 El
95 por ciento de la caoba que sale de la Amazonía peruana es ilegal y
los autores de este desastre medioambiental están, además, acabando con
la fauna silvestre y con la vida de los indígenas aislados que habitan
en la selva. Así lo denunció en una entrevista el biólogo español José
Alvarez, uno de los científicos que desde el Instituto de Investigación
de la Amazonía Peruana (IIAP), en Iquitos, lucha por la supervivencia
del mayor pulmón del planeta.
Alvarez lamentó que las autoridades hagan oídos sordos al problema e
incluso se enriquezcan con el sucio negocio de la tala ilegal.
"En Perú, ni un solo maderero ha ido a la cárcel", se quejó el biólogo.
Alvarez recalcó que el saqueo de la caoba se lleva a cabo con técnicas
cada día más sofisticadas, con tractores que se adentran hasta lugares
donde años atrás nadie se atrevía a hacerlo.
Esto se traduce en la aniquilación de animales y vegetación por parte
de los madereros cuyo único propósito es llegar a las caobas que crecen
en los confines de la selva, dado que los árboles de esta noble madera
han desaparecido de las áreas más pobladas.
"Es tal la demanda de caoba que no hay un rincón de la Amazonía
(peruana) que no esté explotado", manifestó el científico, quien puso
como ejemplo el hecho de que en la Reserva Natural de Pacaya-Samiria,
con 20.800 kilómetros cuadrados y una de las más grandes del país,
operan a diario entre 300 y 500 madereros.
Según datos contrastados por este biólogo, "un árbol de caoba de unas
50 pulgadas de grosor se vende hasta por 300.000 dólares y su precio en
el mercado internacional se multiplica por tres o por cuatro, cuando el
nativo recibe por cortarlo tres o cuatro kilos de azúcar, o a lo sumo
100 ó 200 soles" (entre 30 y 60 dólares).
Alvarez alertó de que los lugares donde quedan bolsas de caobas
coinciden con los últimos refugios de especies amenazadas como el
maquisapa, los grandes monos, el armadillo gigante o el tapir, que caen
víctimas de la caza de los propios madereros.
Estas áreas son además el hábitat de los últimos indígenas en
aislamiento voluntario, también llamados "no contactados", lo que
augura su desaparición a causa de la tala ilegal y la consiguiente
desaparición de los animales.
Se trata de un "genocidio anunciado", manifestó tras resaltar las
consecuencias del desplazamiento forzoso de estos pueblos hacia Brasil,
donde se topan con tribus que, en el afán de defender su territorio y
sus alimentos, dan inicio a enfrentamientos sangrientos.
El biólogo aseguró haber visto vías abiertas en la selva de hasta 40
hectáreas de longitud con un ancho de entre 30 y 50 metros a ambos
lados de los caminos, construidas con el único propósito de que hasta
allí puedan penetrar los tractores.
De acuerdo con Alvarez, "por cada tronco de caoba extraído de forma
mecanizada se destruyen más de mil árboles de todos los tamaños y de
distintas especies".
"El precio de la caoba es tan alto que cualquier listón, cualquier
tamaño de cuartón, tiene precio", por eso no hay escrúpulos para
extraer árboles jóvenes, lo que amenaza aún más a la especie, agregó.
Las declaraciones del biólogo español, de 47 años y quien reconoció
haber sido víctima de amenazas durante los 22 años que lleva
defendiendo a la Amazonía en Iquitos, avalan el escenario apreciado
durante un recorrido por los ríos Nanay y Momón, afluentes del Amazonas
y en los que los árboles aniquilados se amontonan en sus orillas.
Pero el escenario más estremecedor se aprecia en la misma ciudad de
Iquitos, donde, en sucesivos aserraderos al margen del Amazonas,
decenas de troncos de caoba esperan ser convertidos en listones para
salir de Perú con el beneplácito de las autoridades. Mientras tanto,
los ecologistas esperan que el Gobierno decrete una veda de la preciada
caoba, especie en serio peligro de extinción en Perú.
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