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la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza informó que
el 25 % de los animales vertebrados y el 10 % de la flora
conocida está en peligro de extinción, y no se trata sólo de
plantas exóticas y animales extraños, ¡NO!, nos estamos
refiriendo al 14 % de las rosas conocidas, el 29 % de las palmeras, a
cerca de 209 especímenes de la flora española que pueden
desaparecer próximamente, al igual que el lince, oso pardo, águila
real, quebrantahuesos, los tigres, la ardilla, tipos de ranas, el lobo
o el esturión entre otras especies animales y con ello, este gran
depredador que es el ser "humano", perderá los recursos que la riqueza
biológica de los ecosistemas genera para uso en "su" alimentación
y en la fabricación de "sus" medicamentos, provocando nuevas
enfermedades al romper el equilibrio vital de la vida y dañar
sensiblemente el intercambio energético que se mantiene entre el agua,
la tierra y la atmósfera.
Dos de las mayores compañías petroleras del mundo han anunciado
millonarias inversiones en energías fotovoltaicas y eólicas para
la próxima década, mensaje esperanzador que supondría el inicio del uso
"real" de las energías alternativas frente a los combustibles
contaminantes tradicionales que emiten dióxido de carbono
intensificando el efecto invernadero, pero ese gran objetivo aún se
encuentra lejano si consideramos que el parque móvil actual del planeta
se cifra en 510 millones de vehículos y que entre dichos vehículos y
las centrales eléctricas emitieron 6.500 millones de toneladas de
dióxido de carbono a una atmósfera cada vez mas deteriorada y a
la que limitamos su capacidad de regeneración natural cuando eliminamos
las grandes masas forestales con incendios y talas
abusivas, impidiendo el intercambio natural del oxígeno. El pasado año
desaparecieron 16 millones de hectáreas de bosque y, en los últimos 15
años, la superficie forestal perdida en el planeta fue equivalente a
cuatro veces la superficie de España.
El concepto de la biodiversidad ya no suena extrañó en los sectores pre
y universitarios, y aumentan los grupos de jóvenes que aspiran a
convivir dentro de una diversidad biológica que agrupa a todas
las especies naturales del planeta, oponiéndose frontalmente al riesgo
de las energías nucleares que, tan grandes beneficios han generado,
pero tras las que subyace la reciente tragedia de Chernobil, y miran
hacia otras energías. El hidrógeno como combustible alternativo a la
gasolina empieza ya a ser una realidad a nuestro alcance, y la energía
solar calienta ya muchos hogares y da energía eléctrica limpia y sin
contaminación.
Decía Barry Commoner en su libro titulado "En paz con el planeta" (1990), que:
"La eliminación de las sustancias contaminantes sólo es posible
actuando en el origen del proceso de producción; una vez generadas, es
demasiado tarde". Quizás un caso de más fácil comprensión sea la de los
"residuos".
Cuando aparecen los problemas de espacio y comenzamos a tener
conocimiento de las características persistentes, bioacumulativas y
tóxicas de los componentes de los residuos, se empieza a considerar la
urgente necesidad de controlarlos.
El "principio de asimilación" nos recuerda que :
◊ ... el medio ambiente tiene capacidad para asimilar una cantidad
determinada de contaminantes sin que se produzcan efectos negativos
sobre el mismo...
◊ Esa cantidad "aceptable", fijada según los conocimientos
científicos disponibles sobre sus efectos, a pesar de la
aplicación de los costosos, y tecnológicamente complejos
programas de gestión, no han podido aliviar en los últimos años el
incremento de la carga de contaminantes y la consiguiente degradación
del entorno, dado que debido a la complejidad de la composición de los
residuos de las industrias sólo unas decenas de contaminantes
están regulados por las normativas. Otros cientos de sustancias son
ignoradas y la información sobre persistencia, bioacumulación y
toxicidad de los contaminantes es muy limitada desconociéndose
por completo los efectos que sobre el medio ambiente, ciudadanos y
bienes de consumo tienen estas mezcla de sustancias que sinergicamente
interaccionan. Los estudios epidemiológicos nos dirán sus efectos y
consecuencias, pero aún no sabemos como evitarlo. Veamos unos ejemplos:
◊ "Un metal pesado presente en unas aguas residuales quedará en
los filtros de la depuradora, convirtiéndose en un contaminante sólido.
Si éste filtro se incinera, una parte se emitirá por la chimenea
convirtiéndose en un contaminante atmosférico.
◊ Algunos métodos de tratamiento, como la incineración, generan nuevos
contaminantes que son incluso más tóxicos que los residuos que tratan y
no pueden evitar que más tarde o más temprano lleguen al medio ambiente.
