¡Pero si me había comprado un aparato último modelo! Todo va fantástico hasta que, poco a poco, vamos notando cómo nuestro ordenador o teléfono deja de correr como antes y se vuelve lento, muy lento. ¿Es posible que pasados unos meses lo que parecía una máquina revolucionaria se haya convertido en una cafetera?
Es posible. En muchas ocasiones, ponemos el grito en el cielo y clamamos contra la consabida obsolescencia programada cuando en realidad la solución -o al menos una parte de la misma- la tenemos en nuestras manos.
Haz caso de las actualizaciones del software
Si eres de los que todos los días aplaza para el día siguiente el aviso de actualización del sistema operativo, deja de serlo. Si no instalamos estas actualizaciones en el equipo, o lo vamos dejando para más adelante, estaremos utilizando programas con particularidades o problemas que ya están resueltos para el resto de los mortales… pero que seguirán afectándonos a nosotros.
El antivirus hay que configurarlo
No entraremos a recomendar obviedades como la necesidad de contar con un buen antivirus que nos proteja de intromisiones no deseadas y evite que nuestra máquina se convierta en un ‘zombie’, es decir, que trabaje para otros sin saberlo nosotros. Pero el antivirus hay que configurarlo: ve al panel de control y programa las actualizaciones automáticas, así como las revisiones periódicas. Aun así, de vez en cuando, no viene mal hacer un escaneo manual en profundidad.
La PC no es un almacén
Con la instauración de los servicios en la nube y el desarrollo de la capacidad de dispositivos de almacenamiento como tarjetas de memoria, memorias USB y los recurridos discos duros portátiles, el ordenador ha dejado de ser el lugar donde guardamos todo lo que queremos conservar. Aligéralo: envía tus archivos a tu disco duro online (Dropbox, Cloud, o el que más te guste). Si todavía te sientes mejor contando con un espacio de almacenamiento físico, usa discos duros externos para almacenar tus fotografías, música, películas y todo tipo de documentos. Mientras más ligero está, más sencillo resultará para el ordenador destinar sus recursos a clasificar y gestionar la información de uso inmediato.
Guerra al bloatware
Se entiende por bloatware, (software inflado, en su traducción literal) todo programa que instalan los proveedores y que no resuelven necesidad alguna para el usuario final, pero que están activos en segundo plano y sumados consumen gran cantidad de recursos. En términos generales, son completamente innecesarios. Aquí tenemos una de las claves de que nuestro ordenador o dispositivo móvil vaya mucho más lento de lo que debería.
Olvídate del Por si acaso
Con el tiempo, acumulamos en nuestros teléfonos y ordenadores un sinfín de programas y aplicaciones que -seamos sinceros- no utilizamos en absoluto. Aquella app que descargamos para probarla y nunca más volvimos a abrir, aquella vez que bajamos cuatro programas similares para quedarnos con el mejor y resulta que olvidamos desinstalar luego los que sobraban, aquel desarrollo que tanto utilizaste pero que ya no usas, y que guardas ‘por si acaso’ algún día te hace falta…
Olvidemos el ‘Por si acaso’: si lo necesitas en el futuro, en el futuro lo descargarás. Lo que no se aprovecha en un dispositivo se convierte en peso. Y el peso nos hace más lentos.
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