Página 1 de 2 Vivimos
en una época en la que las energías alternativas parecen ser las
soluciones aparentes con las que remediar el caótico "orden" mundial en
el que actualmente nos vemos inmerso los plebeyos. Y es que, nosotros,
los ciudadanos obedientes, esos que sólo hemos tenido como meta
trabajar para comer, y hemos dejado en mano de los jerarcas la elección
de las rutas por las que deberían de ir los "caminos del mundo", hemos
sido siempre excesivamente confiados.
Unos dejan en manos de Dios la salida de las crisis, merced a una
fe que reconforta el espíritu; otros más escépticos pretenden encontrar
en los "académicos" las soluciones a los problemas que se escapan de
nuestra comprensión; algunos aceptan el poder que la fuerza
representa, y pagan gustosamente para ser defendidos de todo aquello
que pudiera resultarnos peligroso; los más, se entregan al "becerro de
oro" como solución a los males mundanos, pues han perdido la fe en el
espíritu y sólo pueden ver en lo material la salvación al hambre y la
miseria; también están los inconformistas que promueven revoluciones
contra el poder, y los que se suicidan.
En todos los casos mencionados, y en aquellos otros muchos que no lo
han sido, se derrochan una energía envidiable que supera los, no sé
cuantos, pero muchos, megatones, y es que como la energía ni se crea ni
se destruye, es capaz de mantenerse de forma etérea hasta que precisa
aparecer de forma material y entonces, se transforma.
El derroche de energía que los humanos hemos realizado en las últimas
décadas es inusitado, inútil, inusual, increíble e inadmisible, pero
considerando la ciega obsesión del "poder" que dimana del escaso
cerebro que utilizamos, se llega a la conclusión de que todo es posible
en este mundo de dioses, por ello nos encontramos ahora, como nos
encontramos, es decir, con miedo en el cuerpo pues hemos reventado la
"Caja de Pandora", la de los truenos, y la Naturaleza nos está zurrando
la "badana" por haber abusado de ella.
Tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes, ciclones y tifones, siempre
los ha habido y los habrá mientras el planeta exista, es decir, durante
los próximos seis mil millones de años, más o menos, pero lo que el ser
humano ha dañado a la Naturaleza, es algo que supera todas las
expectativas posibles.
Hemos deforestado inmensas zonas boscosas para hacer muebles y
aprender a escribir sobre el papel, con lo que hemos creado zonas
desérticas que alteran el clima local, regional o zonal, según la
extensión de la zona deforestada; simultáneamente se ha emitido a la
baja atmósfera millones de toneladas de productos que han elevado su
temperatura provocando un efecto invernadero que está generando un
desacople entre el normal comportamiento atmósfera-océano,
intensificado por la elevación de las temperaturas marinas a causa de
los vertidos industriales y urbanos que de forma continuada se genera
desde las zonas habitadas del llamado "primer mundo"; algunos de los
polucionantes emitidos corresponden a productos que destruyen la capa
de ozono, permitiendo la entrada de determinadas radiaciones solares
que dañan los ecosistemas, incluidos los humanos, y provocan nuevas
alteraciones en los mares y en la tierra; y ello sin contar las
emisiones a la atmósfera de las aeronaves civiles y militares, y las
explosiones nucleares que, bien en el subsuelo o en la superficie, se
han producido de manera continuada durante varias décadas de un pasado
muy reciente, en la lucha por consolidar el poder del más fuerte.
A grandes males, grandes remedios dice el refrán español, por ello ante
esta pérdida de energía debe aparecer un aporte megatónico que tienda a
equilibrar el sistema, y en lo que a la moral se refiere, ya se está
produciendo con una inmensa corriente de creyentes en muy variadas
religiones (mormones, testigos de Jehová, cristianos, islamistas,
budistas ...) con las que aportar mejores métodos de comportamiento;
algunas suelen acabar engendrando odio y utilizan la fuerza de sus
armas para destronar al poder internacional instituido, también por la
fuerza de otras armas que, procedentes del primer mundo, han servido
para esquilmar voluntades del tercer mundo que padece de hambre y
miseria; los académicos buscan en la "píldora de hidrógeno" la solución
a los problemas energéticos e inventan un sistema altamente concentrado
con el que almacenar el hidrógeno dentro del vehículo tradicional, un
invento de ingenieros daneses que ha puesto a punto una tecnología que
podría dar a los coches la misma autonomía que las que disfrutan los
vehículos de gasolina, y que satisface a las multinacionales que no ven
ahora peligrar sus imperios; alternativamente se hacen esfuerzos para
la generación de energía solar-térmica, solar-fotovoltaica,
mareomotriz, eólica y la procedente de la biomasa; se aplica el
protocolo de Montreal para minimizar la emisión de gases que destruyen
la capa de ozono; se pretende controlar vía Kyoto la emisión de gases
de efecto invernadero y se crea un mercado de emisiones que, sin ser la
panacea, es lo mínimo que nos permite el mercado económico de orden
mundial; se habla de eliminar los innecesarios vuelos estratosféricos,
militares preferentemente; y se consiguió paralizar las explosiones
nucleares.
Ello unido a que se está intentando buscar alternativas que controlen
la deforestación, la consiguiente desertización y el problema añadido
de agua para abastecimiento rural y urbano, es lo que permite aún
contemplar una ligera esperanza de que el ser humano está empezando a
actuar de una manera consecuente con la magnitud del problema,
aplicando soluciones que, yo me atrevería a denominar, de energéticas,
y así aplicar ese otro brillante mensaje de nuestro refranero que dice,
"nunca es tarde, si la dicha es buena", y al que otro responde, sí,
pero "no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy".
especial para barrameda.com.ar
Benito A. de la Morena - Huelva España
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Claves: Vida o muerte. Escrito por Julio G. Fandiño el 2005-11-03 14:30:36 Utopía, nueva civilización, cosmovisión indígena, vida contra la muerte, sistema económico alternativo, no al desarrollo de las fuerzas productivas. Ni el capitalismo ni el socialismo están impregnados en sus resultados de las claves anteriores. Tenemos que inventar, ya erramos, preciso es re-inventar. Corregir es capitalismo con rostro humano, socialismo ecológico. Corregir es lo sustentable en la economía. Corregir es correr la arruga, tenemos que inventar otra salida para la vida propia, del planeta, de Dios. Julio G. Fandiño Caracas Venezuela Proyecto Utopia Tercer Camino globautopía@yahoo.es | |