 Aunque
esta firma es canadiense de origen, sus accionistas mayoritarios son
británicos y estadounidenses. Explota la capacidad minera y la
extracción de oro del Río Valle del Cura, cuyas aguas ahora
contaminadas alimentan los cultivos de la pequeña localidad de Iglesia,
en la provincia de San Juan. Las reservas de oro ubicadas allí
representan miles de millones de dólares, pero por regalías pagan tan
sólo 3%.
Decir que una firma multinacional está explotando
una de las principales riquezas nacionales, fuente prácticamente
inagotable de dinero para la Argentina, y que la concesión de dicha
práctica resulta casi gratuita para esa empresa, además del peligro
ecológico que su trabajo en la zona provoca, es casi ser aburrido de lo
reiterativo en un país que carece de un sentimiento patriótico,
nacional, popular y soberano.
Otro de los casos testigos de estas macabras prácticas es lo que
actualmente ocurre en las cercanías del pequeño poblado de Iglesia -de
6.737 habitantes-, en la provincia de San Juan. Allí, la firma
multinacional minera Barrick Gold ha puesto su mira desde hace unos
años y, tal como no hace mucho pasó en la sureña localidad de Esquel,
parece que será un tema que prontamente explotará en los medios de
comunicación.
Según informa el prestigioso sitio www.ecoportal.net, en un trabajo que
lleva la firma de Marcelo Scanu -secretario de Cultura de UPCN (Unión
de Personal Civil de la Nación), delegación ANSES-, el autor transitaba
la zona del Valle del Cura -una región rica en oro, explotada desde
antes de los Incas, luego por ellos y los españoles- cuando se topó con
diferentes formas de restricción de ingreso al mismo, cuestión que lo
sorprendió por ser una zona eventualmente inexplotada, y cuya concesión
había caducado.
El Río Valle del Cura forma luego el Río Jáchal, cuyas aguas alimentan
los secos desiertos y el oasis de la localidad de Iglesia, donde se
cultiva desde hace cientos de años. Estos cultivos, junto al turismo,
permiten subsistir a la población.
Hasta no hace mucho tiempo, existía un equilibrio con el entorno
incontaminado de la región, pero hizo su aparición la minera Barrick.
Aunque canadiense, sus accionistas principales son británicos y
norteamericanos (incluso se habla de conocidos funcionarios de los
EE.UU.). Luego de explorar yacimientos en Chile y Perú además de
Tanzania, posaron sus ojos en la Argentina que, por años, pareció ser
un “país de reserva”, ocultándose los múltiples recursos mineros de la
zona.
El hecho que sobresale es que por cánones irrisorios, estas compañías
retuvieron para sí las concesiones esperando el momento oportuno para
explotarlas.
Según se manifiesta en el artículo, la cantidad de oro en el Valle del
Cura es impresionante, aunque para extraerlo se debe utilizar cianuro,
un metal pesado, el cual al ser arrastrado por el agua produce daño a
cultivos, animales y humanos. Esto pondría en peligro el equilibrio
ecológico de la región, destruyendo la tradicional forma de vida y
economía sustentable en el tiempo a cambio de unos pocos años de
extracción del áureo metal, el cual no deja prácticamente ningún
beneficio en la región ni en el país.
Las reservas de oro ubicadas allí representan miles de millones de
dólares, pero por regalías pagan tan sólo un 3%. Si se tienen en cuenta
las exenciones logradas por el lobby minero (no paga el impuesto al
gasoil, ni a la importación de bienes, se le reintegra el IVA,
etcétera), todo el pueblo argentino le estaría subsidiando la
explotación -con dinero público- a una empresa privada extranjera.
Los pobladores de Iglesia protestaron, como los de Esquel en su
momento, por el uso del cianuro. Aunque la minera presentó informes,
luego donó computadoras y ambulancias, y ante la férrea oposición de
los lugareños optó por distanciarse de la comunidad. Posteriormente se
dieron hechos de violencia y amedrentamiento hacia los manifestantes,
pero aún no se han encontrado a los culpables, existiendo una fuerte
campaña de desinformación y censura.
Los trabajadores de la Barrick son casi exclusivamente residentes de
otras provincias y países, no se les permite sindicalizar y se los hace
trabajar en un ambiente hostil todo el año, incluso en pleno invierno.
Hace poco, 1.200 de ellos quedaron varados en el yacimiento y sendos
accidentes han ocurrido, sumándose varias víctimas fatales.
