Es impresionante el espectáculo de ejemplares de la tortuga gigante de las Islas Galápagos, una de las especies más fascinantes de ese archipiélago, caminando lenta pero incansablemente por las laderas volcánicas de su territorio. En su día, Charles Darwin ya dedujo, acertadamente, que estas tortugas gigantes recorren grandes distancias.
Ahora, científicos del Instituto Max Planck para la Ornitología en Radolfzell, Alemania, y la Fundación Charles Darwin (creada en 1959, bajo los auspicios de la UNESCO y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) han usado tecnología GPS y otros dispositivos de medición para verificar el alcance real de las caminatas de estos animales. Los resultados corroboran que algunos individuos, sobre todo los machos dominantes, recorren hasta 10 kilómetros en las regiones montañosas de la isla donde se ha estudiado esta población de tortugas.
Sólo los animales completamente crecidos emigran; las tortugas jóvenes se quedan todo el año en las tierras bajas. La razón para esto y la respuesta a la pregunta de por qué estos animales, capaces de pasar largos periodos de tiempo sin comer, no se limitan a descansar durante la estación seca, no se conocen todavía.
En la estación seca y fría, las tierras altas de la isla de Santa Cruz, en las Galápagos, suelen estar cubiertas por la niebla, lo que permite crecer a la vegetación a pesar de la falta de lluvia. En las tierras bajas, sin embargo, no hay ninguna capa espesa de nubes y la vegetación de la que se alimentan las tortugas no está disponible todo el año. Algunos adultos, que pueden pesar hasta 250 kilogramos, pasan la estación seca en las regiones más elevadas, a una altura de 400 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, como la comida existente allí no es muy nutritiva, en cuanto empieza la estación lluviosa viajan de regreso a las zonas más bajas donde hay vegetación mucho mejor y en abundancia.
Los resultados del seguimiento de las tortugas efectuado por el equipo de Stephen Blake y Washington Tapia muestran que las tortugas tienen un sistema de migración parcial donde no emigran todos los individuos. Sólo los animales adultos se muestran capaces de aventurarse por las tierras altas, y de ellos es más probable que lo hagan sólo los especímenes de mayor tamaño.
En junio empiezan su lenta marcha hacia las tierras altas, que puede llevarles a adentrarse hasta diez kilómetros en el territorio. Las hembras adultas permanecen en las tierras bajas hasta que ponen sus huevos y entonces también viajan a las tierras altas. Por el contrario, las tortugas más pequeñas se quedan todo el año en las áreas menos elevadas.
Aunque las tortugas gigantes pueden sobrevivir hasta un año sin alimentarse, muchos adultos optan por recorrer grandes distancias en busca de comida. ¿Por qué simplemente no se limitan a buscar un refugio donde aguardar hasta el inicio de la estación lluviosa?
La pregunta de por qué los animales más jóvenes no emigran tampoco ha sido respondida aún por los científicos. Sin embargo, se barajan algunas posibles explicaciones. Puede que el gasto de energía para esta caminata migratoria sea demasiado alto para los individuos jóvenes. O tal vez, por su menor talla, la comida aún disponible es suficiente para ellos. Otra posibilidad, tal como apunta Blake, es que quizás los animales más jóvenes no pueden tolerar el clima frío y húmedo de las regiones más altas.
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