La actividad de los cazadores furtivos sigue en aumento. Tigres, elefantes y rinocerontes están a merced de cualquier grupo armado que busca comerciar con sus partes. La falta de recursos es un serio problema a la hora de combatir esta clase de tráfico, por lo que Google le ha otorgado un total de cinco millones de dólares a la WWF con el objetivo de reducir la caza ilegal.
El dinero se traduce en la aplicación de software analítico para asistir en el patrullaje, la utilización de etiquetas electrónicas para determinar la posición de los animales, y el despliegue de “sistemas de vigilancia aéreos y remotos”, una expresión elaborada para describir a drones no tripulados.
La caza furtiva probablemente sea una de las formas más antiguas de crimen. El simple hecho de que un cazador cruzara una frontera y obtuviera una presa en el territorio de su vecino podía dar paso a terribles represalias. Es sencillo comprender que la cacería es una parte muy importante para la supervivencia de algunas personas, y por qué no de pueblos enteros en los que la cacería tiene un componente de “tradición” considerable.
Sin embargo, la caza ilegal está en aumento. En un intento por reducir sus niveles, Google y la WWF han llegado a un acuerdo en el que el gigante de Mountain View le entregará a esa organización cinco millones de dólares.
En el proceso se combinan varias tecnologías, incluyendo la vigilancia aérea – Google En el proceso se combinan varias tecnologías, incluyendo la vigilancia aérea.
El dinero llega como parte de los nuevos “Google Impact Awards”, que buscan entregar soporte económico a distintas organizaciones a la hora de aplicar soluciones tecnológicas a los problemas que nos afectan como especie. Las estimaciones de la WWF hablan de un mercado negro que mueve entre siete mil y diez mil millones de dólares al año. Hay gente que cree que el cuerno del rinoceronte tiene propiedades curativas. Ni siquiera los bigotes de un tigre son descartados a la hora de comerciar.
El objetivo de Google y la WWF parece noble, pero han surgido algunas voces que cuestionan el uso de drones no tripulados, ya que no se puede descartar la posibilidad (por más remota que sea) de que además de vigilar y rastrear a animales y cazadores furtivos, también se puedan vigilar “otras cosas”. Claro que, hay un detalle: Cuando se habla de “drones”, lo último que hay que imaginar es a las versiones militares. Estos drones son mucho más sencillos, tanto que pueden lanzarse al aire usando las manos, como ocurrió durante la prueba piloto en Nepal.
Google y la WWF han decidido evitar el uso de la palabra “dron” para identificar a los vehículos no tripulados que serán parte de este esfuerzo. Esta cooperación entre Google y la WWF ataca directamente a la “oferta”, pero espero que también se hagan esfuerzos a la hora de combatir la “demanda”. Si un grupo decide enfrentar tanto a la ley como a los peligros naturales de tierras africanas y asiáticas, lo hacen sólo porque en alguna parte existe un idiota (sepan disculpar la expresión) que quiere un trozo de marfil.