Los
habitantes del pueblo de Schönau en la Selva Negra, en el sur de
Alemania, lograron la primera localidad del mundo abastecida
exclusivamente por energía ecológica. El grupo, organizado por el
médico Michael Sladek y su esposa Ursula, se autodenominó "rebeldes
energéticos".
Esta
semana, sin embargo, la justicia alemana ordenó a la empresa
Rheinfelder que devolviera a los "rebeldes" más de US$1.5 millones de
sobreprecio.
Entre 1999 y 2003, los "rebeldes energéticos" construyeron 624 sistemas
de generación descentralizados (plantas solares, hidráulicas y de
bio-gas), todos propiedad de la ciudadanía.
Los flamantes dueños prometieron a sus clientes que obtendrían energía
100% renovable y que por cada Kilowatt/hora utilizado, unos US$0,75 se
destinaron a un fondo para la creación de nuevas plantas de energía
renovable.
Ecología floreciente
La Empresa Eléctrica Schönau tiene ahora más de 30.000 clientes y su objetivo es expandirse a toda Alemania.
Actualmente las plantas de energía atómica generan el 28% del consumo eléctrico de Alemania.
Aunque el gobierno socialdemócrata verde fijó el año 2020 como plazo
para desactivar la última planta nuclear en suelo alemán, el probable
triunfo de los conservadores en las elecciones de septiembre podría
revocar este plazo.
Mientras tanto los "rebeldes energéticos" se dedican a dar seminarios y
cursos sobre las ventajas de su sistema en Alemania y el extranjero.
La viabilidad económica parece estar demostrada; la empresa crece sin
pausa y sus beneficios se reinvierten para asegurar la sustentabilidad
del modelo.
Ursula Sladek está convencida que la conciencia de esta alternativa obligará a los productores de energía a recapacitar.
"Queremos que nadie esté obligado a darles dinero a las plantas de
energía nuclear y ese es el lenguaje que los proveedores nucleares
entienden: el lenguaje del dinero. Es como decirles : sólo debe ser
producido lo que la gente realmente quiere", comentó Sladek.
Los más de 10 premios nacionales e internacionales que ha obtenido la
pareja de fundadores Sladek no son sólo ecológicos; también son de
eficacia económica y como modelo de participación ciudadana.
Ahora la ciudad de Schönau vista desde las colinas de la Selva Negra
luce plateada; no son sus ríos, sino los paneles solares sobre los
tejados de sus casas.