En cuanto a la ecología y el cuidado del medio ambiente, se muestran
gráficos e informes sobre la seguridad en lo concerniente al uso de
cianuro. En realidad, la Barrick debió pagar una multa por
contaminación, tienen varias denuncias (aunque ninguna de la
probritánica Greenpeace), quieren avanzar sobre un Parque Provincial,
del lado chileno van a trasladar miles de toneladas de hielo de unos
glaciares de la zona de explotación y existiría aparentemente un túnel
trasandino desconociéndose su utilidad, aunque ésta puede inferirse.
El mineral extraído será refinado en el exterior. Las acciones de la
Barrick cotizan con el símbolo ABX en las bolsas de Nueva York,
Toronto, Londres y París; en cambio, los pobladores de Iglesia y su
tierra no interesan a la empresa ni a sus accionistas. ¿Señor
Presidente, se hará algo al respecto?
Como para conocer la firma que hoy “trabaja” en la Argentina
Según manifiesta el portal argentino www.sincensura.org.ar, la
corporación minera canadiense Barrick Gold nace por gestiones
“inescrupulosas” del “narcotraficante” Peter Munk, antes asociado al
magnate Adnan Khashoggi, probable traficante de armas de origen árabe
Saudita.
Esta fórmula societaria fundó en Toronto, Canadá, la empresa extractiva
aurífera Barrick Gold Corporation, con aportes de relaciones políticas
por un lado y de moneda por el otro que la potenciaron al primer plano.
Con Peter Munk ingresó al círculo prístino de la empresa la Corona
Británica, a través de su amistad con el príncipe Felipe, pero es el
árabe Khashoggi quien arrimó el capital mayor.
George Bush, otrora director de la Central de Inteligencia Americana
(CIA), es el tercer capítulo de esta historia. Como vicepresidente de
los Estados Unidos aportó una mina de oro ubicada en un predio
propiedad del gobierno de EE.UU., que Barrick terminó comprando por 63
millones de dólares. Se trata de la mina Goldstrike, que en realidad
contiene 10.000 millones de dólares en oro.
Poco después, Bush comenzó a figurar en el directorio de Barrick Gold
Corporation con el título de “Asesor honorario de la junta
internacional de la empresa”. Para su control no dudó en colocar al ex
primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, como su asistente; pero fue
Edward N. Ney, ex embajador en Canadá, su vocero en el directorio.
A partir de 1995, el ex presidente norteamericano comenzó a gozar de
más tiempo, llegando a la dirección del cuerpo de “Asesores honorarios
de Barrick Gold Corporation”. Un año más tarde la empresa recibió la
concesión de exploración y explotación aurífera de Zaire. El hecho fue
tapa de los diarios del mundo porque hasta entonces la influencia del
ex director de la CIA le había permitido a Barrick atrapar importantes
yacimientos metalíferos, pero lo de Zaire se habría convertido en un
robo mayúsculo por la gestión sangrienta que lo coronó.
De este modo se consolidó la Barrick Gold, que habría construido su
imperio minero gracias al tráfico de armas, al narcotráfico que también
supo impulsar la guerra del opio, y que tuvo a su favor un ejército de
agentes de la CIA de Bush, quienes habrían barrido estratégicamente el
camino de los metales y de las piedras preciosas.
En el artículo de Jeffrey Steinberg, “El Corazón de Tinieblas de George
Bush”, publicado por EIR Internacional, se lee que “la invasión del
este de Zaire por parte de ejércitos combinados de Ruanda y Uganda, que
comenzó en septiembre de 1996, coincidió con la entrada de Barrick y
Anglo American para adueñarse exactamente de esa zona... Miles de
refugiados murieron en los enfrentamientos y otro cuarto de millón se
vio obligado a huir a la selva, a morir de hambre y enfermedades, en
tanto unos quinientos mil cruzaron la frontera hacia Ruanda para morir,
probablemente, en manos de los tutsis”.
Al mismo tiempo, la descripción que sobre la presencia de Barrick Gold
en Tanzania y Congo realiza la página web “Mines and Comunities”
(www.minesandcommunities.org/Company/bulyanhulu1.htm), es también
espeluznante.
Dicho esto, pareciera ser que por donde interviene Barrica queda una
secuela de destrucción y muerte, y estamos hablando de la misma empresa
que hoy se halla en la Cordillera de los Andes, merced a una inmensa
franja que la corre de norte a sur, expoliada a chilenos y a argentinos
por el Tratado Minero de Implementación Conjunta y por acuerdos
binacionales que ceden la soberanía de ambas naciones.
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