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Los cuatro proyectos - seleccionados por el Ministerio de la Vivienda y el Consejo de Colegios de Arquitectos de España- demuestran que el ahorro de energía ha pasado a ser el centro de atención de muchos arquitectos.

Una de las edificaciones más representativas de este movimiento es la realizada por Felipe Pich-Aguilera y Teresa Batllle en un bloque de viviendas de la calle Pau Claris de Barcelona, en donde los arquitectos han puesto en práctica muchos de los conocimientos que han acumulado en los últimos años y componen un cuadro que sirve de ejemplo de estos nuevos postulados. La principal característica del edificio es una intensa ventilación, conseguida con una gran entrada transversal y un enorme patio central de servicios, coronado con una claraboya, donde el aire es calentado por efecto de la radiación solar hasta ser succionado verticalmente. De esta manera, se crea una corriente natural - más intensa cuanto más se calienta el aire- desde la calle hacia los pisos altos, hasta donde va entrando a través de lamas que lo gradúan.

De hecho, en la edificación se suceden los elementos pensados para favorecer la ventilación y sortear el sol. Con este mismo fin, en la fachada posterior - al oeste, muy soleada en verano- se han recuperado las tradicionales galerías del Eixample barcelonés, que actúan como colchón térmico y evitan la insolación de las viviendas, parapetadas tras toldos verticales y unas rejillas de ventilación que evitan las bolsas de calor. Igualmente, en la terraza se ha construido un aljibe - una estrecha lámina de agua tapada- que refresca los pisos altos. Sobre ella se ha colocado hormigón poroso y tierra para poner plantas que no necesitan ser regadas nunca.

Paredes gruesas para garantizar los aislamientos del frío y del calor exterior, placas solares térmicas para calentar agua sanitaria en lavabos y cocina, y electricidad a base de bombas de absorción - que gastan menos electricidad que los sistemas tradicionales- son otras características destacadas. Y tampoco faltan los materiales de reciclado, como virutas de madera en las paredes para amortiguar ruido y dar confort, o retales de neumáticos de coches convertidos en alfombras en la entrada.

Pich-Aguilera apuesta por aprovechar las condiciones climáticas para ganar confort y evitar despilfarrros energéticos. La ventilación del edificio de la calle Pau Claris permite bajar la temperatura en verano cinco grados, aunque con esta técnica se puede lograr un descenso de hasta ocho grados, de forma que sólo hay que echar mano al aire acondicionado en momentos de calor extremo. En total, este tipo de soluciones permiten ahorrar un 50% de energía.

Una segunda candidatura al premio la componen dos edificios del barrio de San Cristóbal de Madrid - uno de los cuales ha sido rehabilitado-. Su arquitecta responsable, Margarita de Luxán, explica que el objetivo central en estas actuaciones ha sido lograr que el edificio fuera en sí mismo un conjunto capaz de aprovechar la energía y las condiciones climáticas naturales relativas a la luz solar, la iluminación natural, el movimiento del aire o la posición del sol.

A partir de ese análisis, De Luxán ha tenido muy en cuenta la elección de materiales de construcción para acumular calor y frío, la inclusión de sistemas de aire acondicionado por medios naturales y la incorporación de aislamientos.

Pich-Aguilera opina que es posible levantar una edificación convencional incorporando criterios ecológicos; e incluso, "hacerlo de forma generalizada y sin saltos mortales", dice dando fe del interés de su cliente, el promotor Javier de Córdoba.

"Las soluciones arquitectónicas de ahorro energético no tienen por qué realizarse con tecnologías muy sofisticadas ni caras, sino aplicando la lógica a lo largo del proyecto, que se debe adaptar en cada situación y lugar", opina Margarita de Luxán.

Entre el 50% y el 70% del ahorro de energía en una vivienda se logra a partir de la concepción del edificio (orientación, ventilación...), mientras que el otro 30% puede obtenerse con la eficiencia de las máquinas.

Sin embargo, por desgracia, en los últimos tiempos la arquitectura ha ido por un lado y las máquinas por otro, a causa de una injustificada y ciega confianza en que los problemas de un mal diseño los iban a arreglar las máquinas. "Ahora, de lo que se trata es de concebir la arquitectura de forma integral. No tiene ningún sentido hacer un edificio de cristal totalmente aislado y sin ventilación para luego tener que poner el aire acondicionado en todo momento cuando se calienta", explica Pich-Aguilera.

Ahorrar energía es una necesidad perentoria, derivada del compromiso español al firmar el protocolo de Kioto contra el cambio climático. De hecho, el 40% del consumo de energía se da en el sector de la edificación.

Margarita de Luxán dice que la arquitectura más sostenible es la de restauración. "Restaurar un edificio, al que se dota de nuevos aislamientos, nueva carpintería, nuevas instalaciones y demás, consume un 60% menos de energía que construir uno nuevo y evita muchos impactos ambientales".

Los arquitectos dicen que se debe avanzar aún más en la creación de tabiques y muros que aíslen y retengan el calor, en la ventilación cruzada y en una mayor industrialización de componentes para reducir residuos, gastos de materiales... También se ve necesario profundizar en la investigación de las placas solares fotovoltaicas, para que tengan una mayor rendimiento en la producción de electricidad.

Los otros proyectos que acuden a Kioto son el edificio Trasluz, de Emilio Miguel Mitre y Carlos Expósito Mora, y la nueva sede del Centro Nacional de Energías Renovables (Sarriguen, Navarra) de César Ruiz Larrea.

Fuente: La Vanguardia

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