San
Juan - En mayo de 2002 un grupo de científicos aportó pruebas que
parecían irrefutables para demostrar que hace 200 millones de años se
produjo una extinción masiva en la Tierra.
A partir de huellas fósiles y una capa de polvo de
iridio (raro metal que se encuentra frecuentemente en los asteroides),
el geólogo Dennis Kent y el paleontólogo Paul Olsen postularon que en
esa época se había producido el impacto de un gran asteroide contra el
planeta que había provocado la muerte masiva de animales y plantas.
Esta teoría indica que se habrían salvado de la extinción los
dinosaurios y en sólo 50.000 años habrían desarrollado tamaños
increíbles y dominado la Tierra. Algo similar a lo que hace 65 millones
de años, cuando los dinosaurios desaparecieron por la caída de otro
meteorito que cambió las condiciones climáticas, habría permitido la
diseminación de los mamíferos que llegaron a dominar el mundo.
Sin embargo, un descubrimiento realizado hace un año en San Juan
-cuatro fósiles de vertebrados desconocidos hasta el momento- pone en
duda parte de esta hipótesis al sugerir que aquí la evolución habría
seguido un curso relativamente normal.
Ahora, Dennis Kent acaba de pasar dos semanas en esta provincia para
observar de cerca los detalles del descubrimiento realizado por
investigadores del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad
Nacional de San Juan.
Compartió con ellos la última campaña de extracción de fósiles,
comandada por los paleontólogos Oscar Alcober y Ricardo Martínez, donde
se encontraron animales del Triásico con características jurásicas, y
pudo palpar lo que no había visto en ningún otro lugar del mundo. Los
científicos sanjuaninos lograron atraer hacia San Juan el interés de
sus colegas más destacados.
Los huesos fosilizados descubiertos cerca de Ischigualasto o Valle de
la Luna son una suerte de eslabón perdido entre los animales del
Triásico y el Jurásico. Demuestran que, al menos en esta parte del
mundo, hubo una transición paulatina, tranquila entre los animales de
un período y otro.
Para los científicos sanjuaninos, el error fue extrapolar lo que se
encontró en el hemisferio norte a todo el mundo. Su descubrimiento
indica que por estos lados hubo estabilidad climática suficiente como
para garantizar la evolución de esos exóticos animales.
Durante el Triásico, las tierras emergidas formaban toda una masa
terrestre concentrada en un supercontinente denominado Pangea. Al decir
de Alcober y Martínez, el meteorito debe de haber provocado una espesa
nube de polvo que cubrió la luz solar en gran parte del globo y allí la
muerte de animales y plantas fue masiva. Pero es probable también que
hacia el extremo sur de Pangea, en Ischigualasto, la nube no fuera tan
densa y permitiera la subsistencia de los animales de esa época y la
mutación hacia los dinosaurios, que dominaron el planeta mucho tiempo.
De corroborarse esta tesis, Ischigualasto sería la sede de ingreso al
mundo dominado por los dinosaurios.
Una de las hipótesis surgidas en Ischigualasto es que los dinosaurios
lograron la dominación gracias a su diseño anatómico, por adaptarse
mejor al mundo circundante y no tanto gracias a la eliminación de sus
competidores por la caída del meteorito, como supone la teoría más
extendida hasta la fecha.
Dennis Kent, especializado en paleomagnetología, se ocupa de rastrear
las señales que la polaridad magnética de la tierra deja impresa en las
rocas en lapsos de millones de años. De Ischigualasto se llevó muestras
que podrían refutar sus conclusiones anteriores.
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