Página 1 de 2 Los
wichis de Tonono, Salta, levantaron seis kilómetros de alambrada que
cerraban su tierra y recuperaron el lugar. La Justicia les da la razón,
pero no impidió alambrar a la desmontadora.
Cuando el año pasado un grupo de ambientalistas se reunió con Néstor
Kirchner le planteó que en el norte existía una nueva ESMA. Hoy vuelven
a decirlo: “El desmonte es la bomba socio-ambiental que va a estallar
en las provincias más pobres”. Ayer unas pocas líneas de información
daban cuenta de un nuevo enfrentamiento por un desmonte en la provincia
de Salta.
Ocurrió entre los pobladores wichis de la comunidad de Tonono y una
empresa privada dispuesta a comenzar el trabajo de alambrado de cinco
mil hectáreas para desmontar tierras de uso comunitario y tradicional.
Los wichis desalambraron seis kilómetros del cerco, echaron al capataz
y armaron un campamento de protesta. El capataz los denunció por
privación ilegítima de la libertad. Ellos dicen que la ocupación como
acción directa es una respuesta a la inacción del Poder Judicial.
John Palmer es un antropólogo inglés. Es blanco, pero forma parte de la
comunidad wichi de Salta desde hace años. “Mañana (por hoy) vamos a ir
al Juzgado Civil y Comercial de Tartagal –le explicó a Página/12– para
presentar una medida autosatisfactoria que es una figura nueva, de tipo
cautelar pero sumarísima, para lograr un efecto más rápido y detener la
obra que está en marcha.”
La obra en marcha es un alambrado sobre 5600 hectáreas ubicadas
alrededor de la cuenca del río Itiyuro, una zona donde conviven unas
seis comunidades wichis integradas por unas dos mil personas. El río
Itiyuro está entre el Pilcomayo y el Bermejo, pozos de agua que
ancestralmente sirvieron de asentamiento de otras comunidades
originarias. Todas esas tierras formaban parte antiguamente del
territorio boliviano, luego quedaron bajo el legado argentino y a
nombre de Robustiano Patrón Costa. Desde aquella época hasta ahora, sus
propietarios fueron cambiando pero pocos hicieron uso efectivo de las
tierras hasta el boom del cultivo intensivo de transgénicos como la
soja.
“Ocurre desde hace unos años –explicó Palmer–: hay un avance muy fuerte
de las empresas agroindustriales de todos lados con cultivo intensivo
de todo, pero ahora de la soja que está de moda.”
La Cuenca de Itiyuro es especialmente atractiva para los depredadores
de monte, como llaman los wichis a las compañías productoras. Es una
tierra tropical, con temperaturas de 60 grados en verano, ubicada entre
las Yungas y el Chaco seco con extensiones ideales para plantaciones de
porotos, algodón y también de soja.
La defensa que comenzaron estos días sus habitantes tuvo un punto de
inflexión el año pasado, cuando otras dos compañías encabezaron
proyectos de desmonte semejantes sobre terrenos de diez mil hectáreas
cada uno. Aquella vez, las comunidades acudieron a la Justicia antes de
iniciar una acción. “La respuesta fue absolutamente positiva –apunta
nuevamente el antropólogo–: la Justicia ordenó paralizar la obra, pero
esa decisión nunca se llevó a la práctica.”
Por esa razón, la reacción esta vez fue distinta. El último 25 de mayo,
la comunidad wichi de Tonona decidió desalambrar seis kilómetros de
cerco colocados por sobre la parcela conocida históricamente como La
Maderera, que ahora habría cambiado de dueños. La decisión generó un
conflicto con el capataz del lugar. Denunció a los wichis por privación
ilegítima de la libertad y coacción, una denuncia desmentida por los
miembros de la comunidad: “La gente siempre poseyó y vivió ahí”,
precisó América Alemán, abogada de la comunidad. Según la abogada, esa
situación es conocida por el gobierno provincial y por el municipal,
dado que “después de un largo trámite construyeron un pozo de agua”
para la comunidad.
El pozo de agua está en medio del terreno disputado, un desprendimiento
de Tonono en el margen norte de la cuenca del río Itiyuro. Ese es
el sitio donde la comunidad ayer improvisó un pequeño campamento base
como medida de protesta para evitar la expropiación. “Acá se está
diciendo que ocuparon las tierras, como si fuera un corte de rutas,
pero en realidad –corrigió Palmer– no ocuparon nada, están al lado de
su pozo de agua en un terreno que les pertenece.”Durante estos días no
habrá ningún otro movimiento más que “rechazar el ingreso de extraños a
las tierras que ellos usan tradicionalmente”, indicó en este caso la
abogada preocupada porque los ancianos, mujeres y los niños del
campamento se encuentran sin comida ni forma de obtenerla. “Aún no
tengo vista del expediente en el que hay una denuncia penal –continuó–.
De este modo los indígenas no tiene derecho a defensa.”
Los argumentos de la comunidad para defender el espacio de uso
ancestral están respaldados por una garantía constitucional, dice
Palmer. “Lo que ellos piden ahora es formar parte de un comité de
consulta como está establecido.”
Los desalojos masivos, el éxodo y el desmonte no son los únicos
problemas que preocupan a las comunidades salteñas. Durante los últimos
tiempos, al compás de las topadoras han crecido aserraderos legales e
ilegales. Los wichis denunciaron el paso de camiones que entran a robar
madera y talar árboles en sus tierras.
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Otra opinión Escrito por Pablo el 2007-08-30 00:39:57 Me pareció muy buena, y no es una monografía, es la redacción de un suceso para tu trabajo de historia wichi que busca la convivencia mitos y leyendas. Esto es la narración de algo que aconteció. Desde ya, mil disculpas, pero si yo que no soy una persona super inteligente, me di cuenta tu con altereza lo tendrías que haber notado. |
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