Los seres humanos son capaces de alcanzar unas habilidades físicas tan asombrosas que hasta celebramos las Olimpiadas para contemplarlas. Pero en comparación con los animales, los seres humanos no somos gran cosa. Si se organizaran unas olimpiadas entre animales y humanos, ellos se llevarían todas las medallas de oro.
Además, según el instituto francés de investigación biomédica (Irmes), después de analizar 3.260 récords mundiales establecidos desde 1896, señala que los deportistas usan actualmente el 99 % de su capacidad. Y que en 2027, la mitad de las disciplinas habrán llegado a su límite. El límite en todas las disciplinas podría llegar el año 2060. A partir de ese año, se acabaron los récords mundiales, a pesar de que la tecnología nos permitirá alucinar con visionados más espectaculares.
Lo único que puede consolarnos en ese sentido es que ningún animal, de promedio, daría tan buenas marcas como nosotros en todas las pruebas. Los animales son muy buenos en unas pruebas pero bastante inútiles en otras, como si ser un buen atleta en los quinientros metros obstáculos te incapacitara, por ejemplo, para nadar con cierta soltura.
Algo que también sucede con los sentidos. El ser humano tiene 13 sentidos: dolor, vista, oído, olfato, gusto, tacto, orientación, aceleración, color, luz, equilibrio, temperatura, cinestesia. Algunos neurólogos afirman que el ser humano podría tener hasta 21 sentidos, en total. Sentido del significado, de la profundidad, de la sed, del hambre, etc. Así que en conjunto no nos podemos quejar.
Sin embargo, los animales han desarrollado unos supersentidos que, en un ser humano, serían más propio de los X-Men o alguna clase de superhéroe. Muchas aves e insectos, por ejemplo, se guían por el mundo a través de la magnetocepción, que detecta los campos magnéticos de la Tierra, como un GPS natural. Los peces emplean la ecolocalización y la “línea lateral” para percibir la presión.
A continuación, cinco de los sentidos animales más espectaculares:
1. Sensores infrarrojos
Las culebras y las víboras, como si fueran la criatura extraterrestre de la película Predator, tienen en la cabeza unos órganos sensibles a la temperatura que les permiten identificar el calor corporal de sus presas.
2. Detección por feromonas
Las polillas son capaces de olfatear las feromonas (secreciones químicas) de ejemplares del sexo opuesto incluso a 11 kilómetros de distancia.
3. Percepción ultravioleta
Como si fueran esas luces que están en las entradas de las discotecas a fin de detectar si tienes el sello de entrada estampado en el dorso de la mano, los peces damisela son capaces de ver los ratos ultravioletas y distinguir así especies que los seres humanos, a simple vista, no diferenciamos.
4. Visión nocturna
Los gatos disponen de unas membranas especiales en sus ojos que reflejan e incrementan la luz disponible, ayudándoles a ver, a cazar y a protegerse mejor en la oscuridad.
5. Sensores eléctricos
Lo tiburones, por ejemplo, poseen electrocepción: les permite percibir los campos eléctricos. De este modo localizan a las presas, incluso cuando éstas se encuentran camufladas.
Imaginaos el día en que encontremos especies biológicas fuera de nuestro planeta o los robots incrementen aún más su precisión cinética.
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