Uno de los grandes debates ambientales gira en torno al nivel de responsabilidad de la pobreza en la devastación de los recursos naturales y en la contaminación del entorno. Existe una estrecha relación entre la pobreza y las condiciones ambientales, debido a que los sectores de menores recursos son los más expuestos a factores de riesgos y vulnerabilidad ambiental. Lo más creíble es que el pobre busca en los bosques la madera para levantar sus viviendas, tener fuego y ganar terreno para la siembra de alimentos. Este tipo de comportamientos acelera los procesos erosivos e incrementa los niveles de riesgo por deslizamientos de tierra e inundaciones. Sus excretas y los residuos sólidos y líquidos que se originan en su vida cotidiana van a parar especialmente a las fuentes superficiales de agua, que son utilizadas para su propia ingesta, con lo cual se crea un círculo de contaminación y enfermedad que desmejora la calidad de vida de las personas.
Todos estos problemas y alteraciones ambientales producen efectos directos e indirectos en las personas, se van bioacumulando y son de gran peligrosidad para la salud de la población, en especial la de los niños que son los más afectados.
Las enfermedades más comunes relacionadas a la degradación ambiental y la pobreza son: erupciones y alergias, diarreas, infecciones y enfermedades respiratorias, malaria, mal de chagas, cólera, hantavirus, síntomas y afecciones relacionadas a la acumulación en el cuerpo de: plomo, cromo, zinc, manganeso, entre otros metales pesados, además del arsénico, mal ormaciones genéticas en bebés y niños entre muchas otras alteraciones en la salud.
Un entorno nocivo, la mala nutrición y malas condiciones sanitarias forman una mezcla letal que se cobra millones de vidas al año en el mundo y que podrían ser evitadas.
Pobreza y enfermedad son primos hermanos. El índice de mortalidad infantil en la zona de los países subdesarrollados del planeta es 13 veces superior al de la zona de los países desarrollados. La falta de agua potable, alcantarillado, medicamentos y alimentos propician enfermedades infecciosas que matan, todos los años, al doble de personas que el cáncer.
A esto se agrega que el sector productivo de los países subdesarrollados contribuye a que el círculo de la pobreza no tenga fin, pues se niega a invertir en tecnologías limpias y prefieren seguir enviando sus desechos a los ríos, al aire y a los basureros a cielo abierto, que son precisamente los espacios que lindan con las comunidades más pobres y marginadas. El impacto ambiental de las acciones industriales iguala, e incluso supera la dimensión del problema que ocasionan las comunidades pobres, y los efectos más próximos se observan en la tierra arrasada por el uso de técnicas contaminantes.
Una innumerable cantidad de personas muy pobres vive en regiones sometidas a grandes presiones ecológicas y sus comunidades dependen considerablemente de lo que les ofrece la naturaleza. La degradación del ambiente natural menoscaba en gran medida su capacidad para satisfacer las necesidades mínimas.
El mecanismo por el cual el deterioro genera pobreza se inicia cuando la escasez creciente de recursos naturales, priva a la población de su base productiva y de una fuente importante de ingresos adicionales y bienestar, disminuye la rentabilidad del campo y afecta su economía, en especial los sectores más pobres. La baja rentabilidad y el eventual empobrecimiento la gente derivan de que, al perder los recursos en mención, la producción baja y, además, se pierden ingresos (por lo común no contabilizados) y se crea la necesidad de compensarlos o sustituirlos.
En Argentina, un 40% de la población vive en situación de pobreza. Este porcentaje se eleva hasta un 70% en la Provincia de Tucumán y en algunas regiones del norte del país.
Las organizaciones humanitarias afirman que, aunque se está produciendo una recuperación económica, una parte importante de la población, especialmente los niños, vive situaciones muy precarias. Además de las regiones del norte y de Tucumán, el problema se extiende por los suburbios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Muchos argentinos se preguntan cómo en un país como este, productor de alimentos por excelencia, existe pobreza extrema y desnutrición. Suena inconcebible, dicen los habitantes de esta nación, cuando se busca una explicación… Una de las causas posibles es la mala distribución de la riqueza, un problema estructural en las naciones latinoamericanas.
