Página 1 de 2 El cambio climático, el crecimiento de la pobreza y de la exclusión y la crisis de los recursos naturales se suman para configurar un escenario inédito en el planeta, indicador del final de una época. Frente a esta situación, un número creciente de científicos pone en el centro del debate a los modelos de desarrollo basados en la idea de que el crecimiento económico, y el avance científico y tecnológico, garantizan por sí mismos el progreso social y la expansión del hombre, proponiendo alternativas superadoras, mientras paralelamente llaman a revisar el paradigma científico y tecnológico vigente.
Estas fueron algunas de las cuestiones abordadas en el VII Congreso de Medio Ambiente de la Asociación de Universidades del Grupo de Montevideo (AUGM) desarrollado en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata con la participación de especialistas de Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Puerto Rico, donde se debatieron propuestas rectoras en el campo ambiental para mejorar la calidad de vida. La AUGM se define como un espacio académico común, regional, de cooperación científica tecnológica, educativa y cultural. En ese encuentro hubo un panel para analizar las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad en el Cono Sur, donde se habló de la necesidad de repensar el paradigma vigente y hacerlo desde una perspectiva regional. Para Antonio Elizalde Vedia, licenciado en sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile “estamos en el fin de una época. La creencia en un crecimiento ilimitado ha entrado en colisión con los límites del planeta y ha generado una crisis de todos los paradigmas basados en la idea de un tiempo lineal siempre mejor, dando lugar a una creciente preocupación por la sostenibilidad”.
Elizalde Vedia puso el acento en la imposibilidad del crecimiento permanente. Destacó que la población creció 4 veces en el último siglo, el PIB mundial 14, el uso de energía 16 y el consumo de agua 9. Un ritmo que no se puede sostener en el tiempo. Para Elizalde Vedia, el problema radica en que el crecimiento permanente “está en el ADN del capitalismo” que “nos está conduciendo a un suicidio colectivo”.
Frente a la situación, el episteme científico moderno se muestra incapaz de establecer una visión de conjunto, tiende a la fragmentación del conocimiento y le cuesta establecer relaciones, apuntó el especialista y agregó que la solución pasa por establecer “un nuevo paradigma civilizatorio”: el de decrecer con dignidad. Una forma de ecosocialismo en el que el acento ya no esté puesto en la producción sino en la distribución. Y por recurrir a un tipo de economía biomimética que imite las características de los sistemas vivos, autodirigidos, autorealizantes y cooperativos que se pueden hallar en la naturaleza.
Otras visiones coincidieron en la necesidad de revisar el rol de ciencia y tecnología: Mohamed Habib, ingeniero agrónomo, mágister de la universidad de Alejandría (Egipto) y profesor de ciencias biológicas en la universidad de San Pablo, considera que Latinoamérica vive las consecuencias de copiar modelos de desarrollo ajenos, desadaptados a las realidades del subcontinente, una de cuyas expresiones más negativas es un modelo agropecuario “totalmente equivocado” centrado en las grandes áreas cultivadas para la producción de materias primas y energía.
Para Habib la ciencia, hoy signada por la concepción del conocimiento como propiedad privada –que rige desde la Convención de París de 1883, donde se consagró el uso de las patentes–, tiene un papel central para revertir esta situación. Habib habla de la necesidad de socializar el saber, así como también de repensar el modelo de ciencia y tecnología, para que se base en la solidaridad y ya no en la competitividad. Habib habla de cuatro desafíos urgentes para el mundo: estabilizar la población humana, erradicar la pobreza, recuper la naturaleza y establecer un patrón climático.
A su turno, Andrés Carrasco, médico argentino y ex presidente del Conicet, destacó que el subcontinente vive una situación neocolonial en materia de ciencia y que habría que repensar los paradigmas científicos y tecnológicos, pero abriendo la posibilidad de considerar un modelo diferente para Latinoamérica que para los países centrales.
Carrasco considera que la crisis de los recursos naturales es heredera del pensamiento de Descartes, quien al separar el sujeto del objeto “puso al hombre fuera de la naturaleza”, generando una forma de concebir al mundo cuya consumación aparece en una visión de lo humano que busca dominar y apropiarse de la naturaleza. Una idea europea, que llega a América con la colonización española y que, a juicio del especialista, los científicos no ponen en cuestión. “Hay que cambiar el paradigma de la ciencia para que no esté al servicio de un modelo tecnocrático que permite el saqueo de los recursos naturales latinoamericanos. Hoy el sistema científico tecnológico apoya y no critica, cuando debería ser una instancia de reflexión que se plantee esta pregunta: ¿para qué se genera el conocimiento?”. Carrasco entiende, por caso, que cuando se acepta el uso de transgénicos se hace a partir de una premisa instalada según la cual la ciencia “va a traer progreso por el simple hecho de ser ciencia”, con lo cual se acepta cualquier intervención a la vida sin medir sus consecuencias ni reflexionar sobre ellas. Y agrega que se hace necesario revisar el paradigma de la ciencia, pero desde una perspectiva regional: pensar en un paradigma de la ciencia que sea distinto para Latinoamérica, esté de acuerdo con su realidad y sus necesidades específicas.
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Hacia un cambio de estilos de vida Escrito por Pepe Gayoso (Lima, Perú) el 2012-08-29 12:40:12 En efecto reconforta ver que hay movimientos culturales y científicos que cuestionan los estilos de vida que imperan hoy en el mundo por ser insostenibles, donde prima la codicia sobre la sabiduría, el desplazar el buen vivir y el de atender solidariamente a la humanidad. Un modelo de crecimiento económico no es suficiente, me gusta el que se enfoca al desarrollo sostenible, y veo que para llegar a este cambio generacional del planeta y de nuestra América Latina, una herramienta interesante es la educación ambiental, que es capaz de aprender de la naturaleza, y que conjuga lo social con lo económico y cultural para hacer viable lo que sustenta la vida, es decir al ambiente, buscando el bienestar y mejor calidad de vida de las personas, sin olvidarnos que debemos dejar la codicia, por los modelos que saben respetar los ciclos de la naturaleza, para que nuestros patrones de producción y consumo, precisamente dejen de ser depredatorios y contaminantes en exceso, viene a nuestro auxilio así entendido la ciencia y la tecnología pero adecuada a las realidades ecológicas, sociales y culturales de cada región y no meras copias no contextualizadas de los países desarrollados, muchos de los cuales se encuentran actualmente en graves crisis socioeconómicas. Subrayo el tema del rescate de sabiduría milenaria revalorando y aplicando adicionalmente en este nuevo concepto de saber vivir bien, el aporte de los saberes culturales que precisamente han aprendido del saber leer a la naturaleza y respetarla, para poder vivir en armonía con el planeta, entre nosotros y las criaturas vivientes con los que convivimos en la madre naturaleza o biosfera. | |