
¿El fin de la humanidad se acerca? Suena extraño decirlo, pero a principios de siglo, sí, a principios de siglo cuando comenzamos a publicar este website difundíamos puntualmente cada noticia relacionada con la ecología y el medio ambiente.
Ese espacio, al momento de la redacción de este artículo, aún se conserva.
Repasándolo, recordando esos titulares, recuerdo que nos sentíamos casi profetas de un apocalipsis cercano.
Lamentablemente las cosas no han cambiado, es más, se han agudizado y artículos como el que entregamos a continuación, que quizás tenga algún tono de exageración o una rigurosidad científica que algunos pueden poner en duda, nos hacen recordar y retomar ese sentimiento, incluso con la perspectiva que nos aportan varias década de experiencia científica y empírica.
Científicos de la Universidad de Oxford y de Cambridge alertaron que la humanidad podría extinguirse en apenas 25 años debido a una combinación de amenazas tecnológicas, climáticas y sociales. La advertencia proviene de expertos como Toby Ord, futurólogo de Oxford, y Luke Kemp, investigador de Cambridge, quienes analizaron riesgos existenciales que podrían llevar al colapso total de la civilización. La probabilidad de extinción, advierten, no es menor al 50% para el 2050.
Los especialistas señalan que factores como guerras nucleares, cambio climático acelerado, virus diseñados artificialmente y el desarrollo de inteligencias artificiales hostiles podrían provocar que las ciudades se conviertan en escenarios de caos y violencia masiva. Estas predicciones, basadas en estudios históricos y modelos matemáticos, transforman lo que antes parecía un cliché apocalíptico en un riesgo real y cuantificable.
El contexto histórico respalda la advertencia. A lo largo de la historia, los imperios y civilizaciones cayeron por desigualdad, corrupción, expansión excesiva y catástrofes ambientales. Kemp denomina a estas sociedades autodestructivas “Goliats”: potencias que concentran riqueza y poder mientras la mayoría de la población queda expuesta a la pobreza, el hambre y la violencia, creando ciclos de auge y caída que podrían repetirse a escala global en el siglo XXI.
El patrón histórico de colapsos sociales
Las civilizaciones humanas mostraron una constante a lo largo de los siglos, cualquier sociedad que concentra demasiado poder y riqueza en manos de unos pocos tiende a derrumbarse. Los antiguos imperios griego y romano prosperaron gracias a la explotación y la esclavitud, pero la corrupción interna, las luchas de poder y las crisis ambientales provocaron su caída.
Kemp advierte que este patrón se mantiene en el mundo moderno. Los desequilibrios de riqueza, la concentración de poder corporativo y los conflictos geopolíticos podrían desencadenar colapsos simultáneos de sistemas políticos, económicos y sociales. Según su investigación, el debilitamiento de la infraestructura y la degradación ambiental son factores que podrían acelerar la destrucción de la civilización contemporánea.
A esto se suman amenazas globales que antes no existían. La proliferación de armas nucleares y de tecnologías de destrucción masiva, combinada con la posibilidad de virus creados en laboratorios y una IA malintencionada, multiplica los riesgos de colapso total. La historia de la humanidad muestra que incluso pequeñas perturbaciones en sociedades desequilibradas pueden provocar consecuencias catastróficas.
El colapso social, explica Kemp, no solo se refiere a muertes masivas, también incluye el fracaso del Estado, la caída de la economía y la destrucción de servicios básicos, lo que puede transformar rápidamente ciudades enteras en escenarios de caos, violencia y hambre. Esta vulnerabilidad no distingue entre países desarrollados y en desarrollo: todos están expuestos a las consecuencias de una catástrofe global.
Incluso las soluciones tecnológicas planteadas, como la inyección de aerosoles estratosféricos para reflejar la luz solar, conllevan riesgos enormes. Kemp y su colega Aaron Tang advierten que estas técnicas podrían alterar los patrones de lluvia y requerir mantenimiento constante, imposible de garantizar ante pandemias, guerras o fallas en la aviación global.
Riesgos contemporáneos: IA, armas y cambio climático
Las armas nucleares siguen siendo la amenaza más inmediata, con cerca de 10.000 ojivas activas en manos de superpotencias como Estados Unidos, Rusia, China, India y Pakistán, además de Israel, Francia y Corea del Norte. Incluso un conflicto localizado podría desencadenar una catástrofe global.
Por otro lado, el cambio climático se desarrolla a un ritmo diez veces mayor que en la Gran Mortandad Pérmica, la mayor extinción masiva registrada. Sequías, olas de calor, inundaciones y tormentas extremas podrían destruir cultivos esenciales y generar migraciones masivas. Según Kemp, para 2070 alrededor de 2.000 millones de personas podrían vivir en zonas con temperaturas insoportables, con impactos directos en la seguridad alimentaria mundial.
La inteligencia artificial representa otra amenaza crítica. Científicos de IA como los de Google DeepMind señalan que, sin controles adecuados, ciertos softwares podrían volverse hostiles y esclavizar o aniquilar a la humanidad. Los expertos advierten que la combinación de estas tecnologías con el colapso social podría tener consecuencias catastróficas en cuestión de años.
Incluso las pandemias, ya sea naturales o diseñadas artificialmente, muestran que un virus capaz de propagarse rápidamente puede afectar la infraestructura global en semanas, causando desabastecimiento de alimentos, colapso económico y crisis sanitaria masiva. La humanidad enfrenta un conjunto de amenazas interconectadas que, en combinación, aumentan exponencialmente el riesgo de extinción.
El búnker de los multimillonarios: ¿una verdadera salvación?
Frente a estos escenarios, algunos multimillonarios buscan refugios seguros. Peter Thiel, fundador de PayPal, adquirió un terreno en Nueva Zelanda y construyó un búnker con tecnología avanzada. Sam Altman, director de OpenAI, acordó acompañarlo en caso de colapso social. Sin embargo, Kemp advierte que la supervivencia de grupos aislados no garantiza la continuidad de la civilización, ya que dependen de suministros locales, relaciones de confianza y seguridad militar que son extremadamente vulnerables.
El concepto de refugios de lujo con hidroponía, luz artificial y seguridad privada no elimina la amenaza de hambruna, violencia o problemas de gobernanza post-colapso. Los expertos subrayan que los verdaderos sobrevivientes serían aquellos capaces de adaptarse a condiciones extremas, no solo quienes poseen recursos financieros.
El colapso de la civilización, según Kemp, es más probable de lo que muchos imaginan. Incluso si los búnkers permiten a unos pocos escapar, las ciudades podrían convertirse en mataderos, y la humanidad enfrentaría su mayor prueba histórica: sobrevivir a un mundo radicalmente transformado por sus propios errores.