◊ Otro aspecto preocupante que se observa es el espíritu mercantilista
que lo rodea. Los residuos, ya sean tóxicos o no, son considerados como
mercancías cuya gestión y tratamiento genera grandes beneficios. Las
empresas pagan a los gestores para librarse de sus residuos y de la
responsabilidad asociada a su generación. Así, el tráfico de residuos
pasa a ser una actividad lícita, y ante la inoperancia de los sistemas
de gestión para eliminar los contaminantes, los países con
legislaciones ambientales más estrictas, como Alemania, se convierten
en grandes exportadores de residuos.
◊ La Prevención es la única respuesta aceptable
Otras posturas consideran inevitable bajo cualquier punto de vista la
generación de residuos pese a la adopción de medidas correctoras en las
industrias cada vez más estrictas. La Prevención, niega esa
inevitabilidad y replantea la pregunta de la que parte toda política de
residuos. Ya no será ¿Qué hacemos con los residuos? Si no, ¿Qué podemos
hacer para no generar residuos?
Afortunadamente el nivel de escolaridad va en aumento y, con ello, la
posibilidad de generar y gestionar recursos formativos e
informativos orientados a conseguir que las personas tomen conciencia
de los problemas ambientales y propiciar un cambio de actitud que
favorezca la conservación de los entornos naturales y contribuya a
mejorarla calidad de vida", algo que no es mas que establecer una
convivencia equilibrada entre las especies naturales incluido el ser
humano, que habita nuestro "planeta azul".
Para conseguir un sentimiento generalizado de la población en esa
dirección, es evidente que resulta imprescindible que ésta sea
propiciada desde las instituciones del Estado central, autonómico y
local, de forma coordinada y bajo unas directrices preestablecidas en
las que, contemplando su necesaria adaptación a la realidad económica,
social e ideológica de cada sociedad, podamos tomar conciencia de las
repercusiones de nuestras formas de vida sobre otros ecosistemas e
intentar aplicarlo en las formas de gestión de las diferentes políticas
sectoriales en los ámbitos regional, nacional e internacional. Con ello
podríamos aspirar a estimular la participación social tan necesaria
cuando se tiene que tomar decisiones para la conservación y mejora del
medio natural.
La educación ambiental debería ser la "piedra de toque" que despierte
nuestras conciencias de una forma natural e intuitiva para evitar
desastres como el del Parque Nacional de Doñana, el día 25 de
abril de 1998, en el que determinados técnicos, directivos y políticos
de la administración medioambiental de la Junta de Andalucía, no dieron
la importancia debida a las medidas preventivas que debían implantarse
en el embalse de Aznalcollar, convirtiéndose en culpables indirecto del
vertido de miles y miles de toneladas de residuos tóxico hacia las
aguas del Parque, ante la rotura de la presa de contención que las
albergaba los líquidos contaminantes. Un desastre ambiental por el que
la empresa minera propietaria, la sueca Boliden, aún no ha pagado.
La educación ambiental debe ser algo mas que bellas palabras en bocas
de políticos insensibles, no debemos orientarla sólo para mantener
limpias nuestras calles, depositar selectivamente los residuos sólidos
en los contenedores adecuados, o controlar el gasto inútil de ese
preciado liquido que llamamos agua. No podemos caer en el equívoco de
usa ese término para librar a nuestras conciencias del peso de una
responsabilidad que adquirimos con el planeta Tierra cuando nacemos.
Por ello, en los albores de este siglo XXI que estamos
comenzando, los objetivos que se han marcado sólo deberían de
pertenecer a las actuales generaciones de jóvenes de todo el planeta,
sin distinción de sexo, raza u opinión, pero para poder
conseguirlo, tenemos primero que formarnos moral, humana y
académicamente, y si no lo hacemos así, estaremos integrándonos en esos
sectores del genero humano que poseídos de avariciosa ambición y
predicando falsedad, han sido capaces, en tan sólo un siglo, de poner
en evidente riesgo la vida de un planeta milenario, nuestra "vieja"
Tierra, y de los seres que la habitan.
Benito A. de la Morena
especial para barrameda.com.ar
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Escrito por Invitado el 2005-07-27 12:15:12 Todo esto está muy bien Benito, pero seamos realistas, estamos a años luz de conseguir una mínima conciencia ambiental en las nuevas generaciones. Si ni siquiera ya les transmitimos conciencia social. Soy jóven aún, y ya me veo desfasado cuando observo cómo se están criando a nuestros hijos; sin faltarles de nada, excepto el respeto por cuanto les rodea. Siento ser pesimista, pero poca fe tengo en que esto mejore a corto plazo. Ojalá las generaciones del futuro (me refiero a menores de 20 años) pensaran como nosotros. | |