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Las almejas de la costa, amenazadas

En riesgo: advierten sobre la extracción indiscriminada de este importante recurso bonaerense. Según científicos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, se registran mermas del 70 por ciento. Sin embargo, si se las cuidara durante tres años podrían recuperarse. La población debería participar activamente en la preservación de estos mariscos.

La almeja, un molusco emblemático de la costa bonaerense, ha sido un recurso económico y un atractivo turístico. Actualmente, sin embargo, está en riesgo de desaparición. La acción del turismo conspiró contra su recuperación luego de que se produjo una gran mortandad en 1995, señala un equipo de biólogos de la Universidad de Buenos Aires.

"En octubre de 2001 encontramos un repunte en la población, pero cuando volvimos en diciembre había desaparecido el 70 por ciento", relata el doctor José Dadon, profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

El investigador subraya que "resulta de crucial importancia que la población colabore para impedir la extracción furtiva de almejas". La remoción de arena y conchilla de la playa, y la circulación de vehículos por esa zona, también conspiran contra la recuperación de este molusco.

Dadon dirige un equipo de investigadores que, en virtud de un convenio de asistencia técnica entre la mencionada facultad y el Municipio de la Costa, está realizando un control permanente del estado de la almeja amarilla (Mesodesma mactroides) en las playas.

Un marisco popular

El objetivo es analizar los principales factores que la afectan y proponer soluciones a fin de preservarla. "Si se la cuida durante dos o tres años, después se la puede volver a explotar como recurso turístico, ya que para la pesca comercial haría falta una protección y un plan de manejo a más largo plazo", asegura el investigador, que junto con los biólogos María Rodríguez, Graciela Chiappini y Adrián Marozzi, y los estudiantes Juan Manuel Cruces y Mabel Salinas efectúan campañas de recolección de datos tres veces por año, en primavera, verano y otoño.

Las almejas, que viven en la parte más baja de la playa, el sector que cubren las mareas, son uno de los mariscos más populares y se consumen en todo el mundo. Se denominan moluscos bivalvos por las dos valvas que protegen su cuerpo. Estas se mantienen cerradas gracias a sus poderosos músculos internos, lo que les permite protegerse de muchos depredadores. Los prominentes anillos de crecimiento de la valva son útiles para determinar su edad.

Se conocen más de 6 mil especies de bivalvos. Las más conocidas son las almejas, los berberechos, los mejillones, las ostras y las vieiras. Todos son acuáticos y la mayoría, marinos, pero hay también algunos de agua dulce.

La almeja amarilla ha constituido uno de los recursos malacológicos más importantes de la Argentina. Se explotó comercialmente en forma masiva entre 1940 y 1958, año en que la sobrepesca de este molusco causó un colapso que obligó a decretar la veda total para su extracción comercial. A partir de ese momento se permitió sólo la recolección turística.

En 1953 se obtuvo el máximo valor de extracción, cuando se alcanzaron las mil toneladas. Ese mismo año, la extracción del mejillón, que es el principal recurso malacológico del país, llegó a 1400 toneladas. Esto da una idea de la importancia económica de la almeja en aquel momento.

La sobreexplotación y la urbanización de las playas llevaron a una fragmentación de los bancos almejeros. A fines de los 50, sin embargo, todas las playas entre Santa Teresita y Mar Chiquita presentaban bancos de gran riqueza en almejas.

En 1968 seguía siendo muy abundante en las playas, con una densidad media superior a los 500 individuos por metro cuadrado, y en Mar del Tuyú superaba los 900.

Dado que en el último año los investigadores observaron sólo almejas inmaduras, de talla muy pequeña, infirieron la presencia de individuos reproductivos en el área, aunque con una densidad por debajo de la mínima detectable. Hoy la densidad no alcanza a los 60 individuos por metro cuadrado.

La población actual de almejas en la costa bonaerense representa menos del 10% de la existente antes de la mortandad masiva del 95.

Las actividades que impiden su recuperación incluyen no sólo la extracción furtiva, sino también la involuntaria e indirecta; por ejemplo, cuando se extrae arena para ser utilizada para la construcción, lo que afecta a las almejas más pequeñas. Y otro factor perjudicial es la circulación de vehículos.

Por todo esto, Dadon y su equipo de investigación insisten en la necesidad de lograr la colaboración de residentes y turistas en la preservación de este recurso.

La atracción fatal de turistas y almejas

En 1995 se registró un fenómeno de mortandad masiva de la almeja amarilla en toda la provincia de Buenos Aires. En noviembre de 1996, para facilitar la recuperación, se estableció la veda total, por una resolución de la Dirección de Pesca Provincial. Finalmente, en octubre de 2001 las almejas adultas se vieron en la playa. Pero esto resultó fatal cuando llegaron los turistas, que la extraen por diversión o para emplearla como carnada.

Hace sólo dos años que los investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires empezaron a observar una lenta recuperación de los bancos almejeros de la costa bonaerense. Sin embargo, según afirma el profesor José Dadon, la estructura de la población es diferente de la encontrada hasta 1995.

Antes, las poblaciones estaban constituidas por adultas de distintas edades, juveniles y las denominadas reclutas, que son las más pequeñas, de entre 1 y 2 milímetros de diámetro.

En la actualidad, en cambio, la población está formada por individuos de la misma edad o tamaño, y ya no se observan distintas edades coexistiendo en forma simultánea. La densidad, tanto de los juveniles como de las almejas de tallas comerciales (mayores de 60 milímetros), es baja.

De las 6 mil especies de bivalvos conocidas, se sabe que los tamaños varían desde uno hasta diez centímetros de diámetro, pero la almeja tropical gigante alcanza casi un metro y medio, y puede llegar a los 200 kilos de peso.

En el caso de las almejas amarillas, al año de vida alcanzan los cuatro centímetros de diámetro, y en esa época empiezan a reproducirse. Viven hasta los ocho años, con un tamaño máximo aproximado de 8 a 9 centímetros.

Se reproducen en primavera y otoño, época en que ponen millones de huevos, que se desarrollan en larvas planctónicas (que flotan en el agua).

15 de julio de 2002

Fuente: Diario La Nación

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