Los
científicos apuntan a que su aumento se debe a una subida de las
temperaturas, favorecida por inviernos más suaves y cortos, fruto del
calentamiento global.
Llevadas por el latir de las corrientes marinas,
sus gráciles movimientos -dignos de una bailarina de danza clásica-
evidencian su perfecta adaptación al medio: en mar abierto no existen
demasiadas superficies con las que chocar, por lo que no necesitan de
un cuerpo duro. Transparentes y gelatinosas, las medusas están formadas
en un 95 por ciento por moléculas de agua, lo que les confiere una
excelente flotabilidad. Cazadoras oportunistas, viven en una soledad
que abandonan en determinados momentos del año para formar
aglomeraciones de miles de individuos. Auténticos enjambres que han
vuelto a invadir este verano -y cada vez con mayor frecuencia- muchas
playas españolas provocando la alarma entre los bañistas, víctimas de
sus dolorosas picaduras.
Hasta hace 30 años los científicos conocían a esta especie de cnidarios
(como las anémonas, las gorgonias o los corales) gracias al estudio de
desmembrados ejemplares que recogían en sus redes. Después, los avances
tecnológicos facilitaron su estudio en mar abierto, lo que permitió
descubrir a uno de los predadores más numerosos y eficaces de la Tierra.
Carentes de ojos (la mayoría), de orejas y de cerebro, la evolución las
ha dotado de un sistema de caza sencillo pero sumamente eficaz: a pesar
de ser capaces de nadar a una velocidad de hasta 55 metros por hora, lo
normal es que se dejen arrastrar por las corrientes con sus tentáculos
extendidos a la espera de plancton o de pequeños pececillos. Al mínimo
contacto miles de nematocistos actúan como venenosos dardos en
miniatura que anestesian a su víctima hasta provocarle la muerte.
La temperatura como clave
De extremado apetito -favorecido por la velocidad con la que digieren
sus presas- algunas especies mediterráneas como la Neoturris pileata
son capaces de consumir más de 200 copécodos diarios durante sus dos
escasos meses de vida. Otras, como la Aurelia, llegan a capturar hasta
diez juveniles por hora cuando se topan con un banco de arenques. De
ahí, que una proliferación excesiva en las aguas de nuestras costas
amenace con alterar los ecosistemas.
Todavía no existe una respuesta contundente que explique el por qué de
su llegada masiva a las costas, pero científicos y ecologistas señalan
una subida en la temperatura de las aguas como consecuencia del
calentamiento global y a la desaparición de sus principales predadores.
"Todo apunta a que los factores climáticos tienen un importante papel a
la hora de explicar la llegada de gran cantidad de medusas hacia las
playas mediterráneas", afirman los investigadores Josep Maria Gili y
Francesc Pagès, del Instituto de Ciencias del Mar, dependiente del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Corrientes de agua fría
Para estos expertos, los densos enjambres de medusas que se encuentran
alejados de la costa pueden ser arrastrados hacia las playas por las
corrientes superficiales generadas por los vientos de mar a tierra. Si
el agua costera tiene una temperatura (y por tanto una densidad)
distinta a la de mar abierto, las corrientes superficiales encuentran
grandes dificultades en arrastrar esas masas de medusas hacia la costa.
Pero cuando las aguas presentan una temperatura muy similar, las
corrientes pueden arrastrarlas en muy pocos días. "Los factores
climáticos que influyan en que el agua costera sea más cálida a
principios de primavera, serán una causa indirecta, pero importante, en
la llegada de grandes cantidades de medusas a las playas", señalan.
Así, precisan que uno de los factores que se pueden mencionar son los
inviernos suaves y cortos que darán lugar a una menor emisión al mar
desde los ríos de agua dulce y fría. "Debería considerarse el
progresivo calentamiento climático global que podría dar lugar a estos
inviernos más suaves y más cortos". Los estudios del Instituto de
Ciencias del Mar confirman que generalmente son solitarias y que una
densidad de una medusa en 10 metros cúbicos es lo normal, a pesar de
que en bastantes ocasiones lleguen a formar enormes enjambres de
decenas de ejemplares por metro cúbico. El espacio vital que ocupa una
medusa es el volumen de su cuerpo más el que pueden ocupar todos sus
tentáculos extendidos y que llegan a alargarse hasta más de 5 metros en
ejemplares que apenas alcanzan un metro de longitud. Por ello, el hecho
de que en los últimos años la llegada de medusas a las costas se haya
producido de forma continua ha levantado la alarma y el interés de la
comunidad científica, sobre todo porque hasta ahora algunos
investigadores aseguraban que los periodos de afloración de gran número
de estos cnidarios se sucedían cada 11 o 12 años y perduraban entre
tres y cuatro.
Pesca indiscriminada
Las medusas ejercen de forma natural un control sobre la densidad de
sus poblaciones. Así, no es extraño el canibalismo cuando les falta
otro tipo de presas para su alimentación. Pero, aparentemente, en las
zonas de máxima abundancia de medusas en el Mediterráneo, hay
suficiente zooplancton como para no limitar, en algunos periodos del
año, el desarrollo de densas poblaciones.
No obstante, una de las causas más defendidas por los científicos sobre
estas masivas invasiones es la disminución drástica de los grandes
depredadores de esta especie. Las poblaciones de tortuga boba (Caretta
caretta), peces luna (Mola mola) o el atún "se han visto reducidas
enormemente en las costas mediterráneas debido a su pesca
indiscriminada", señalan Gili y Pagès.
Las elevadas concentraciones de medusas en las playas mediterráneas
llevó a que el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente
financiase un proyecto de investigación para conocer sus causas.
Durante la década de los ochenta se llevaron a cabo trabajos que si
bien aportaron datos interesantes sobre la biología de las medusas, no
pudieron descrifrar las causas reales de tal fenómeno. No obstante,
descartaba cualquier relación con un incremento de la contaminación o
de la degradación de las aguas y se daba un mayor énfasis a causas
climáticas que influyen los procesos de producción biológica del mar.
Atraídas por los nutrientes
Ante la llegada de importantes masas de medusas a las aguas del Mar
Menor -en 2001 se alcanzaron los 70 millones de ejemplares- la
Universidad de Murcia y el Instituto Español de Oceanografía (IEO)
llevaron a cabo estudios que apuntaban a que los vertidos de
fertilizantes utilizados para la agricultura, crean (al ser ricos en
nitratos) un mar salado y rico en plancton que atrae a estos animales.
La paradoja; son el filtro que se come los nutrientes y mantiene el
agua limpia.
Lo cierto es que, bien sea resultado del cambio climático o de la
desaparición de sus especies predadoras, o de ambas a la vez, estas
singulares criaturas comienzan a campar a sus anchas en las aguas de
nuestros mares, hasta el punto de que su presencia se ha triplicado en
las playas durante los últimos años.
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