Por desconocimiento, necesidad económica, ignorancia en saber diferenciar turismo receptivo y buen trato con libertinaje o por negligencia de los funcionarios de turno, no nos damos cuenta del daño que causamos en nuestro paso por la tierra, que bien hoy podríamos decir “la arena”. Y aunque las leyes y ordenanzas planteen seriamente la preservación de nuestro medio ambiente, y aún las autoridades competentes tengan el interés, la fuerza y los recursos para hacerlas cumplir, sin la acción efectiva y consciente de la población en su conjunto, los resultados serán negativos y poco alentadores.
Todos los que ya tenemos unos cuantos años transitando las playas de nuestro partido (Tres Arroyos), y principalmente Claromeco, escuchamos frases como estas “te acordas que teníamos como 300 metros más de playa”, “ahora cuando sube la marea el agua enseguida llega a las carpas”, “viste la piedra que hay en los balnearios”, “¿qué pasa con la almeja?”.
Individualmente nuestra preocupación muchas veces no pasa de ser solamente eso, porque continuamos arrojando papeles, latas, pañales y otros desperdicios en las calles, plazas y playas, aunque tengamos un cesto para residuos a pocos metros.
Un problema tan grave como el anterior pero desconocido por la mayoría y aún para los “especialistas” es la utilización de las playas y médanos como sitios para pasear o “probar” un vehículo.
Es importante tener grabado este aspecto, porque se trata de algo que debemos tener presente durante todo el año.
Le voy a proponer un ejercicio que puede hacer mientras toma sol, disfruta de la pesca o bien camina por la playa. Mueva un poco de arena donde pueda tener contacto con el agua y compare que pasa con un sitio adyacente donde no se modifico la superficie.
Seguramente notará que el agua atacara a la deformación que Ud. hizo y tratará de aplanarla, como hace con las “construcciones” de arena.
Pero si mira esta acción de manera detenida, se dará cuenta que si bien una parte del sedimento se vuelve a reacomodar, la mayor parte de la arena que Ud. movió será transportada por el agua a otro sitio. En otras palabras, Ud. acaba de generar un proceso erosivo de la playa, por supuesto en microescala.
Sumemos el efecto que producen el caminar por la playa, los partidos de fútbol, de paleta, los castillos, etc. y uno podrá tener una idea de cuanta erosión producimos con nuestra presencia en la playa. Pero no es mi intensión arruinarle las vacaciones creando un cargo de conciencia, como tampoco es provocar la ira de los comerciantes por una reacción sin pensar. El efecto que se produce por este tipo de actividades tiende a ser compensado a lo largo de la playa y el efecto es mínimo.
Pero hay un mecanismo cuyas consecuencias no son triviales, sino que son altamente perjudiciales y que requieren de un adecuado control por parte de las autoridades y del propio usuario de las playas. El uso de vehículos 4 x 4 o no, especialmente aquellos equipados con cubiertas con dibujos muy acentuados, como por ejemplo las motos y los cuatriciclos hoy tan de moda.
El trastorno que generan el andar de los vehículos que mencionamos anteriormente sobre la arena, especialmente cuando tratan de hacer alguna prueba en particular (willy o arar) es varias veces superior al movimiento normal de las personas en una playa.
El problema se basa en que el grado de perturbación de la arena no se restringe a unos pocos milímetros como en el caso de una persona caminando, sino que abarca hasta 5 cm y en algunas oportunidades se ha medido hasta 8 cm de profundidad. Un simple cálculo nos dará una pauta del efecto que esto puede tener.
Supongamos que una moto anda por la playa 1km dejando una huella de 5 cm de profundidad por 5 cm de ancho. El volumen de arena disponible para ser erosionado de la playa es de 2,5 metros cúbicos, algo así como un camión de arena que se quiera sacar de la playa. Y si esto lo multiplicamos por los vehículos que bajan en una temporada, sin contar a los “pobres” que se encajan, tendríamos unos cuantos metros cúbicos en la cuenta de nuestra calculadora.
Para ir finalizando le recuerdo que por debajo de esa arena que es perturbada por las motos, cuatriciclos, todoterrenos, jeep, etc. existe además una fauna de cangrejos, almejas, microorganismos, etc. que requieren que su medio no se vea modificado para poder seguir existiendo, y preocuparnos por los futuros desarrollos urbanísticos sin “serios”estudios de erosión que provocarían cambios en playas y médanos dejando sin patrimonio a nuestros hijos, únicos herederos; porque no solo lo son parques nacionales y provinciales por tener cataratas o lagos. Nosotros poseemos 50 kms. de playa en nuestro partido con una fauna y flora que debemos cuidar, entendiendo nuestra preocupación como habitantes del planeta y amantes de la playa, que nos tiene que obligar a que la misma junto con sus habitantes sean preservados de todo daño. Ni hablar de la provincia, donde ya comenzó a preocupar a localidades y ciudades más importantes (Mar del Plata – Necochea – Gesell).
Y que para disfrutar de la naturaleza, no es necesaria arruinarla, sino que la simple observación del medio natural ya nos tendría que regocijar.
Tomemos esta breve reseña como un aporte a la ecología, en definitiva un “granito de arena”.
Luis Alberto Satini Periodista
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