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muchos años la palabra desertificación casi siempre nos remitía a
imágenes de extensos arenales como el desierto de Sahara, un fenómeno
aislado, lejano y sobre todo exótico. Pero Los científicos se han
encargado, rigurosamente, de sacarnos de tamaño error. Y aunque queden
personas que identifiquen el término con un desierto digamos clásico,
ha crecido el conocimiento sobre este mal que hoy afecta a la quinta
parte de la población mundial.
Ha aumentado el saber del hombre, pero no basta. Se han dado pasos a
nivel mundial, con el concurso de organismos de la ONU, algunos estados
y organizaciones no gubernamentales, pero lamentablemente, todavía son
insuficientes.
Mil millones de pesonas, en más de 100 países, padecen de las
consecuencias de la desertificación, un proceso que degrada los suelos,
reduce la productividad de las tierras destinadas a la agricultura y la
ganadería y conduce al hambre y la pobreza de los habitantes de zonas
rurales y de países en vías de desarrollo.
Pudiera decirse que es un fenómeno desencadenado por la naturaleza. Lo
parece, pero no es así. Es cierto que la sequía puede contribuir a su
agudización, sin embargo, los expertos afirman que la causa principal
es la acción humana.
Y entre muchos ejemplos del accionar del hombre está la excesiva
explotación de las tierras, la deforestación y la falta de riego.
De seis a siete millones de hectáreas se pierden anualmente en el
planeta debido a la erosión y más de 20 millones sufren la salinización.
El caso de Africa es el más drmático, pues el 73 por ciento de sus
tierras, algo más de mil millones de hectáreas, se hayan en proceso de
desertificación moderada o grave.
Es imprescindible, dicen los expertos, ver el carácter dinámico y
complejo del proceso de desertificación, en el que interactúan
múltiples factores que van generando una y otra acciones negativas, que
incrementan la posibilidad de saldos catastróficos.
Un fenómeno de origen natural como la erosión hídrica se agrava por la
tala indiscriminada de los bosques, el sobrepastoreo y la falta de
técnicas de cultivo adecuadas.
Anualmente la erosión hídrica produce un arrastre de millones de
toneladas de tierra. Las áreas afectadas no pueden resarcirse de estos
daños después, porque los suelos se forman por procesos geológicos de
larga duración.
Hay mucho de deshonestidad y mala fe en la manera en que los poderosos
culpan a las comunidades rurales y a los países más pobres, del
incremento del proceso de desertificación a nivel planetario.
Ello ignora quienes han sido históricamente y todavía son los
principales ejecutores del saqueo voraz de los recursos de la Tierra,
generadores no sólo de injusticias sociales y condiciones de vida
infrahumanas, sino también de agresiones a la naturaleza.
Son los mismos creadores de un orden internacional injusto que propicia
la existencia de unos pocos países elegidos ricos y desarrollados y de
una inmensa mayoría de naciones pobres.
Entre esas pocas naciones ricas se encuentran los principales
violadores de los acuerdos de protección al medioambiente y algunos de
los más connotados ejecutores de acciones inadmisibles para el entorno,
que incluso ya ponen en peligro la vida en el planeta.
Los pobladores de las naciones pobres o en vías de desarrollo no tienen
alternativas para elegir entre subsistir a cualquier precio o aplicar
programas de protección al medio ambiente y sobre todo a sus suelos, a
los que dicho sea de paso, no tienen un real acceso.
La desertificación, aparte de contribuir a que se reproduzcan, en un
círculo vicioso, las condiciones de pobreza y los bajos niveles de
educación y salud, es causa indirecta de las migraciones,
fundamentalmente de jóvenes, de los campos a las ciudades, y de los
países pobres a los desarrollados.
No puede negarse que la comunidad mundial registra progresos en la creación de una conciencia medioambientalista.
En la década de 1960 empezó a hablarse del cuidado del medio ambiente.
Después vino la primera conferencia internacional sobre el tema,
celebrada en Estocolmo, Suecia, en 1972.
En 1977 en Nairobi, Kenia, el mundo conoció la Conferencia de Naciones
Unidas sobre Desertificación, donde se responsabilizó al hombre como
causante principal del proceso y se trazó un plan de acción para
combatirlo.
La Cumbre de la Tierra, de Río de Janeiro, Brasil, en 1992, trajo
conceptos más acabados y justos sobre sobre el desarrollo de este
fenómeno.
Ya en 1996 se ratificaron los términos de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
A pesar de estos loables esfuerzos, los expertos consideran que los
avances han sido literalmente modestos y muchas buenas acciones no se
emprendieron por falta de voluntad política de los gobernantes y la
falta de recursos y pobreza de algunas naciones.
Los conflictos políticos del mundo y la acción guerrerista de la actual
administración norteamericana, que absolutiza su supuesto combate
contra el terrorismo como objetivo, casi único, por el cual vivir en
estos tiempos, agrava la situación.
Ante tan dramático cuadro queda a la comunidad mundial preconizar la
unidad, el combate y la solidaridad para mitigar las consecuencias del
flagelo.
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Masanobu Fukuoka Escrito por Invitado el 2005-09-19 14:35:20 El proceso de desertificación en el mundo es imparable: "hay que sembrar y sembrar si queremos poder ofrecer un futuro a nuestros descendientes", durante 60 años, Masanobu Fukuoka, ha desarrollado un método de agricultura natural, y ahora lo ha aplicado con éxito para frenar la desertificación. El método que propone Fukuoka para la reforestación (reverdecer) es la pildorización... Artículo entero en: http://www.gea-es.org/agricultura/nendodango_agricul.html Más sobre Fukuoka: http://www.gea-es.org/agricultura/entrefuku_agricul.html |
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