómeno de la globalización y el proceso de
construcción europea la cooperación euro-mediterránea y la integración
sur-sur se mantendrán "relativamente débiles", según el texto,
presentado hoy por el director del "Plan Azul", Ghillaume Benoit y el
coordinador del Plan de Acción para el Mediterráneo del PNUMA, Paul
Mifsud.
Las políticas medioambientales son más de curar que de prevenir, porque
su integración en las estrategias de desarrollo económico es todavía
escasa.
Por eso el informe recomienda un cambio de fondo en la actitud de los
países a través de la puesta en práctica de políticas nacionales de
integración del medioambiente y del desarrollo, así como un vasto
esfuerzo de cooperación multilateral, tanto en el eje norte-sur como en
el sur-sur.
El documento, que se ha culminado después de cuatro años de trabajos,
alude al estado de los recursos que hacen posible la vida en el planeta
y menciona de manera destacada el agua, que en los países de la cuenca
mediterránea es una bien "escaso, frágil e irregularmente repartido".
En 2000 había 108 millones de personas "pobres en agua", expresión que
quiere decir que cuentan con menos de mil metros cúbicos por habitante
al año.
La situación no mejorará demasiado y en 2025 la previsión es que habrá
63 millones de personas con menos de quinientos metros cúbicos de agua
al año.
La región seguirá siendo dependiente de las energías fósiles (carbón,
petróleo, gas), que serán el 87 por ciento del total de la consumida y
con el paso del tiempo la demanda energética aumentará en mayor
proporción en el sur que en los Estados de la orilla norte.
El litoral mediterráneo, que alcanza los 46.000 kilómetros, padece una
creciente tendencia a la urbanización, que afecta ya al cuarenta por
ciento de ese territorio.
Este problema será tratado la semana próxima en una conferencia
ministerial sobre la protección del medio ambiente que tendrá lugar en
Eslovenia, con la posibilidad de que se acuerde debatir un protocolo
para poner límites a la edificación en el litoral.
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