Aunque
las lluvias torrenciales que anegaron numerosas poblaciones de Europa
central han cesado, la crecida de los ríos amenaza con extender una
catástrofe, que Alemania conoce entretanto bastante bien.
Por la crecida de los ríos, debida a las lluvias torrenciales que
azotan y anegan desde hace varios días Europa central -y que han
causado ya víctimas mortales en Austria, Suiza, Bulgaria y Rumania- el
sur de Alemania se prepara también para paliar una nueva inundación a
gran escala. Algunas son las poblaciones alpinas que se han visto
anegadas por la lluvia.
Alarma en Baviera
La crecida que viene desde los Alpes baja por el Danubio y amenaza con
llegar a los ríos Inn e Isar en Baviera. La región del Allgäu se ha
visto severamente afectada. Cunde la alarma, algunos pueblos han sido
ya evacuados. Miles de voluntarios apilan sacos de arena en los puntos
de mayor riesgo; policía, bomberos, Cruz Roja y ejército están
dispuestos. En algunos puntos, las aguas han sobrepasado ya el nivel
que alcanzaran en la inundación de 1999; el recuerdo de las del Elba
del año 2002 sigue fresco. Las del río Oder en Brandeburgo, en 1997,
tampoco quedan muy lejos.
Responsable: el cambio climático
Estas lluvias torrenciales se originan en las nubes provocadas por las
altas temperaturas reinantes en el Mediterráneo y que se concentran
sobre los Alpes, formando así un área de bajas presiones, como
explicaba el servicio meteorológico de la televisora alemana ARD.
Sin embargo, la recurrencia del fenómeno se explica por el cambio
climático del planeta. El efecto invernadero -originado por la
industrialización y por la mano del hombre- ha logrado un clima de
extremos: tornados en Estados Unidos, incendios forestales en Portugal,
sequía en España, inundaciones en los Alpes. "Éstas son las
consecuencias del nefasto comportamiento hacia la naturaleza", opina el
periódico Landeszeitung de Lüneburgo. Esto lo confirma también el
Instituto Federal de Protección Medioambiental: la destrucción de las
riberas de los ríos y los bosques explica el fenómeno.
Dejà-vu
Para Alemania, las inundaciones son como un dejà-vu; también para
el ministro alemán de Medio Ambiente, Jürgen Trittin, quien ya en ese
cargo hizo frente las inundaciones en el Este en el año 2002, que
anegaron y destruyeron buena parte del centro de la histórica ciudad de
Dresde. Una mayor reforestación en las vegas de los ríos y en las altas
montañas propone Trittin como paliativo y medida preventiva concreta a
lo que amenaza con convertirse en una pesadilla recursiva.
Todo esfuerzo es poco
Y no es que desde que se tomó conciencia del riesgo latente no se haya
hecho nada para combatirlo: más de 100 millones de euros se invierte
anualmente en ello. Y si bien está claro que todo esfuerzo para
contrarrestar los efectos del cambio climático es poco, debido a las
medidas preventivas tomadas, "los perjuicios no serán tan altos como en
1999", anunció el ministro de Medio Ambiente bávaro, Werner Schappauf.
A mil millones de euros ascendió aquella vez el monto de los daños.
Por lo pronto, Garmisch-Patenkirchen, población alpina en las faldas
del monte Zugspitze y cercana a la frontera con Austria se
encuentra todavía incomunicada debido a los derrumbes. Eschenslohe y
Bad-Tölz comparten suerte semejante. Aunque las lluvias han mermado, la
crecida de los ríos es ahora -y mucho parece indicar que de ahora en
adelante- la amenaza a enfrentar.
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