El
mes pasado, septiembre, trascendió el estudio de seguimiento más
reciente sobre el calentamiento global reveló que se está alargando la
temporada sin nieve en Alaska. Mientras el planeta se calienta y las
capas de hielo y los glaciares comienzan a derretirse, la mayoría de
los científicos dedicados a las consecuencias que tales fenómenos
producirán se preocuparon por la forma como responderá la Tierra y por
el impacto que tendrá el cambio climático.
¿Las inundaciones se volverán cosa de todos los días o se agrietará la
tierra? ¿Brotarán huracanes y tifones en lugares donde nunca se habían
producido? ¿El nivel del mar se tragará algunas de las tierras más
fértiles del mundo, junto con millones de hogares? Todas estas
inquietudes son válidas, pero ahora resulta que el impacto del
calentamiento global podría ser peor de lo que imaginamos.
Las capas de hielo están formadas de agua en su mayor parte, pero
durante el proceso de congelación podrían haber incorporado también
organismos como hongos, bacterias y virus.
Algunos científicos creen que el cambio climático desencadenará
antiguas enfermedades conforme las capas de hielo se derritan y las
bacterias y virus se descongelen. Enfermedades que creíamos
erradicadas, como la poliomielitis, podrían reaparecer, en tanto virus
comunes como el de la influenza humana podrían tener un efecto
devastador si los glaciares liberan, al derretirse, una cepa contra la
cual no tengamos resistencia. Más aún, podrían resurgir nuevas especies
desconocidas para la ciencia. Y no sólo los humanos peligramos:
animales, plantas y criaturas marinas podrían también padecer con el
resurgimiento de microbios del pasado.
En 1999, Scott Rogers, de la Universidad Estatal de Bowling Green, en
Ohio (Estados Unidos), y sus colegas reportaron haber encontrado el
tobamovirus, mosaico del tomate (conocido en inglés con la abreviatura
ToMV), en 17 secciones diferentes del núcleo helado de dos lugares
ubicados en la zona de hielos flotantes de Groenlandia. Al
descongelarlas en el laboratorio se reveló que este patógeno común de
la planta había sobrevivido durante 140 mil años atrapado en el hielo.
"El ToMV pertenece a una familia de virus con una capa protectora
proteínica particularmente resistente, la cual la ayuda a sobrevivir en
estos ambientes extremos", señaló Rogers.
Hallazgos en todo el planeta
De entonces a la fecha Rogers ha encontrado muchos otros microbios en
muestras de hielo de Groenlandia, la Antártida y Siberia. Y se trata
sólo de la punta del iceberg microbiano. En los diez años pasados los
biólogos han descubierto hongos, virus, algas y levaduras hibernando
bajo hasta cuatro kilómetros de hielo sólido, en ubicaciones de todo el
planeta.
En fechas más recientes Rogers y sus colegas descubrieron el virus de
la influenza humana en un lago siberiano congelado desde un año atrás.
"Este virus no es tan correoso como el ToMV, pero el hallazgo demostró
que es capaz de sobrevivir en hielo", comentó Rogers. Esta cepa
particular de influenza llevaba apenas un año en hibernación y no
representa mucho peligro para humanos, pero muestra que existe un
potencial de que virus humanos sobrevivan mucho más tiempo al proceso
de congelamiento. Imaginemos qué pasaría si reaparecieran cepas más
antiguas y mucho más virulentas, como la que causó la epidemia de
influenza española, la cual mató entre 20 y 40 millones de personas.
No todos los científicos se han convencido con estos hallazgos de
virus, y algunos alegan que podrían haber llegado al hielo por
contaminación durante la perforación. Rogers está seguro de que no es
así. "Utilizamos hipoclorito de sodio para descontaminar la cara
externa del hielo, y luego seguimos con la extracción o derretimiento
de una sección interna del núcleo", explica.
Así pues, si estos virus han estado atrapados en el hielo miles de
años, ¿cómo llegaron allí?. Según Rogers, una forma muy efectiva que
tienen los virus de viajar por todo el mundo es de aventón en las
entrañas de las aves migratorias. "El lago helado siberiano donde
encontramos el virus de influenza humana está en una ruta de aves
migratorias. Es la forma más probable", indica. Otros modos de
transporte podrían ser en mamíferos acuáticos como focas, adosados a
granos de polvo, o a través de ríos o corrientes oceánicas.
