 Hace
unas semanas un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza advertía
de la presencia en la sangre de los europeos de hasta 73 productos
químicos tóxicos. Ahora, otra organización ecologista Greenpeace, ha
realizado un estudio sobre veinte lagos y ríos de diez países europeos
para buscar retardantes de llama bromados -sustancias que se utilizan
en textiles, plásticos y aparatos electrónicos- y PCBs, unos tóxicos
que dejaron de utilizarse en los años 70 pero que, por su capacidad de
persistencia, aún siguen en el medio ambiente.
Para analizar el estado de los ecosistemas acuáticos europeos se
utilizó a la anguila europea, una especie que por su alto contenido en
grasas y un ciclo vital largo se convierte en un buen bioindicador de
la calidad del agua.
Los resultados del estudio "Nadando en químicos" demuestran la
presencia generalizada de algunos retardantes de llama bromados en esta
especie y que los PCBs siguen siendo un problema significativo de
contaminación en muchas masas de agua. Las anguilas, cuyas muestras de
tejido muscular fueron objeto del análisis, fueron pescadas durante el
verano de 2005 en Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Irlanda, Italia,
Polonia, Reino Unido, República Checa y España. Todos los grupos de
muestras analizados contenían residuos detectables de al menos un
compuesto de retardante de llama bromado y todos contenían PCBs, lo que
indica la amplia dispersión de estos químicos en las aguas europeas.
Las anguilas españolas se recogieron en el río Miño, cerca de La
Guardia (Pontevedra) y en el delta del Ebro, a trescientos kilómetros
de su desembocadura. La anguila gallega destacaba por su alto contenido
en HBCD, un retardante de llama bromado. De hecho los niveles que
presentaban fueron los terceros más altos de Europa. Y aunque el
contenido en PCB de ambas poblaciones no era de los más altos,
superaban los niveles detectados en otros estudios de estas
características realizado en 2003 en el río Turia.
Greenpeace presenta el informe dos semanas antes de que el Parlamento
Europeo y los gobiernos de los Estados miembros decidan sobre la
propuesta legal para regular el uso de estas sustancias químicas. Para
Sara del Río, responsable la campaña de Tóxicos de Greenpeace, "la
industria química presiona constantemente para escapar a la regulación.
Ahora, Europa tiene que decidir si apoyar los intereses de la industria
química o proteger a la naturaleza, a las personas y las futuras
generaciones del riesgo que supone liberar estas sustancias".
Disminución de la especie
La sobrepesca, la pérdida de hábitats y, posiblemente, el cambio
climático, aseguran desde la organización, "son factores que provocan
que hoy en día el número de anguilas jóvenes que vuelven a aguas
europeas" sea el 1 por ciento de las que lo hacían hace 50 años. Por
eso, la contaminación con toxinas persistentes puede ser un factor
relevante en la disminución de la especie que recorre miles de
kilómetros desde el Atlántico norte hasta Europa.
En sus conclusiones, el informe señala que las autoridades europeas no
han sabido controlar adecuadamente los riesgos que presentan estas
sustancias químicas, "incluido el HBCD que sigue siendo utilizado de
forma comercial en toda Europa". Además, los altos niveles encontrados
de PCBs, pese ha prohibirse hace más de veinte años, "ilustran las
consecuencias a largo plazo de reconocer un problema demasiado tarde o,
al menos, de actuar demasiado tarde".
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