Esta es la conclusión a la que llegaron los científicos del Censo de la Vida Marina, que descubrieron que el Océano Ártico y el Antártico comparten al menos 235 especies marinas idénticas, entre las que se incluyen ballenas grises, aves, así como gusanos, crustáceos y caracoles pterópodos.
No sólo eso. "Además de nuevas especies", dijo el Doctor Víctor Gallardo, un investigador sudamericano que participó activamente en una serie de proyectos del Censo, "hemos encontrado ecosistemas muy poco conocidos en ambos océanos, que funcionan sobre la base de elementos que no dependen del sol". El hallazgo, más que ofrecer respuestas, abre un sinnúmero de interrogantes: las especies, ¿son exactamente iguales o son parecidas y evolucionaron por caminos diferentes? ¿Cómo se explica que vivan tan separadas? Sin barreras Según le explicó Ron O'Dor, otro experto del Censo, hay que pensar a los océanos como "un terreno donde la mezcla y el intercambio son posibles. Allí existen una variedad de corrientes que permiten que las cosas circulen". A esto, se suma el hecho de que las temperaturas de los diferentes océanos no son tan distintas como para que se produzca una barrera térmica, añade O'Dor. "Las temperaturas en las aguas profundas de los polos pueden descender a -1º centígrados, pero en el Ecuador, las profundidades no superan los 4º centígrados. "Existe una continuidad en el océano como resultado de los sistemas de corrientes, a la que llamamos 'cinta transportadora'; muchos animales producen huevos o atraviesan una etapa en la que son larvas, que luego son transportadas por las aguas". Calentamiento En momentos en que el calentamiento global se ha convertido en uno de los principales enemigos para la supervivencia de la diversidad biológica del planeta, la importancia de las actividades que desarrolla el Censo es crucial, asegura Gallardo. El proyecto -que busca hacer un catálogo sobre la distribución, la abundancia y la biodiversidad en los ambientes marinos, desde la costa hasta las más grandes profundidades oceánicas, y que toma nota tanto de organismos microscópicos como de los grandes mamíferos marinos- comenzó en 2000 y llega a su fin en 2010. Y si bien "10 años no es mucho tiempo si se trata de registrar cambios, este esfuerzo establece una muy buena base para observar los cambios que puedan ocurrir en el futuro por efecto de la acción del hombre", dice Gallardo. Además de contar con alrededor de 2.000 científicos de más de 70 países, la iniciativa se benefició del esfuerzo de "otros" colaboradores, los llamados "animales oceanógrafos" "En estos últimos años se desarrollaron muchas tecnologías, como por ejemplo las que les permiten a los organismos marinos grandes como las ballenas o los lobos marinos tener instalados censores que permiten conocer la temperatura, la salinidad y la profundidad del agua, así como su ubicación geográfica, que contribuyen -como lo hacen otros equipos no vivos- a conocer mejor el océano" señala el experto. "Este registro continuo de las condiciones ambientales", concluye, "nos permitirá comprender por qué por ejemplo se reúnen los atunes o las tortugas, y por qué migran o qué hacen cuando migran. De este modo podremos protegerlas de la pesca accidental, estableciendo áreas protegidas". El último comentario se muestra en esta página, los anteriores podrás leerlos en las páginas subsiguientes. Todos los comentarios requieren de la aprobación del administrador. No se publicarán consultas, las que sugerimos realizar a través del formulario de contacto.Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios. Por favor valídate o regístrate. Powered by AkoComment 2.0! |