El 1º de junio se dejaron de distribuir en Argentina las lámparas incandescentes de más de 25 vatios, las más utilizadas en nuestro país, lo que ha resultado en un importante aumento del consumo de bombillas de bajo consumo.
 
Estas bombillas consumen de media un 80 % menos de energía y son más duraderas, pero contienen mercurio, un metal pesado muy peligroso. Una vez terminada su vida útil deben recogerse por separado, evitando romperlas, y ser recicladas adecuadamente.

Hasta ahora, la recogida de fluorescentes y bombillas de bajo consumo está siendo muy deficiente, son escasos los comercios que admiten estos residuos y muchos de los puntos limpios que teóricamente deberían hacerlo no cuentan con los contenedores necesarios o no los tratan con las necesarias precauciones.

Con el pretexto de que la responsabilidad de la recogida de los residuos en general y de los fluorescentes y bombillas de bajo consumo usados es de las municipalidades, las autoridades no se han preocupado de crear una red unificada de reciclaje ni existe un control estatal o autonómico de su adecuado almacenamiento y tratamiento.

Por otra parte, la falta de información oficial sobre la toxicidad de estas lámparas hace que el consumidor no sepa que su contenido es contaminante, y cuando lo sabe le resulta difícil averiguar dónde llevarlas.

Es importante que el ahorro energético vaya unido a un correcto reciclaje de estas lámparas, ya que si no mejoramos un aspecto para empeorar otro.

Fuente: EcoApuntes