Atribuida a una consecuencia de la sequía, ya que la falta de agua habría provocado un proceso químico nocivo en la soja con la que se alimenta a los animales. El caso más dramático es el de un tambero al que se le murieron 106 vaquillonas de golpe y le quedaron un poco más de 20. Pero el problema afecta a todos los campos de la zona norte de la provincia de Santa Fe.

Pocos meses atrás, en el norte provincial los animales caían desplomados y esperaban silenciosamente su muerte, ante la sequía que los mantenía desprovistos de agua y pastos para alimentarse. Hoy, con el panorama algo normalizado y los campos recuperando el verde, no es el problema de la sequía en sí, sino una consecuencia del mismo el que se sigue cobrando la vida de cientos de vacas. Y el caso que despertó el alerta fue el de un tambero que perdió 106 cabezas de golpe por alimentarlas con soja que, reseca, generó un proceso químico nocivo, letal.

El caso ocurrió el pasado 2 de febrero pero cobró estado público en las últimas horas, y dejó en evidencia un problema que se viene repitiendo desde que la zona comenzó a mostrar las primeras plantas, tras la parte más dura de una sequía histórica.

Ricardo Theill, un productor pecuario de la ciudad de Ceres que hace poco ya había sufrido la muerte de más de 40 vacas intoxicadas con sorgo, esta vez vio cómo un centenar de ejemplares de la mejor genética para tambo –producían hasta 27 litros diarios de leche– comenzaron a irse al suelo de manera inexplicable, agonizando.

“Estaba cuidando la hacienda y, tipo nueve de la noche, se empezaron a caer los animales y no hubo solución para darles”, contó el tambero, de 31 años y con una familia a su cargo.

“Por la sequía, las vacas no tenían para pastorear, entonces un amigo me ofreció soja. Hacía 25 días que estaban comiendo de ese lote”, relató, y agregó que en esa región hacía más de 20 años que no se producía una mortandad de tal dimensión por un motivo similar.

El primer diagnóstico sobre lo que ocurrió con las vacas fue el del veterinario de la explotación. Días más tarde, el Inta de Rafaela, donde se llevaron pruebas para ser analizadas, confirmó que se trató de una intoxicación masiva por soja, alterada por la falta de humedad y transformada así en un veneno.

“El tambo, cuentan sus propietarios, superó todas la debacles económicas habidas y por haber, pero no puede superar el flagelo de la sequía más grande y extensa que se recuerde. Las vacunas, los veterinarios y la experiencia campesina de los moradores no pudieron evitar la muerte de los 106 animales”.

Fuente: rosario3.com

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