"Los seres humanos han prevalecido más en zonas del norte durante largo
tiempo, así que es más probable que los virus humanos se hayan
congelado en capas de hielo del hemisferio norte", precisó Dany Shoham,
uno de los colegas de Rogers, de la Universidad Bar-Ilan de Israel. Los
humanos han vivido miles de años cerca de glaciares en los Alpes, de
los fiordos de Escandinavia y de lagos congelados siberianos, lo cual
se vuelven un salto fácil para virus que buscan un lugar para hibernar.
Eso no significa, aclaró Shoham, que las capas de hielo del hemisferio
sur estén libres de virus.
Resistentes y temibles
Por fortuna, no todos los virus seguirán siendo viables después de
hibernar en el hielo. "De rutina mantenemos los virus a menos de 80
grados centígrados cuando queremos guardarlos en el laboratorio, de
modo que sí pueden sobrevivir al congelamiento, aunque a menudo son
frágiles a procesos como el de congelamiento/licuefacción", explicó
Geoffrey Smith, jefe del departamento de virología del Colegio Imperial
de Londres. En el laboratorio es posible descongelar virus con
delicadeza, pero a la intemperie están sujetos a extremos climáticos.
Sólo los que contengan la resistente capa proteínica, como el ToMV,
podrán retener toda la información que necesitan mientras se congelan y
descongelan en repetidas ocasiones. Esto descarta multitud de virus
humanos, pero deja unas cuantas opciones temibles, como viruela, polio,
hepatitis A y, desde luego, influenza.
Shoham cree que el virus de la influenza es el que tiene mayor
probabilidad de surgir del proceso de congelamiento/descongelamiento en
aptitud de reinfectar humanos. "Cuenta con las propiedades que le
permitirían sobrevivir en el hielo y la capacidad de transferirse entre
animales y humanos una vez fuera", señaló. Más aún, sostuvo que una
antigua versión de la influenza humana podría ser un arma potente. "Los
virus antiguos son más peligrosos, porque la inmunidad natural de la
especie se reduce con el tiempo. Después de una o dos generaciones, se
elimina". Los virus que habitan en el agua, como la hepatitis A y la
polio, son menos amenaza porque requieren de las corrientes de agua
para llegar a sus víctimas.
Un escenario preocupante sería la creación de un supervirus mediante la
recombinación de cepas antiguas y modernas. "Si uno solo o dos genes de
una influenza antigua se intercambiaran con la moderna influenza aviar,
se volverían contagiosos y generaría una nueva pandemia", advirtió
Shoham.
Al ocultarse en el hielo durante miles de años, los virus pueden evitar
condiciones adversas en la superficie de la Tierra, por ejemplo
huéspedes con fuerte inmunidad. Rogers y sus colegas creen que estas
"vacaciones heladas" podrían ser inclusive parte deliberada de la
evolución de los virus.
Si en realidad los virus se ocultan periódicamente en capas de hielo,
debe de haber evidencia de pandemias que ocurrieron durante periodos
más cálidos en el pasado. "Es posible vincular sucesos históricos con
brotes de patógenos específicos, como la influenza y el cólera", indicó
Rogers.
Hasta ahora ningún equipo ha logrado demostrar este vínculo, pero
Rogers y sus colegas se proponen investigarlo más a fondo.
Evidencia de riesgo
Así pues, ¿qué tan alto es el riesgo que estos virus congelados
representan en realidad? Sin una evidencia definitiva de que sean
capaces de completar el ciclo completo de
congelamiento/descongelamiento y volverse infecciosos de nuevo, es
difícil decirlo.
Algunos científicos no están demasiado preocupados, en tanto otros creen que vale la pena investigar más.
"Es concebible que los virus sobrevivan congelados miles de años, pero
eso no está en primer lugar entre mis preocupaciones. Tenemos bastante
en qué pensar con el número de virus peligrosos que andan por allí en
alta concentración hoy día", expresó Geoffrey Smith.
Entre tanto, Dany Shoham cree que las consecuencias potenciales son
demasiado sombrías para pasarlas por alto. "En general, la probabilidad
de infección por un virus antiguo es baja, pero una vez que ocurra el
impacto será enorme", estimó. "Sin embargo, este mecanismo de
congelación es tan complejo, bajo e impredecible, que no hay nada que
podamos hacer para protegernos."
Tal vez el único consuelo es que no será la primera vez que los virus
hayan surgido del hielo. Ya debemos de haber sobrevivido a un
acontecimiento semejante en el pasado.
El último comentario se muestra en esta página, los anteriores podrás leerlos en las páginas subsiguientes:
Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios. Por favor valídate o regístrate. Powered by AkoComment 2.0! |