En un equilibrio precario vive el picaflor de Juan Fernández (Sephanoides fernandesis), uno de los símbolos de ese archipiélago. El ave no sólo tiene como hábitat exclusivo los bosques nativos de la isla Robinson Crusoe, sino que además debe vérselas con especies invasoras, incluyendo su pariente el colibrí del continente, que también ha llegado por esos lados.
Además, su población apenas llega a los mil ejemplares. "Mil individuos en una superficie de no más de 2 mil hectáreas es muy poca población. Cualquier cosa que se introduzca o provoque un problema podría provocar una situación crítica", reconoce Javiera Meza, encargada de Fauna Silvestre de Conaf V Región. Desde el año 2004 que un equipo de expertos encabezado por la ornitóloga de la U. de Washington Erin Hagen investiga ese reducido hábitat y las costumbres del frágil animal, con apoyo de la ONG Oikonos, que trabaja con los ecosistemas de islas remotas. Cuenta que cuando llegó por primera vez al archipiélago su objetivo eran las aves marinas, pero en una conversación con los guardaparques de Conaf (el área es parque nacional) ellos le dijeron que era necesario estudiar al picaflor endémico. "Decidimos buscar una beca y así nació el proyecto". Desde entonces han estado estudiando las distintas amenazas que afectan a los picaflores, especialmente en su época reproductiva. Mayores amenazas No obstante, el peor enemigo, reconoce, son los gatos. "Los picaflores no tienen temor del ser humano ni de los predadores. Cuando bajan de los árboles al poblado, pueden quedarse mirando a un gato e incluso acercarse a él. No tienen la misma respuesta evolutiva de otros animales que huyen ante el peligro y ese es uno de los mayores problemas". Como combate al felino, un grupo que incluye a Conaf, la municipalidad, Oikonos y la posta ha aplicado esterilizaciones. Otro rival no tan fatal pero que compite por su mismo hábitat es el picaflor del continente (Sephanoides galeritus), cuenta Javiera Meza. El picaflor de Juan Fernández es más voluminoso que su pariente continental y por eso muchas veces necesita sujetarse de las flores para libar el néctar. Su competidor, más ligero, puede hacerlo mientras aletea y gasta menos energía y tiempo en la tarea. "Erradicarlos sería muy difícil, ya que duplican la población del picaflor nativo". La amenaza no sólo proviene del reino animal. Los maquis y zarzamoras han afectado las zonas de anidación y alimentación del colibrí y por eso el proyecto de Oikonos también incluyó el despeje de esas plagas y su reemplazo por flora nativa, en un trabajo conjunto con la comunidad local y Aves Chile. Meza destaca que ello ha permitido aumentar el número de nidos de 5 a más de 25 en la zona de Plazoleta El Yunque. Según Hagen, los resultados confirman que se necesita restaurar bosque nativo y controlar a los predadores a través de un control a las especies foráneas que llegan a la isla. Además, es preciso estudiarlo durante todo el año porque cambia su comportamiento, como los recursos que tiene disponibles. Fuente: blogs│EL MERCURIO El último comentario se muestra en esta página, los anteriores podrás leerlos en las páginas subsiguientes. Todos los comentarios requieren de la aprobación del administrador. No se publicarán consultas, las que sugerimos realizar a través del formulario de contacto. Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios. Por favor valídate o regístrate. Powered by AkoComment 2.0! |