Las últimas mediciones de la pobreza en América latina indican que 222 millones de personas —un 43% de la población— sufren privaciones que les impiden acceder a los derechos políticos y sociales de la ciudadanía.
De ellos, 96 millones —un 18,6 por ciento de la población— se encuentran en una situación aún más afligente, con ingresos que no alcanzan para su alimentación básica.
Hay muchas maneras de combatir la pobreza, no a los pobres por supuesto. En términos generales, combatir la pobreza es para vencerla, para dar por terminado un estado que ha venido agobiando a los pueblos por décadas y en una trayectoria creciente que amenaza con alcanzar niveles insospechados.
Para muchos, la pobreza se combate regalando comida, ropa y techo, y no es que sea malo esto, pero no es el camino para vencerla y exterminarla.
La erradicación de la pobreza está vinculada de forma irrefutable a la protección de la Naturaleza. ¿Por qué digo esto? Porque para eliminar la pobreza es necesario inequívocamente llegar a un desarrollo sostenible que debe aplicarse inmediatamente para mejorar la calidad de vida. Cultura, nutrición o ecología son básicas en la erradicación de la pobreza y desarrollo sostenible.
Las iniciativas tendientes a la eliminación de la pobreza en forma permanente deberán apuntar al logro de una forma de desarrollo sostenible centrada en la comunidad que, al mismo tiempo, tenga en cuenta la dependencia de la comunidad local de su medio ambiente natural. Los programas de lucha contra la pobreza y de gestión de recursos deberán unificarse en un marco común que abarque todos los planos.
Los esfuerzos encaminados a la erradicar la pobreza requieren inversiones en educación básica, saneamiento, abastecimiento de agua apta para el consumo, vivienda, abastecimiento de alimentos e infraestructura para poblaciones de rápido aumento. Esto sobrecarga economías ya débiles y limita las opciones de desarrollo. Deben crearse empleos para crecientes cantidades de jóvenes que ingresan en la fuerza laboral en momentos en que el desempleo ya está generalizado. Es necesario lograr un desarrollo económico sostenido en el marco del desarrollo sostenible, a fin de dar lugar a todas esas presiones
Para evitar que nuestro mundo siga deteriorándose todos tenemos que cambiar. Para alcanzar un desarrollo sostenible se necesita que exista un compromiso de todos para desarrollar y preservar. Y todas las personas, las industrias y las autoridades debemos comprometernos a seguir los principios claves de este desarrollo. Entre esas medidas, debemos:
• Respetar y cuidar la comunidad de los seres vivos. • Mejorar la calidad de la vida humana. • Conservar la vitalidad y diversidad de la tierra. • Mantenerse dentro de la capacidad de carga de la tierra. • Modificar las actitudes y prácticas personales. • Facultar a las comunidades para cuidar su ambiente. • Establecer un marco nacional para la integración del desarrollo y la conservación.
La satisfacción de las necesidades básicas de la población mundial, la elevación del nivel de vida, la protección y gestión en beneficio de los ecosistemas naturales para lograr un futuro más seguro y más próspero, es la preocupación mundial para detener la perpetuación de las disparidades entre las naciones y dentro de cada una de ellas. Desarrollo sostenible significa buscar el progreso, preservando los recursos naturales para las futuras generaciones.
Las principales amenazas al desarrollo sostenible son la pobreza, la sobre explotación y la contaminación y uso inadecuado de tierras y de agua. Es necesario un compromiso ético de nuestra sociedad para alcanzar un desarrollo sostenido en nuestro planeta.
La pobreza nuestra no es sino falta de imaginación, falta de creatividad y falta de curiosidad. No sigamos regalándole comida a la gente sino enseñémosle a vivir mejor por su propio esfuerzo. Los grandes ricos en el mundo han comenzado desde lo más pobre.
Cristian Frers
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