Al menos eso aventuran algunos expertos que intentan encontrar el modo de determinar cuánto está costando, en términos energéticos globales, la democratización de la vida social, el ocio, y un largo etcétera a través del móvil. Es un asunto que va más allá de su factura mensual.
Recientemente un post publicado en la web del Breakthrought Institute aseguraba que como promedio un smartphone, concretamente el Iphone, consumía más energía que un refrigerador mediano. La publicación asegura que un refrigerador mediano consume 322 kWh en un año mientras un Iphone necesita alrededor de 361 kWh si se suma la conexión wireless, la transmisión de datos y la carga de la batería. Además, este post también cita un trabajo firmado por Mark Mills, CEO delDigital Power Group, que advierte del gigantesco consumo de este tipo de tecnologías.
El informe de Mills llamado The cloud begins with coal: Big data, Big Networks, Big Infraestructure and Big Power (La Nube empieza con carbón: Big Data, Grandes redes, Grandes Infraestructuras y Gran Potencia), y que puedes consultar completo
aquí, detalla cómo el ecosistema de la Tecnología de la Información y la Comunicación (ITC), que incluye a los smartphones, se está comiendo una buena parte del pastel del consumo eléctrico mundial. Pero el trabajo en cuestión atribuye al uso masivo de teléfonos inteligentes un consumo todavía mayor. Dice Mark Mills, "aunque cargar una tableta o un smartphone consume una cantidad nimia de energía, usarla para ver una hora de vídeo a la semana consume anualmente en las redes remotas más electricidad que dos refrigeradores en un año. Y, según la evolución eléctrica, la tendencia manda que haya un refrigerador por casa y varios teléfonos, tabletas y otros dispositivos por persona en un hogar".
Según este experto, actualmente el ITC ya supone casi el 10% del consumo mundial, unos 1.500 terawatt hora de energía por año, lo que supone toda la energía eléctrica generada en una año por Alemania y Japón juntos, y toda la electricidad empleada para la iluminación global en 1985. La mayor parte de esta energía va a alimentar los grupos gigantes de servidores que ahora llamamos "la nube", así como el funcionamiento de las redes wireless.
Se espera que cada vez la ITC consuma más energía. Esto no ha hecho más que empezar. La razón de que el consumo sea tan alto es que a diferencia de una bombilla o un aire acondicionado, la mayoría de esta tecnología nunca duerme, nunca se desconecta.
Además nuestros dispositivos necesitan mucha más energía que hace cinco años. Todos hemos podido comprobar cómo chupa batería cualquier mínima transmisión de datos wireless, sea mediante 3G o wifi.
Según otro post publicado en The Huffington Post y que cita los cálculos de Mills, consume mucha más energía en términos globales ver en streaming una película HD que fabricarla y transportarla hasta su casa.
Todos no piensan lo mismo del consumo de móviles, y la revista TIME que también se emplea a fondo en el tema en un reportaje muy recomendable ha hablado con Gernot Heiser, un profesor de la Universidad de New South Wales en Sidney (Australia) que aseguró en un trabajo publicado en 2010 que los cálculos de Mills tenían puntos débiles y eran"descaradamente erróneos". El profesor cree que Mills sobreestima el consumo de energía de un teléfono, en este caso el Galaxy S III, casi cuatro veces.
Otro experto consultado por la revista TIME, el profesor Gang Zhou, del College de Williams and Mary es menos directo en sus ataques pero cree que las medidas de Mills sobre el consumo de los smartphones son "al menos una o dos dimensiones más altas de lo que deben ser en la realidad". No obstante, Zhou sí dice que la transmisión de datos es un factor que está impactando en el consumo de electricidad mundial y que debe ser tomado más en cuenta.
Otro estudio realizado en el CEET de Melbourne también adjudica un menor consumo a los teléfonos inteligentes que los calculados por Mills, aunque considera que deben encenderse las alarmas sobre el crecimiento de la demanda eléctrica que suponen los servicios de la nube, así como su potencial impacto en el medio ambiente.
Pues eso, que la nube es etérea y virtual, y el wifi no tiene cables, pero consumir consume lo suyo.
Este asunto promete grandes pasiones y mayores polémicas.