Un estudio realizado por el gobierno australiano indica que un cáncer facial hasta ahora incurable ha liquidado a la mitad de la población de estos animales que vive en libertad (unos 75 mil ejemplares). Se trata de un marsupial de piel negra y mandíbulas tan potentes que pueden destrozar sin problema alguno los huesos de especímenes mucho más grandes que él.

Alistair Cotter, responsable del equipo que efectuó la investigación, dijo que la enfermedad por sí sola no es suficiente para provocar la extinción de esta rara especie, pero cuando a ella se le suma la pugna natural por conseguir alimento entonces la perspectiva toma otro rostro.

“En este momento no contemplamos la perspectiva de la extinción, sin embargo, estamos muy preocupados por la situación”, añadió el científico. En los últimos cuatro años, numerosos zorros han llegado a Tasmania procedentes de otras partes del país [...] que representan una importante competencia por alimentos para el diablo tasmano.

“Si los zorros se establecen aquí y el número de diablos desciende, eso podría alterar significativamente la naturaleza de la biodiversidad de Tasmania”, previno.

Los especialistas tienen la hipótesis de que la enfermedad se propaga cuando los diablos mordisquean sus presas en grupo. Las tumoraciones faciales que presentan ocasionan una reducción significativa en la capacidad de los animales para cazar y alimentarse.

En este momento las autoridades de Tasmania, único sitio del planeta donde habita este singular espécimen, realizan diversas pruebas para determinar la causa de los tumores, pues no se sabe si se trata de toxinas naturales o fabricadas por el ser humano.

De continuar así las cosas, este popular marsupial corre el riesgo de sobrevivir sólo en los dibujos animados que lo han convertido en una leyenda. El problema real es que cuando se extingue una especie se afecta la totalidad de un ecosistema.