La sobrepesca de tiburón en poco más de una década prácticamente acabó con la especie martillo en la región del golfo de California. La pesca ribereña continúa ahora con los pocos ejemplares juveniles que quedan y el avistamiento turístico casi es nulo ante el descenso drástico de sus poblaciones.
En el planeta, la familia de los tiburones martillo se encuentra clasificada en peligro por la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación Mundial de la Naturaleza. Sin embargo, pescadores en el mundo continúan su pesca intensiva y México no es la excepción, de acuerdo con expertos y organizaciones como Iemanya Oceánica, Defenders of Wildlife, Teyeliz AC y Wildcoast-Costa Salvaje.
En el golfo de California, las pesquerías colapsaron a partir de la década de los 90, cuando los avances tecnológicos permitieron la incursión de una pesca industrial más tecnificada que, junto con la demanda internacional de los productos, provocaron un aumento del esfuerzo y rendimiento de la pesca de este recurso.
Los tiburones martillo, conocidos por su peculiar forma de cabeza en T, enfrentan la demanda de Estados Unidos para su distribución en el mercado asiático que compra en más de 100 dólares el kilogramo de aleta, comentó Jorge Ramírez, director de Iemanya Oceánica México, organización dedicada a la conservación de tiburones y mantarrayas.
El especialista manifestó que la práctica del “aleteo” —desprender la aleta y lanzar el cuerpo del animal de nuevo al mar— prevalece en varios países del mundo, entre ellos Costa Rica. En México, aunque en menor medida, se ha identificado esta práctica en islas Revillagigedo.
Hace 30 años, en el estado de Baja California Sur el avistamiento del tiburón Sphyrna lewini (martillo) era uno de los principales atractivos turísticos. Buzos de distintas partes del mundo llegaban por los meses de septiembre y octubre para observar los cardúmenes de esta especie.
En la zona de las islas Espíritu Santo y Cerralvo, y un poco más al norte, en Loreto, se podían avistar grupos de más de un centenar de ellos. Ante la disminución de sus poblaciones, hoy la actividad casi ha desaparecido. Con suerte, en alguna salida se podrán observar cinco o diez ejemplares.
Felipe Beltrán Magaña, doctor en Ecología Marina, explicó que esta especie llegaba a las aguas del golfo a reproducirse y alimentarse, como aún lo siguen realizando las ballenas, pero en el océano Pacífico.
No obstante, hace 15 años las pesquerías se intensificaron y prácticamente acabaron con la especie en esta región. A la fecha, sólo se registra mayor presencia en la reserva de la Biosfera Archipiélago Revillagigedo, donde también se avistan mantarrayas gigantes, pero el área continúa siendo amenazada con regularidad por la pesquería ilegal.
Amenaza latente
El golfo de California era considerado una de las regiones del mundo con mayor abundancia de esta especie. En la actualidad, los ejemplares adultos que se pueden observar son escasos y la pesca ribereña continúa afectando también a la población que queda, dijo el especialista del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar) del Instituto Politécnico Nacional.
Existen además evidencias de que las pesquerías ribereña y de altura continúan amenazando a las poblaciones de tiburones de Mazatlán, Sinaloa, y las costas de Oaxaca, así como del resto del mundo, en zonas como Ecuador y Costa Rica.
“Es preocupante que en estos lugares se están pescando tiburones juveniles, que no llegan a medir un metro, sin aún reproducirse, arriesgando el futuro de ésta y otras especies de escualos que también son capturadas”.
En el estado vecino de Baja California, en la bahía de San Francisquito, la pesquería de tiburón colapsó en menos de tres años, indicó en entrevista Aída Navarro Barnetche, directora de Costa Salvaje AC.
La sobrepesca, dijo Navarro, no únicamente ha afectado al tiburón martillo, sino a otras decenas de especies de tiburón; sin embargo, la disminución en pocos años de Shpyrna lewini ha sido muy visible.
La falta de regulación y vigilancia por parte de las autoridades responsables ha permitido que barcos de otras zonas de México lleguen a esta región del golfo o bien de países asiáticos a saquear los recursos. Señaló que “es prácticamente un hecho que en estas condiciones casi cualquiera puede llegar a costas mexicanas”.
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