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esta vez, lo que se “descubre” son enormes extensiones de tierra y un
océano que representa 5 veces el tamaño del Mediterráneo, y siempre ha
estado ahí. El calentamiento deja al descubierto un continente tan
grande como el Mediterráneo rico en gas y petróleo.
El mundo cambia, y estamos ante un descubrimiento de proporciones
similares a lo que Cristóbal Colón develó cuando llegó a América.
Aunque esta vez, lo que se “descubre” son enormes extensiones de tierra
y un océano que representa 5 veces el tamaño del Mediterráneo, y
siempre ha estado ahí.
Y es el tan temido y debatido cambio climático que hace posible esta, hasta hace poco, inimaginable situación.
El Ártico tiene su nivel de hielo más bajo desde la última glaciación,
y en pocos años, los veranos dejarán ver un continente sin hielo,
afirman en varios artículos publicados en las pasadas dos semanas
científicos estadunidenses y europeos.
Este escenario terrible para los ecosistemas actuales, que sufren ya
las consecuencias de los glaciares licuados, la falta de alimento y
lugar para vivir, es visto de manera diferente por los habitantes del
Círculo Polar Ártico, que incluye a Canadá, Rusia, Noruega, Finlandia,
Dinamarca y Estados Unidos, países que se plantean ya cuestiones
territoriales, a pesar de que existe un tratado mundial sobre aguas
continentales y soberanías marítimas.
De acuerdo con The New York Times, los gobiernos de estos países hacen
ya gestiones y tratan de tomar ventaja del eventual deshielo del Polo
Norte, que dejará descubiertos territorios vírgenes llenos de recursos
naturales, y facilitará la explotación de muchos otros que hoy son
incosteables, como gas y petróleo.
Nuevas tierras y extensos mares menos fríos serán propicios para la
pesquería, lucrativas rutas marítimas, destinos turísticos y alto valor
inmobiliario.
Si el deshielo continúa, como la mayoría de los expertos en el Ártico
supone, la inmensa masa de hielo flotante que ha coronado el planeta
por millones de años desaparecerá por entero en los veranos en este
mismo siglo.
Esto dejará un océano cinco veces mayor que el Mediterráneo abierto a
la navegación, y claro, a todos los recursos que ahí se encuentren.
Y no es cualquier cosa. Los expertos calculan que una cuarta parte de
las reservas de petróleo y gas sin explorar se encuentra precisamente
en el Ártico.
Pero hoy nadie tiene claro de quién exactamente son esos recursos.
Eso huele a problemas, a muchos problemas políticos y, eventualmente, militares.
Bienes raíces. Así, lo que es una pésima noticia para los osos polares
que mueren ahogados en los destrozados hielos de un Ártico que
desaparece, y alarma para las ciudades costeras del mundo, que esperan
preocupados un aumento de nivel de las aguas en los océanos, para
algunos, como Pat Broe, es oro puro.
Resulta que Broe, un empresario de Denver, compró al gobierno
canadiense en 1997 un abandonado e inútil puerto en la bahía de Hudson
en la increíble cantidad de... 7 dólares.
Si los pronósticos de deshielo que aterran a los científicos se
cumplen, y de los veranos árticos desaparecerán los hasta ahora hielos
perpetuos, Broe y muchos otros “ingenuos” empresarios que compraron
tierras congeladas a precios de risa, se convertirán en
supermillonarios, según un reportaje sobre la “cara amable”del deshielo
ártico publicado en el diario neoyorquino.
La Convención de las Naciones Unidas sobre la Ley de los Océanos
establece que la plataforma continental de las naciones, hasta donde
llegue por debajo de las placas, es la medida en la que podrán reclamar
propiedad y derechos.
En este nuevo reto geopolítico, que equivale al descubrimiento de un
nuevo continente —algo que no ocurre desde que Colón descubrió América—
las naciones más poderosas ya empezaron a mover sus piezas.
Rusia dio el primer paso en 2001, y reclamó virtualmente la mitad del
Océano Ártico, incluido el Polo Norte, algo que pasó entonces como una
nota intrascendente para los medios de comunicación.
Ante las protestas del resto de las naciones, que argumentaron falta de
datos geográficos para tomar decisiones al respecto, Rusia decidió
enviar una misión científica a bordo de un barco, para obtener las
evidencias.
La primera gran sorpresa es que el barco alcanzó el Polo Norte sin la
ayuda de un rompehielos. Fue el primer barco en lograrlo. Todo gracias
al deshielo acelerado.
