En el Comercio Justo, si bien el precio de venta al consumidor final suele ser similar, la composición de los porcentajes de beneficio es significativamente diferente que en el comercio tradicional. Este comercio está ligado también al consumo responsable. Las reglas actuales del comercio internacional han sido impuestas por multinacionales y gobiernos de los países más ricos. Como están diseñadas para obtener el mayor beneficio posible, contribuyen a la pobreza, desprotección y marginación de cientos de millones de personas.
Las ventajas de la globalización de los mercados no son para todos. Más de 2.500 millones de personas en el mundo viven con menos de dos dólares por día, según Naciones Unidas. Su trabajo como campesinos, trabajadores o pequeños productores no alcanza para cubrir las necesidades básicas como alimentación, vivienda digna, salud o educación. Los que no tienen acceso directo a los mercados y no disponen de información dependen de los intermediarios y no se benefician del creciente comercio mundial.
A la principal alternativa surgida para enfrentar esta sistemática estafa globalizada, se la denomina Comercio Justo, basada en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye a un desarrollo sostenible, ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores y trabajadores marginados, especialmente en los países más desfavorecidos.
En el Comercio Justo, si bien el precio de venta al consumidor final suele ser similar, la composición de los porcentajes de beneficio es significativamente diferente que en el comercio tradicional.
Ejemplo del cacao: en las relaciones del comercio justo, los productores reciben un 33%, los gastos en transporte ascienden a un 22%, la industria recibe un 22% y el comerciante un 22%. En el comercio tradicional, sin embargo, los productores solamente reciben un 6%, mientras la industria y los comerciantes se quedan con el 39 y 33% respectivamente.
El Comercio Justo está íntimamente relacionado con el Consumo Responsable. Un consumidor responsable es una persona informada y conciente de sus hábitos de consumo, que tiene en cuenta los productos que valoran la justicia social, la ética, la solidaridad y la protección del ambiente.
Como consumidores tenemos, aunque intentan ocultárnoslo, la capacidad de influir en los mercados y en las decisiones de producción de las empresas. Por eso es tan importante saber comprar, como saber lo que estamos comprando y, sobre todo, reflexionar sobre nuestra elección. El principio fundamental del consumo responsable es que todos somos corresponsables de los impactos sociales y ambientales de los productos que consumimos y de los deshechos que éstos generarán. Esta manera responsable de consumir se traduce en muchos pequeños actos y decisiones diarias, y puede llegar a atravesar, si queremos, prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida. No solamente nos debemos preguntar qué efecto tiene nuestro consumo en nosotros mismos, sino también en los demás.
Nuestros hábitos de consumo son muy importantes para proteger el medioambiente y dejar a las generaciones venideras un entorno saludable. Un mundo mejor es posible, y convirtiéndonos en consumidores responsables, podemos hacer un importante aporte para hacerlo realidad.
Ricardo Natalichio Director de EcoPortal.net
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