Las aerolíneas y los pasajeros están acosados por los altos costos del combustible, las pólizas de protección y la seguridad. Ahora podrían enfrentar también cobros por contaminar.

El próximo mes, la Unión Europea presentará su estrategia para cobrar a las aerolíneas por el dióxido de carbono que emiten sus aviones. De aprobarse el plan, podría golpear los bolsillos de los consumidores al aumentar, según algunos cálculos, hasta US$ 100 el precio de los pasajes.

Es más, la UE podría desatar un batalla global si lleva a cabo una propuesta de regular también a las líneas aéreas que no son de Europa. El gobierno de Estados Unidos y las Naciones Unidas dicen que la UE sólo tiene autoridad sobre los 25 países que la componen, por lo que no podrían forzar a otras compañías a pagar por las emisiones.

Las empresas aéreas sostienen que al imponer altos cargos por contaminación, los políticos ponen en riesgo la capacidad de la gente de volar. Defensores del medio ambiente alegan que los aviones podrían tener un impacto desproporcionadamente alto sobre el clima global. Algunos grupos ambientalistas incluso dicen que los viajes aéreos son demasiado baratos y piden reducir el tráfico mediante más impuestos.

El tema ha ganado relevancia desde que en febrero entró en vigencia el Protocolo de Kyoto. El tratado no incorpora a la aviación y los activistas dicen que ésta no debería recibir un trato especial. La UE quiere que ya a partir de 2008 las aerolíneas paguen para reducir o contrarrestar el dióxido de carbono que emiten sus naves al quemar combustible. "Nuestra meta es que las aerolíneas tomen responsabilidad por sus emisiones de CO2", dijo Barbara Helfferich, vocera del comisionado del medio ambiente de la UE, Stavros Dimas.

Las autoridades de la UE apoyan la idea de agregar las aerolíneas al llamado esquema de intercambio de emisiones de la UE, que arrancó el primero de enero. Con ese sistema, los contaminadores en varias industrias tienen el derecho a emitir una cantidad determinada de dióxido de carbono. Si pasan ese límite, deben comprar créditos de emisiones que se negocian en un mercado abierto y que están parcialmente ligados a proyectos para reducir las emisiones de CO2 en el mundo. El pago no es un impuesto porque no iría a las arcas fiscales. Pero la UE también tiene en la mira otras opciones para las aerolíneas, incluyendo impuestos u otros cargos.

Sin importar la forma que adquieran los pagos por emisiones, los consumidores probablemente sentirán el costo de las políticas medioambientales europeas en sus pasajes aéreos.

El gasto para el sector podría ser enorme. Un estudio de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) de la ONU calcula que un sistema para cobrar a las líneas aéreas por los gases de efecto invernadero que producen podría costar entre US$ 17.000 millones y US$ 60.000 millones al año.

Fuente: La Nación