Hecha de papel reciclado comprimido, consume el 15% de la energía requerida para producir una de vidrio, entre otros beneficios ambientales. Liviana (pesa 30 gramos), práctica, canchera y segura: ¿la evolución premium y ecoamigable del viejo y querido tetrabrik?

La sustentabilidad de los alimentos y bebidas no pasa sólo por su origen y contenido, sino también por sus envases. Así lo refleja esta innovadora presentación diseñada en conjunto por el estudio Stranger & Stranger (especializado en packaging de vinos, licores y cervezas) a partir de un diseño de la firma GreenBottle.

Compuesta por papel reciclado comprimido, la botella posee un revestimiento interior que optimiza el aislamiento y la conservación del líquido: un blend californiano de la bodega Truett-Hurst bautizado Paperboy, que salío al mercado a comienzos de año. Además del ahorro energético que supone su fabricación, hay que destacar la reducción en la huella de carbono a la hora del transporte (por su menor peso en comparación al vidrio) y la practicidad para, una vez consumido su contenido, separar el papel de las partes plásticas y facilitar la reutilización de sus materiales.

“Estamos fascinados de saber que finalmente veremos la botella de papel en las góndolas. Un gran concepto se transforma en realidad”, dijo el director de GreenBottle, y agregó: “Paperboy no sólo es más liviano y ambientalmente amigable. También es un vino de gran calidad”. ¿Habrá que catarlo en copas de cartón?