Estados Unidos es una nación ártica gracias a que es propietario de
Alaska, y también intenta ya expandir su territorio. Senadores se han
mostrado renuentes a que EU ratifique su firma en los acuerdos
territoriales “por razones de afectación en la soberanía
estadunidense”.
Tampoco firmaron el Protocolo de Kyoto, y es la nación que más se ha opuesto a acatar las medidas contra el cambio climático.
Estados Unidos realiza ya reuniones del más alto nivel para analizar los efectos y consecuencias del derretimiento del Ártico.
Según The New York Times, en enero pasado, el Buró de Inteligencia y
Prospectiva del Departamento de Estado convocó a una reunión de dos
días a puerta cerrada, para analizar la situación ártica con sus
expertos más calificados en todas las áreas.
“Estamos ante la necesidad de negociar nuevas fronteras, nuevas rutas
marítimas, de analizar el potencial de explotación de energía,
pesquerías y otros recursos, y desde luego, un amplio capítulo de
seguridad nacional”, se puede leer en el resumen ejecutivo del informe
de esa reunión.
El petróleo, en las inmensas reservas de Alaska y el Mar del Norte,
representan sólo una paradójica “punta de iceberg” (que ya no habrá),
sin olvidar los mantos siberianos.
Los energéticos serán el punto álgido en esta nueva geopolítica.
¿Lado positivo? Por descabellado que suene, para algunos este escenario
catastrófico para la mayoría de los ecosistemas en el resto del mundo,
tiene su lado positivo.
Así lo considera Ron Lemieux, ministro de transportes de Manitoba, cuyo
gobierno invierte ya millones de dólares en infraestructura en
Churchill, ciudad principal de la provincia canadiense.
Si ocurre el deshielo total, el valor de la tierra y las oportunidades
de negocio para los habitantes de estos lugares, crecerán
estratosféricamente.
“Este es el lado positivo del calentamiento global, si es que tiene un lado positivo”, afirmó Lemieux a The New York Times.
Se estima que en el Círculo Polar Ártico viven cuatro millones de personas, incluidos 150 mil Inuits.
Estos indígenas han cazado, pescado, navegado y caminado durante siglos las hasta hoy invariables nieves árticas.
Ellos aseguran que verán invadidos sus poblados de eternas noches invernales y días que no acaban en verano. Su paraíso.
Sheila Watt Cloutier, líder del Grupo Inuit Transnacional, afirma que
“durante muchas generaciones, sólo mi pueblo se preocupó y cuidó de
estos lugares. A partir de que empezaron a deshacerse los hielos, todo
el mundo está interesado en el Ártico”.
¿Se avecina otra lucha de indígenas y nuevos conquistadores?
Por lo pronto, los equivalentes a nuevos piratas ya están al abordaje.
Las compañías petroleras y navieras ya se frotan las manos ante la
inmejorable visión de las nuevas rutas.
Aker Finnyards, una gigantesca compañía constructora de barcos basada
en Helsinki, creó ya una subsidiaria para fabricar barcos con
rompehielos. Y ya tiene clientes.
Una compañía finlandesa de energía encargó dos de estos monstruos, a razón de 90 millones de dólares cada barco.
El Times afirma que las alianzas de gobiernos se ven superadas ya por
las gigantes petroleras. Todas a la acechanza de los nuevos
territorios.
Una nueva conquista, impensada y de alguna manera catastrófica para el
resto del mundo, está tan a la vista como el deshielo Ártico. A pesar
de los “derechos de antigüedad” de los Inuits y de los osos polares,
que mueren ahogados ya por falta de un pedazo de hielo para flotar.
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Proceso imparable Escrito por Invitado el 2007-10-25 10:30:10 Al parecer, el calentamiento global va acarrear más cambios que los del propio clima. Un cambio en la sociedad, en las fronteras... y por si fuera poco la conquista de un territorio que hasta hace poco no quería nadie. Pensaba que desde 1492 hasta ahora, el ser humano había evolucionado lo suficiente como para no repetir la masacre de los pueblos indígenas en Sudamérica, pero no. El hombre sigue siendo el de las cuevas de Cro-Magnon. Mucha tecnología y progreso pero poco sentido común. Me veo en un futuro emigrando a tierras más frías porque unos cuantos imbéciles decidieron extraer las últimas reservas de petróleo, contaminar más, acelerar el cambio climático y empeorar una situación que acabará matándonos a todos. Este es un proceso imparable. Definitivamente el ser humano no está hecho para este planeta. Que mis hijos me perdonen. | |