Página 1 de 2 Quien quiera que seas, lector, créeme. No soy novelista ni amigo de fantasías; menos me mueve el deseo de ser original o buscar renombre. Soy un entristecido y dolido personajillo de este pobre mundo en extinción que, en su frustrante desesperación, ha enrarecido su intelecto con un curioso resultado.
Por un no usual proceso de iluminación cerebral o intuición magnificada –que hizo de instrumento de comunicación– he tomado efectivo contacto cósmico con la Madre naturaleza.
No dejo de sentirme avergonzado por aparecer como un sui géneris conversador y audaz aventurero que se ha atrevido, por primera vez en la historia, a hacer hablar a nuestra enferma Madre Tierra.
La experiencia sentida me ha convencido que la Tierra es un organismo vivo, independiente, superior, con plena sensibilidad, racionalidad y conocimientos.
Es capaz de comunicarse con cualquiera, aunque no cuente con los mismos órganos de los sentidos. Fruto de aquellas conversaciones emergen profundos fundamentos filosóficos.
Al efectuar su reproducción, estimo que no he torcido su racionalidad ni formulado exageraciones. Las verdades recibidas de la intimidad planetaria se han convertido en poderosas. Provocan en cualquier humano –preocupado por la casa natural donde vive– sentimientos morales de tremendo contenido lacerante. Aquellas mueven a severas reflexiones.
Después de aquellas conversaciones, recién entiendo –y tal siento en su justa magnitud– que todo el mal que ha producido el desarrollo de la sociedad y la propia civilización en el curso de los tiempos, tiene una sencilla explicación.
La humanidad es infeliz porque se ha desviado de los principios elementales de vida, que la Tierra le brindó.
Lo peor de todo es que, aquella desviación, tampoco obedece a la propia voluntad ni al albedrío del género humano, sino a su condición de prisionero encadenado –miles de años– por el sistema económico social de la opresión que, en el curso de los tiempos, sólo cambia de forma.
Los conceptos, frases y textos que te toca examinar –lector, te lo repito– no son invenciones de quien escribe, sino resultado de un proceso comunicativo, insospechado, con un magnífico ser y no con un ente fantasmal.
Cualquier persona, que no se deje llevar por obsesiones ni alucinaciones mentales, podría experimentar la misma comunicación, si lo intenta con respeto y no por curiosidad ni diversión.
Momentos de la entrevista
… si tú tienes inteligencia ¿por qué no habría yo de tenerla? ¿Por qué habría un organismo, tan complejo como el mío, de estar limitado en su capacidad de sentir y razonar?
… el hombre ha desarrollado ciencia y saber. ¿Hubiera podido sin el mundo objetivo que le he brindado?
Que los optimistas no se hagan ilusiones. El ser humano, nunca va a lograr su pretendido dominio sobre la naturaleza. Otra cosa es que pueda destruirla. Tal significará su propia destrucción.
A mayor racionalidad, mayor escape del mundo natural; a menor discernimiento mental, mayor armonía, paz y bienestar con el medioambiente.
Que se te grabe con firmeza y seguridad: Naturaleza y destrucción son incompatibles.
La naturaleza tiene su propio laboratorio y su propio sistema inmunológico de defensa. Tu inteligencia debía suponer que mi capacidad es ahora cada vez menor.
… en el desconocimiento o en el abandono de los principios naturales está la causa de todas las desgracias. Comienza con la actividad económica, irracional y antinatural que la convirtió en actividad destructiva.
… existen audaces “salvadores”, que a título de “geo-ingeniería” quieren hacer más barbaridades con el planeta, a título de “salvarme de la crisis”…
¿Cómo puedes explicarte que los animales tengan mejor contacto con la naturaleza que el ser humano? ¿Sabías que las serpientes pueden predecir terremotos a gran distancia, por su alta sensibilidad? Muchos animales no comen lo que no conocen; los humanos comen sabiendo que les va a hacer mal.
… millones de personas, con toda su energía, desean volver a la vida natural; empero no saben cómo hacerlo.
La respuesta al “crecimiento” económico –desastre expoliador de la naturaleza– consiste en su desaceleración. Paralelamente debe destruirse su aparato tecnológico. La economía debe depender necesariamente de la ecología…
La existencia de un orden ecológico mundial capitalista suena a broma o ridiculez.
Volver a la naturaleza no implica trasladarse al pasado de las cavernas. Tampoco es resignarse a literaturas baratas ni huecas filosofías de consolidación moral.
Hace mucho tiempo que se ha aprobado una “Constitución” para la Tierra, faltando su promulgación mundial. ¿Han cambiado las cosas? – ¡Nada! Es peor todavía… a la fecha ya se ha vuelto obsoleta.
La irracionalidad empeora. Mis propios hijos ecologistas divagan al hablar de Los Derechos de la Tierra. ¿Quiénes son aquellos para darme o reconocerme nada?
¿De dónde nace semejante potestad? ¿Soy parte de la sociedad humana para tener derechos? Y... ¿dónde están mis deberes...?
En el rigor del Derecho Natural –aquél que no está escrito, pero emerge de la razón– no hay relación jurídica entre el hombre y la Tierra, sino una relación material. Gustavo Portocarrero Valda Para enviar comentarios al autor hacerlo a través de gustavop2@hotmail.com o gus_port@adtekz.com
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Saludo Escrito por Benito A. de la Morena el 2012-01-10 07:27:56 Profundo, simpático y muy académico. Un verdadero placer haberle leído. Un saludo desde Huelva-España | |