Mercados financieros donde los inversores se benefician con la recuperación de una especie, macroinversiones para proyectos medioambientales, microcréditos para poner en marcha empresas sostenibles en países en desarrollo, o estudios financieros para cuantificar las consecuencias del deterioro natural. Son algunos ejemplos que demuestran que la "ingeniería financiera" no debe ser sinónimo de especulación, sino que bien utilizada puede resultar de gran ayuda para conservar y mejorar el medio ambiente.
Un grupo de investigadores estadounidenses ha propuesto crear un mercado financiero de animales en peligro, gestionado por las instituciones, de forma que su conservación dependería de sus inversores. En caso de asumir el plan, el Gobierno determinaría el coste de protección de una especie y se destinaría un fondo para cubrir los contratos con los posibles inversores. Si el número de animales cayera por debajo de un umbral determinado, los contratos serían anulados y el dinero se destinaría a programas de recuperación. Si el número de ejemplares aumentase, los inversores recibirían los beneficios en proporción al estado de salud de la especie. La propuesta, publicada en la revista científica "Frontiers of Ecology and the Environment", no es la primera en poner precio a la naturaleza para tratar de salvarla. En Estados Unidos (EE.UU), el "mercado de la biodiversidad" funciona desde la década de los 80. En este caso, las administraciones señalan especies o hábitats que se han de proteger, y se establece un sistema de compensaciones para su protección, basado en la oferta y la demanda. De esta manera, los dueños de tierras en los que se encuentren dichos hábitats o especies evitan la tentación de dar a sus propiedades otros fines, ya que logran un buen negocio "vendiendo" su trabajo de conservación. Sin embargo, explican los responsables de la propuesta, estos programas no aprovechan todas las ventajas de los sistemas de mercado y, además, las instituciones sólo toman cartas en el asunto cuando la situación de algunas especies es muy grave, pero no ofrecen protección alguna aunque padezcan amenazas que les estén llevando a una situación extrema. En este sentido, esperar tanto puede ser costoso e inútil, recuerdan los investigadores: la prevención es el mejor (y más económico) sistema para conservar una especie, ya que en una situación crítica, los programas de recuperación o restauración suelen salir a las instituciones muy caros y no siempre son efectivos. Por ello, la citada propuesta apunta una fórmula intermedia en la que los riesgos de protección no serían asumidos por las instituciones, sino por las personas que en realidad tienen en sus manos el destino de una especie o un hábitat. Además, sostienen, el dinero institucional destinado a la conservación se aprovecharía mejor, antes de que la situación se vuelva insostenible. En cualquier caso, los investigadores reconocen que la idea necesitaría un desarrollo mayor y los detalles tendrían que estudiarse caso por caso. Por ejemplo, la estimación económica tendría que ser lo más ponderada posible: si se apuntan unos precios demasiado bajos, no serían interesantes para los inversores. Y si se sobreestima, se estaría malgastando el dinero público. Asimismo, sería necesario un sistema objetivo y fiable para ambas partes a la hora de cuantificar la evolución del número de ejemplares de una especie. De los macroplanes a los micropréstamos La inversión en planes que combatan los problemas del medio ambiente también ayuda a mejorar la economía. Así lo ha entendido el Gobierno estadounidense, que ha aprobado la "American Recovery and Reinvestment Act", un paquete de medidas para tratar de estimular la economía en este país. De los 790 mil millones de dólares que se tiene previsto invertir, 60 mil millones irán destinados al desarrollo de energías alternativas y limpias, investigación científica y varios proyectos medioambientales. No obstante, aunque los grupos medioambientalistas lo consideran el mayor estímulo de la historia hacia una economía "verde", señalan algunos aspectos que podrían haber sido mejorados. Por ejemplo, la cantidad propuesta para aumentar el transporte público ha caído de los 12 mil millones iniciales a los 8,4 mil millones. Asimismo, algunos expertos dudan de que las instituciones locales y estatales, beneficiarias directas del plan, estén preparadas para gestionar eficientemente los proyectos y las grandes cantidades de dinero que recibirán para llevarlos a cabo. Otros expertos recuerdan también la influencia de los "lobbys" (grupos de presión) y las luchas que puede haber entre las partes interesadas, lo que podría ser determinante en el desarrollo de muchos de estos proyectos "verdes". Aunque no todo tienen que ser grandes inversiones y macroplanes, porque la suma de pequeñas iniciativas puede dar también grandes resultados. Un ejemplo destacado es el de los microcréditos, una idea surgida en Bangladesh a mediados de los años 70. Su impulsor, Muhammad Yunus, creaba el Banco Grameen para ofrecer pequeñas financiaciones a personas sin recursos, de forma que pudieran llevar a cabo proyectos empresariales con los que salir de la pobreza. Yunus recibía el Nóbel de la Paz en 2006 por su idea y la extensión del concepto a otros países en desarrollo: el Banco Mundial (BM) calcula que hay más de 7.000 organizaciones microfinancieras que han otorgado créditos por valor de 7.000 millones de dólares a unos 16 millones de personas. Los expertos subrayan que los microcréditos han hecho una gran labor por el medio ambiente: tras tres décadas de experiencia, se ha demostrado que, cuando las personas pobres tienen la oportunidad de ganarse la vida de forma legítima y sostenible, no necesitan acudir a la especulación o la sobreexplotación de los recursos naturales. En este sentido, la mayoría de las instituciones de microcréditos establecen que los proyectos sean sostenibles como condición imprescindible para la concesión de los préstamos. En otros casos, también se ofrecen condiciones de financiación más ventajosas para proyectos "verdes". El agua, más valiosa que el petróleo Los estudios económicos también pueden ser de gran ayuda para señalar los problemas medioambientales y buscar posibles soluciones. Es el caso del conocido como "informe Stern". Su responsable, el británico Nicholas Stern, ex economista jefe del BM, cuantificaba por primera vez las pérdidas económicas catastróficas que supondría no hacer frente al cambio climático. Otro ejemplo, un estudio dado a conocer recientemente por el grupo CERES, especializado en análisis de mercado para el sector agrícola. El informe señala que la disminución de las reservas de agua supone un peligro mayor para los negocios que las de petróleo. Sus responsables indican que todos los sectores productivos dependen del agua en mayor o menor medida, y recuerdan que este elemento no tiene ningún sustituto, mientras que para lograr energía hay otras posibilidades además del petróleo. El último comentario se muestra en esta página, los anteriores podrás leerlos en las páginas subsiguientes. Todos los comentarios requieren de la aprobación del administrador. No se publicarán consultas, las que sugerimos realizar a través del formulario de contacto.Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios. Por favor valídate o regístrate. Powered by AkoComment 2.0! |