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Desertificación: un flagelo demasiado cercano Imprimir E-Mail
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Publicado por Administrador   
miércoles, 14 de septiembre de 2005
Durante muchos años la palabra desertificación casi siempre nos remitía a imágenes de extensos arenales como el desierto de Sahara, un fenómeno aislado, lejano y sobre todo exótico. Pero Los científicos se han encargado, rigurosamente, de sacarnos de tamaño error. Y aunque queden personas que identifiquen el término con un desierto digamos clásico, ha crecido el conocimiento sobre este mal que hoy afecta a la quinta parte de la población mundial.

Ha aumentado el saber del hombre, pero no basta. Se han dado pasos a nivel mundial, con el concurso de organismos de la ONU, algunos estados y organizaciones no gubernamentales, pero lamentablemente, todavía son insuficientes.

Mil millones de pesonas, en más de 100 países, padecen de las consecuencias de la desertificación, un proceso que degrada los suelos, reduce la productividad de las tierras destinadas a la agricultura y la ganadería y conduce al hambre y la pobreza de los habitantes de zonas rurales y de países en vías de desarrollo.

Pudiera decirse que es un fenómeno desencadenado por la naturaleza. Lo parece, pero no es así. Es cierto que la sequía puede contribuir a su agudización, sin embargo, los expertos afirman que la causa principal es la acción humana.

Y entre muchos ejemplos del accionar del hombre está la excesiva explotación de las tierras, la deforestación y la falta de riego.

De seis a siete millones de hectáreas se pierden anualmente en el planeta debido a la erosión y más de 20 millones sufren la salinización.

El caso de Africa es el más drmático, pues el 73 por ciento de sus tierras, algo más de mil millones de hectáreas, se hayan en proceso de desertificación moderada o grave.

Es imprescindible, dicen los expertos, ver el carácter dinámico y complejo del proceso de desertificación, en el que interactúan múltiples factores que van generando una y otra acciones negativas, que incrementan la posibilidad de saldos catastróficos.

Un fenómeno de origen natural como la erosión hídrica se agrava por la tala indiscriminada de los bosques, el sobrepastoreo y la falta de técnicas de cultivo adecuadas.

Anualmente la erosión hídrica produce un arrastre de millones de toneladas de tierra. Las áreas afectadas no pueden resarcirse de estos daños después, porque los suelos se forman por procesos geológicos de larga duración.

Hay mucho de deshonestidad y mala fe en la manera en que los poderosos culpan a las comunidades rurales y a los países más pobres, del incremento del proceso de desertificación a nivel planetario.

Ello ignora quienes han sido históricamente y todavía son los principales ejecutores del saqueo voraz de los recursos de la Tierra, generadores no sólo de injusticias sociales y condiciones de vida infrahumanas, sino también de agresiones a la naturaleza.

Son los mismos creadores de un orden internacional injusto que propicia la existencia de unos pocos países elegidos ricos y desarrollados y de una inmensa mayoría de naciones pobres.

Entre esas pocas naciones ricas se encuentran los principales violadores de los acuerdos de protección al medioambiente y algunos de los más connotados ejecutores de acciones inadmisibles para el entorno, que incluso ya ponen en peligro la vida en el planeta.

Los pobladores de las naciones pobres o en vías de desarrollo no tienen alternativas para elegir entre subsistir a cualquier precio o aplicar programas de protección al medio ambiente y sobre todo a sus suelos, a los que dicho sea de paso, no tienen un real acceso.

La desertificación, aparte de contribuir a que se reproduzcan, en un círculo vicioso, las condiciones de pobreza y los bajos niveles de educación y salud, es causa indirecta de las migraciones, fundamentalmente de jóvenes, de los campos a las ciudades, y de los países pobres a los desarrollados.

No puede negarse que la comunidad mundial registra progresos en la creación de una conciencia medioambientalista.

En la década de 1960 empezó a hablarse del cuidado del medio ambiente. Después vino la primera conferencia internacional sobre el tema, celebrada en Estocolmo, Suecia, en 1972.

En 1977 en Nairobi, Kenia, el mundo conoció la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desertificación, donde se responsabilizó al hombre como causante principal del proceso y se trazó un plan de acción para combatirlo.

La Cumbre de la Tierra, de Río de Janeiro, Brasil, en 1992, trajo conceptos más acabados y justos sobre sobre el desarrollo de este fenómeno.

Ya en 1996 se ratificaron los términos de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.

A pesar de estos loables esfuerzos, los expertos consideran que los avances han sido literalmente modestos y muchas buenas acciones no se emprendieron por falta de voluntad política de los gobernantes y la falta de recursos y pobreza de algunas naciones.

Los conflictos políticos del mundo y la acción guerrerista de la actual administración norteamericana, que absolutiza su supuesto combate contra el terrorismo como objetivo, casi único, por el cual vivir en estos tiempos, agrava la situación.

Ante tan dramático cuadro queda a la comunidad mundial preconizar la unidad, el combate y la solidaridad para mitigar las consecuencias del flagelo.
Marta Gómez Ferral
Fuente: Prensa Latina
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Comentario[s]
Masanobu Fukuoka
Escrito por Invitado el 2005-09-19 14:35:20
El proceso de desertificación en el mundo es imparable: "hay que sembrar y sembrar si queremos poder ofrecer un futuro a nuestros descendientes", durante 60 años, Masanobu Fukuoka, ha desarrollado un método de agricultura natural, y ahora lo ha aplicado con éxito para frenar la desertificación. El método que propone Fukuoka para la reforestación (reverdecer) es la pildorización... 
 
Artículo entero en: http://www.gea-es.org/agricultura/nendodango_agricul.html 
 
Más sobre Fukuoka: http://www.gea-es.org/agricultura/entrefuku_agricul.html


 
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