Un equipo investigador liderado por Joshua Pearce, de la Universidad Tecnológica de Michigan (Michigan Tech), en Estados Unidos, ha demostrado que producir nuestros propios filamentos de plástico para impresoras 3D a partir de botellas desechables emplea menos energía, a menudo mucha menos, que reciclar de forma convencional esas botellas.
El equipo de Pearce efectuó un análisis del ciclo de vida de una botella de leche típica, hecha con polietileno de alta densidad (HDPE). Después de limpiarla y de cortarla en pedazos, la pasaron por una trituradora de papel para oficina y por un dispositivo conocido como RecycleBot, que convierte el residuo de plástico en filamento para impresora 3D.
Comparado con un programa de reciclaje urbano ideal, en el que se que recoge, se transporta y se procesa el plástico , la conversión doméstica de las botellas desechables en filamentos reduce el consumo energético al menos en un 3 por ciento, mucho más en los lugares en los que el reciclado del plástico implica desplazamientos considerables, donde el ahorro de energía se dispara hasta un 70-80 por ciento. Además, el reciclaje en casa de las botellas de plástico por el propio usuario utiliza un 90 por ciento menos de energía que fabricar plástico virgen a partir del petróleo.
Pearce comparó también el coste de comprar filamento con el de su producción doméstica. La diferencia es abismal en Estados Unidos y probablemente en otros países. En el caso específico de Estados Unidos, el filamento se vende a entre 36 y 50 dólares por kilogramo, mientras que se puede producir domésticamente por unos 10 centavos el kilogramo cuando usamos plástico reciclado, lo que hace rentable la adquisición del RecycleBot. Una variante de este aparato, como por ejemplo el Filastruder, cuesta menos de 300 dólares.
El plástico HDPE no es el ideal para la impresión 3D. Se encoge ligeramente cuando se enfría, de manera que hay que tenerlo en cuenta. Pero si estamos fabricando un objeto como un jarrón o un portalápices, para los que no se requiere una precisión muy grande de las dimensiones, ello no tiene importancia.
La Ethical Filament Foundation, que actúa ayudando a los recolectores de vertederos, también piensa que algunas de esas personas podrían elevar su nivel de vida dedicándose al reciclado doméstico de plásticos, cuyos filamentos podrían venderse fácilmente a 15 $ el kilo.
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